Abril 27, 2024

Comisión de Salud aprueba proyecto de eutanasia

En sentido etimológico, eutanasia procede de eu, bueno (a), y tanatos, (muerte). Según  S. Freud, hay pulsiones del  eros o del tanatos. Albert Camus, en su Ensayo sobre Sísifo, aquel dios condenado a subir una piedra a la cima de la montaña, y que cada vez que avanza un tramo vuelve a caer, la vida humana es  absurda, pero debemos soportarla con dignidad. El suicidio para Camus es el tema principal de toda la filosofía actual.

 

El premio Nobel de Literatura José Saramago, en su obra Las intermitencias de la muerte se pone en el caso de que la muerte decida no “trabajar” más, y entonces vendrían todas las desgracias hasta el colmo de que los hombres pedirían a la muerte que vuelva a trabajar.

 

El vasco Miguel de Unamuno, en su ensayo El sentimiento trágico de la vida, escribe que el problema fundamental del hombre es “…que no me da la gana de morir…”, es decir, la contradicción entre la certeza de la muerte y la voluntad de eternidad.

 

En el caso de la muerte es importante definir si es un bien o un mal. En Platón y el neoplatonismo de Plotino el alma inmortal está presa en la cárcel del cuerpo, por consiguiente, la muerte equivaldría a una verdadera liberación. El cristianismo, como sabemos, es heredero de Plotino, por tanto, la muerte debería ser una fiesta, pues se inicia el viaje a la eternidad; así lo fue para Sócrates, en la Apología platónica, cuando con la mayor paz dialoga con sus amigos sobre la otra vida.

 

En la cultura mozambicana la muerte de una persona es verdadera fiesta que dura tres días, y frente al cadáver consumen “ricos manjares”. Pero lo más significativo es la preparación de un decorado hecho en una pallota (ruca), a donde debe yacer una pareja joven y recién casada, a fin de contrastar la vida y la muerte.

 

En el Chile de comienzos del siglo XX  morían más niños que en la  India, y desde entonces, la muerte de un niño se celebraba con “la fiesta del angelito”.

 

Para los cristianos, Dios da la vida y Él solo la puede quitar. Por consiguiente, el suicidio y la eutanasia llamada activa es un “pecado mortal”, que es condenado por Dios y censurado por los hombres. Los cuidados paliativos y el rechazo de tratamientos que prolonguen artificialmente la vida son aceptados por los cristianos.

 

La división entre eutanasia pasiva y activa carece de sentido, pues la eutanasia es siempre activa: se realiza sobre la base de la voluntad reiterada del paciente de ser asistido médicamente, con remedios que le provoquen la muerte.

 

Según el profesor Miguel Kottow, encargado de la cátedra de bioética en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, deberían darse tres condiciones para la práctica de la eutanasia: la primera, que el paciente manifieste su voluntad reiterada de que se le dé la muerte, asistido por un médico; la segunda, padecer de enfermedades terminales o bien, un sufrimiento intolerable en que ningún remedio paliativo sea eficaz; la tercera, el impedimento, producto de su enfermedad, que no le permita ocasionarse la muerte; la cuarta, que el paciente haya manifestado previamente ante Notario su voluntad de que se le dé muerte en casos que él mismo haya consignado en el documento, (por ejemplo, una demencia que  lo incapacite para valerse por sí mismo).

 

En la eutanasia cada muerte – como cada ser humano por su carácter de individuación  – es particular y única, (el doctor Manuel Almeyda, en una carta dirigida al Colegio Médico, pidió que se tratara el tema de la eutanasia, y este médico socialista pidió a su familia que se le retiraran todos los medicamentos y se le dejara morir de hambre, lo cual se realizó).

 

La eutanasia está reglamentada en pocos países: Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Europa; en América Latina, solamente en Colombia -; en Norteamérica, en algunos Estados.

 

En la actualidad, el 70% de los médicos chilenos se pronuncia a favor de la eutanasia, y un 51%  la practicaría; en España, el 80% de los encuestados está a favor de la eutanasia; así ocurre en muchos otros países en que la práctica de la eutanasia es penada como homicidio.

 

En algunos casos la intervención del médico se limita a recetar medicamentos que provoquen la muerte, (por ejemplo, el caso de Britany Maymer, que llevó a cabo el suicidio médicamente asistido consumiendo los fármacos recetados; otros casos en que el médico interviene directamente).

 

En España, a la paciente María José Carrasco le fue provocada la muerte por su marido, Ángel Hernández, previamente acordado, pero que le costó la cárcel; otro médico se vio obligado a huir a Inglaterra, país donde se le negó el permiso para seguir practicando la profesión de galeno.

 

El médico colombiano, Dr. Quintana, ha practicado 230 eutanasias  en Colombia, e ilegalmente en Chile y Argentina.

 

El proyecto de ley presentado en la Cámara de Diputados en Chile y aprobado por la Comisión de Salud de esta institución,  es bastante estricto y sólo contempla como causales para la  aplicación de la eutanasia una enfermedad terminal o un dolor insoportable que resista cualquier remedio paliativo, a lo cual podrían acceder los mayores de 14 años de edad.

 

Definir el tiempo del fin de la vida es muy difícil – días, meses o años -, y hablar de enfermedades terminales parece discutible – lo hace la legislación del Estado de Oregón, que exige al médico que determine el fin de la vida en los siguientes seis meses; durante este lapso, el suicida asistido puede arrepentirse  o bien, gozar de la vida,  de la naturaleza y de su familia, (lo hicieron Britany y su marido).

 

La declaración de voluntad previa tiene el mérito de que quien la firma ha podido discutir con su familia sobre sus deseos cuando se acerque la muerte.

 

En Chile se ha hecho famoso el caso de la joven Paula Díaz, en Talca, quien pidió a dos presidentes de la República, (Bachelet y Piñera), que autorizaran la aplicación de una inyección letal,  pues ya el dolor se le hacía insoportable, (Paula falleció de un ataque cardíaco hace poco tiempo).

 

El ideal del ser humano es congeniar la buena vida con la buena muerte. Fray Camilo Henríquez era el fraile de la buena muerte.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

09/05/2019

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