Mayo 8, 2024

El enorme y creciente poder de China en América Latina

El imperio chino era tres veces más extenso que el romano. Durante el siglo XIX, a causa del aislamiento que generó  la política imperial, no se hizo partícipe de la revolución industrial quedando rezagada esta civilización respecto al mundo occidental. Gracias a Spengler y a Toynbee hemos podido conocer bien la civilización china.

 

 

Xi Jinping, actual secretario general del Partido Comunista chino y  mandatario, goza de tanto o más poder que los emperadores: el Comité Central le asignó poderes ilimitados. Este tirano es amado por su pueblo, y lo llama “Tío xi”.

 

En menos de una década, China aventajaría  a Estados Unidos como potencia hegemónica mundial. El proyecto de La Ruta de la Seda –  ya supera el antiguo recorrido de Marco Polo  – se ha extendido a África y América Latina.

 

Por otra parte, China ya no sólo exportador de productos fabricados en serie, que abaratan los costos y la mano de obra, sino también gran prestamista e inversor, especialmente en energía, también infraestructura, y hoy en tecnología de 5ª generación.

 

China compite con Estados Unidos en el plano financiero, y tiene poder de decisión para lograr que el Yuan reemplace al petrodólar, pagando las importaciones de materias primas en moneda china. Los chinos son los principales poseedores de los bonos del Tesoro norteamericano.

 

América Latina le debe a China más de 250.000 millones de dólares, y los principales deudores son Venezuela, (41.000  millones de dólares); Brasil, (16.000 millones de dólares; Argentina, (10.000 millones de dólares); en Chile, Brasil y Perú las importaciones chinas están a la cabeza, países que también tienen Tratados de Libre Comercio con el país asiático.

 

El BRICS, (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), está venciendo económicamente sobre occidente, y el Banco de Desarrollo chino ya supera el poder económico del Banco Mundial.

 

Los Bonos de la deuda venezolana pagan un interés de un 10%, y durante varios años fue un buen negocio para los Bancos norteamericanos; (por ejemplo, en tres  quedaba saldada la inversión y todo el resto de capital invertido a diez años era ganancia); el riesgo con respecto a los inversionistas era la declaración de no pago por parte del gobierno Venezuela. A China poco le importa el no pago en moneda, pues Venezuela cubre la deuda en petróleo y, ahora, en oro; el único problema que pudiera existir para China sería que a la caída de Nicolás Maduro, el nuevo gobierno no le pague la deuda.

 

Brasil, el país más poderoso de América del Sur tiene, hasta ahora, cuenta con 32.000 millones de dólares en inversión china. Venezuela, entre 2009-2012, tenía 16.000 millones de dólares en inversión china; Argentina, 15.000 millones de dólares. En cada país latinoamericano China tiene una inversión privilegiada: en Perú, por ejemplo, un tercio en el sector minero es inversión china; lo mismo ocurre con el cobre en Chile. En Panamá y Nicaragua el interés principal se ubica la comunicación marítima entre el Pacífico y el Atlántico, a través del Canal de Panamá y del Proyecto Interoceánico de Nicaragua, respectivamente; en Argentina el fuerte es la energía atómica.

 

El crédito chino, que llega en grandes cantidades a los gobiernos latinoamericanos muy endeudados, (en el caso de Venezuela y Argentina a punto del default), tiene el peligro de convertir a estos países en verdaderas factorías comerciales chinas. El especialista en geopolítica Alfredo Jalife advierte, en su libro Dragón o Panda, sobre el peligro para América Latina del mal uso de la deuda, convirtiendo a China en un verdadero dragón capaz de engullirla; pero, podría también  ser un oso Panda, muy positivo para el desarrollo del Continente.

 

El Presidente Hugo Chávez supo aprovechar muy bien, durante su permanencia en el poder, la riqueza petrolera en Venezuela abriéndose al mercado chino. El negocio lo continuó su sucesor, Nicolás Maduro, que hoy cuenta con más de 800 proyectos en común, que han ayudado a sostener el régimen ante la crisis, agravada por el bloqueo de Estados Unidos y sus aliados.

 

Los especialistas chinos están colaborando tecnológicamente con Venezuela a fin de combatir los atentados, que han dejado al país, por ejemplo, sin electricidad y sin agua, en los últimos meses.

 

China, por otra parte, está embarcada en una guerra comercial con Estados Unidos, en la cual el “patio trasero” del país del Norte se ha convertido en un campo de batalla: ya en muchos países de América Latina, China desplazó a Norteamérica como principal socio comercial; por ejemplo, “el gran demócrata” Sebastián Piñera, de mozo de Estados Unidos, se ha convertido – como buen camaleón – en un panegirista de la tiranía china. A personajes como Sebastián Piñera lo único que le importa es el dinero, (hasta a sus hijos les enseña los trucos inmorales de los mercaderes).

 

La derecha chilena es democrática mientras pueda ganar dinero y muy poco le importa negociar con una abyecta tiranía si es la principal inversionista y prestamista en América Latina.

 

Los chinos son pragmáticos y su penetración en América Latina se basa en la inversión en bienes de capital y en la tecnología respetando la soberanía de los pueblos y sus gobiernos. El ministro chino de Relaciones Exteriores sostiene que su país respeta los principios del derecho internacional y de las Naciones Unidas: no es que los chinos se abstengan de cobrar la deuda, pero lo hacen de manera distinta, por ejemplo, aceptando el pago en materias primas , y a diferencia del Fondo Monetario Internacional, no impone a los gobiernos deudores políticas de austeridad; por ejemplo, en caso de Grecia, China invierte millones de divisas a fin de convertir el Puerto de Pireo, a muy poca distancia de Atenas, en un gran complejo marítimo en el Mediterráneo.

 

El gobierno de Estados Unidos, con respecto al actual conflicto venezolano, cree  que si no logra convencer a Rusia y a China de abandonar Venezuela, no podrá imponer a Guaidó como Presidente interino y apropiarse, en consecuencia, de las riquezas venezolanas.

 

Rusia y China tienen buenos motivos para apoyar al gobierno actual de Venezuela: en el caso de Rusia, le está devolviendo la mano a Donald Trump, quien sin respetar las zonas de influencia de las grandes potencias, intervino en Crimea, sancionando económicamente a Rusia; en cuanto a China que está embarcada en una guerra comercial con Estados Unidos, América Latina juega un papel muy importante.

 

Para lograr que China y Rusia se alejen de Venezuela, Estados Unidos debe prometerles que el gobierno venezolano que pudiera instalarse después de la caìda de Maduro, prometiera asegurar el pago de la abultada deuda a China, y a Rusia, posiblemente, permitirle una penetración militar en América Latina abandonando el monroelismo post guerra fría.

 

En otro escenario, hay que considerar que la guerra civil siria ha sido enormemente favorable a la penetración militar y económica de Rusia, ampliando su base militar cerca del Mediterráneo y abriendo, a su vez, el Mare Nostrum al comercio de transporte del petróleo.

 

Rusia es una gran potencia militar, no así económica, y China recién invierte gruesas sumas en poderío militar. Una alianza entre estos dos países, y sumando Turquía e Irán, se convertirían en potencias invencibles. Si lo miramos desde el punto de vista de los intereses y no la ética, a China y a Rusia les conviene un conflicto entre Estados Unidos y Venezuela.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas, (El Viejo)

04/05/2019                          

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