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Las elecciones europeas y el nuevo orden mundial

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Las formaciones de la coalición europeísta que ha sido mayoría histórica en el parlamento de la Unión Europea, compuesta por la derecha de los populares (dominada por los cristiano-demócratas alemanes), los socialdemócratas y los liberales, suman preliminarmente un 56% de los 720 escaños del nuevo hemiciclo recién elegido. Con Los Verdes, llegarían a un 63%. La extrema derecha representa ahora cerca de 22% de la asamblea europea, con una primera mayoría relativa de votos en Francia, Italia y Austria. Los verdes perdieron electorado, así como las fuerzas a la izquierda de la socialdemocracia -algunas de las cuales son críticas de la integración europea, privilegian los espacios nacionales y tienden a ser favorables a Rusia- a pesar de buenos resultados en los países nórdicos.

Esto no es una hecatombe antidemocrática en Europa, aunque expresa el fortalecimiento de la extrema derecha que rechaza las sociedades étnicamente diversas y multiculturales (que se reflejan hoy en las selecciones europeas de fútbol, por ejemplo), demanda una «autoridad fuerte» que restrinja las libertades para supuestamente limitar la inseguridad y la inmigración (y por ello tiende a ver con simpatía a la Rusia de Putin) y que ya encabeza el gobierno en Hungría, Italia y recientemente en Países Bajos, y participa del gobierno en Croacia, Eslovaquia y Finlandia, o lo sostiene desde fuera como en Suecia.

El resultado de la elección del 9 de junio ha creado una crisis política y la convocatoria de nuevas elecciones parlamentarias en Francia (las extremas derechas sumaron un 36,9%), hecho caer el gobierno en Bélgica y debilitado al gobierno alemán (con los neonazis de FjD como segunda fuerza con 16% y el gobernante SPD con 14%). Pero el gobierno de España resistió a la embestida de la derecha y los socialistas fueron primera mayoría en Portugal, al igual que los socialdemócratas en Suecia y los verdes en Dinamarca, mientras recientemente la extrema derecha fue sacada del gobierno en Polonia y vuelta a derrotar en la elección europea, junto a un debilitamiento del apoyo al neofascista pro-ruso Orban en Hungría. En las proximidades de la UE, en Reino Unido, se espera la debacle de los conservadores en manos de los laboristas en las elecciones del 4 de julio.

Una de las consecuencias previsibles de la caída del apoyo a los ecologistas en casi todo Europa será un menor dinamismo del Pacto Verde promovido por la Comisión Europea, el ejecutivo de la Unión.




Según el historiador Nicolas Lebourg, en entrevista con Le Monde, el empuje de la extrema derecha ya no es solo un fenómeno vinculado a una «ola populista» que sigue a una crisis económica o a la falta de tradición democrática de los países del Este europeo:

«Hay esquemas que se repiten. Es evidente que muchos electores en Europa comparten el sentimiento que el riesgo de desclasamiento personal y el desclasamiento de su nación son lo mismo. El cansancio con la democracia liberal y sus protecciones jurídicas alimentan una tentación llamada ‘iliberal’, que se reencuentra en las democracias en otras partes del mundo (Estados Unidos, India, Israel…). Lo que vincula a esas opiniones públicas es la idea que el Estado liberal ya no es suficientemente fuerte para proteger el grupo étnico mayoritario de la sociedad. La demanda de autoridad se expresa claramente contra los migrantes, pero no solo contra ellos: las polémicas contra las personas LGTB o el derecho al aborto testimonian que hay una visión global de la necesidad de controlar los cuerpos por un orden moral, social, demográfico. Todos los partidos de extrema derecha se presentan como elites de recambio contra aquellas que han fracasado. Para ellos se trata de regenerar la sociedad asegurándole una forma homogénea y unitaria. Esta unidad orgánica que buscan no es posible sino revisando las relaciones internacionales que, a sus ojos, participan de la desintegración de la nación. Marine Le Pen lo ha escrito: el ‘mundialismo’ y la ‘postmodernidad’ son un solo fenómeno. Y la idea de una Unión Europea que estrecha cada vez más sus lazos va totalmente en sentido contrario de esos determinantes estructurales de las extremas derechas desde siempre».

La posibilidad de una victoria de Trump en Estados Unidos en noviembre y el reciente triunfo de Milei en Argentina, reflejan una ola reaccionaria global y un debilitamiento de las izquierdas, con excepciones como la de México. Este proceso tiene como sustrato la expansión desde fines del siglo pasado del capitalismo desregulado de las cadenas globales de producción, de la financiarización empresarial y del “precariado” en el mundo del trabajo, que se combina ahora con el fortalecimiento de las luchas hegemónicas estatales estratégicas de las grandes potencias de la post guerra fría. Esto ha dado lugar a una expansión de los espacios de confrontación militar abierta.

En este contexto, adquiere cada vez mayor vigencia la perspectiva de una no alineación activa de América Latina, promotora, por sobre la hegemonía de las grandes potencias, de las reglas y de las instituciones internacionales de mantención de la paz y, también, promotora de los espacios de autonomía regional y de cooperación económica global no asimétrica y de mutuo interés,.

 

Gonzalo D. Martner

 

 

 

 

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Gonzalo Martner

Economista, profesor de la Usach, expresidente del PS.

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  1. Patricio Serendero says:

    No se entiende el título » nuevo orden mundial» y el texto, que es un resumen de los resultados de las elecciones europeas donde avanza en algunos países la ultra Derecha. Nada tiene que ver este evento con el nuevo orden mundial.
    Interesante habría sido notar una abstención donde solo 11 paises superaron el 50% Lo que demuestra que al igual que en Chile, la gente no le cree a los partidos politicos. Los que más ganaron lo hicieron con más menos 30%. O sea el 16% del total de electores posibles. Ese es el estado de la democracia.

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