Vicuña, una joya escondida en el Valle de Elqui, me sorprendió gratamente desde el primer momento. Su paisaje, con montañas que parecen abrazar la ciudad y un cielo que de noche se convierte en un manto de estrellas, es simplemente espectacular. Pero lo que más me impresionó fue su gente, siempre amable y dispuesta a compartir las maravillas de su tierra.