Pensar la política chilena fuera del neoliberalismo es no solo posible, sino necesario. El desafío radica en la capacidad del país para transformar sus estructuras económicas y sociales de manera inclusiva y equitativa, construyendo un nuevo pacto social que refleje las demandas y aspiraciones de su ciudadanía, como también de construir redes a nivel internacional que
En un Chile dominado por unos pocos grupos económicos altamente ligados a actividades de exportación, si los precios de los bienes exportados aumentan en el mercado internacional, puede que crezca el PIB, y crezca la riqueza de esos sectores, pero es altamente posible, al mismo tiempo, que se mantenga a los pobres en sus mismos niveles de pobreza
Chile, a menudo considerado el laboratorio del neoliberalismo en América Latina, ofrece un caso interesante para examinar cómo y por qué las derechas políticas se apegan con tanto fervor a este modelo económico.
La derecha logró en dos oportunidades ganar el Gobierno con su extinto candidato Sebastián Piñera. Se podría pensar que en estas dos administraciones las ideas neoliberales se consolidaron en la economía y la orientación del estado chileno. Sin embargo, en la victoria de sus ideas también contribuyeron los gobiernos de centro izquierda de la Concertación y de la Nueva Mayoría.
En medio del fetichismo de las mercancías, junto a las desigualdades propias de un régimen de injusticias, crece la rabia y el resentimiento de las familias que sobreviven apiñadas y condenadas a la marginación.
La colusión afectó a empresas metalúrgicas, papeleras, mineras, del acero, vidrios y establecimientos hospitalarios, entre otras, con un impacto inflacionario insoslayable.
El programa de Benítez llega con unas cuatro décadas de retraso. Más parece un simulacro con aires de caricatura de aquellos años de la dictadura y postdictadura que levantaban al ingeniero comercial de la Universidad de Chicago como el héroe de la transición.
Hablamos del actual ethos neoliberal y su consagración desde los mass media, ciertas disciplinas “científicas” y la coacción, por medio de las cuales apuestan por reforzar la lógica sistémica imperante y tratar a todos aquellos disconformes, críticos, parados o cesantes como fracasados.
A Mewes no le gustan las reformas de pensiones y tributaria, a las que acusa de fundacionales, ni tampoco las leyes laborales, que califica de restrictivas y, por cierto, destaca el aumento de la delincuencia.
No hay forma de evitar el hecho de que Estados Unidos, el país más poderoso en el Banco Mundial y el Fondo, tiene que cambiar su ruta, declaró Joseph E. Stiglitz, Premio Nobel de Economía