Gran parte de la responsabilidad del estado en que se encuentra el país, es esa izquierda que no ha sido capaz de decir una sola idea fundante que ofrezca la frescura de algo decente, radical, firme, que remueva, que tome lo mejor de la historia. La pasada y la reciente.
En las sociedades democráticas contemporáneas el contrato social se expresa en la Constitución, y lamentablemente en Chile estamos huérfanos de un contrato social que nos represente a todos y todas.
Los pueblos originarios han sido excluidos en América Latina, salvo excepciones, Bolivia y Ecuador, estados plurinacionales, como forjadores de identidad nacional. Resisten, sin perder su dignidad, luchando y sobreviviendo a los megaproyectos, las trasnacionales, y el capitalismo verde.
El panorama no es alentador para el votante. ¿Podría alguien suponer, con certeza, que los elegidos van a actuar de manera diferente a quienes les han precedido? ¿Quién puede afirmarlo? Por el contrario, los hechos nos inducen a suponer que, en estas elecciones, las posibilidades de cambio se encuentran notablemente disminuidas. Y, al parecer, no sucederá de modo diferente
“Querida Claudia, un honor haberte acompañado hoy en representación del pueblo chileno que guarda un afecto sincero a México que siempre ha sido tan generoso con nosotros. De Mistral a Bolaño y Zambra, de Los Tres, a Mon Laferte, del Pony Ruiz, a Lichnovsky (pasando por BamBamZamorano, Chupete Suazo y tantos otros), de 31 minutos a Los Búnkers, de la Tencha a Lucho Maira,
La vida de estos “que van a morir”, nos saludan con balas y fuegos de artificio. Ellos saben que su aventura de vida será corta, pero será intensa. No hay idealismo, como fue la aventura de Alonso Quijano, sólo desesperación y entrampamiento social en la marginalidad. Sus destinos están escritos en piedra y sólo queda la esperanza del cielo, el que también debe ser asaltado
La gesta épica del 5 de octubre de 1988, no obstante, resultó en una transición pactada que, con el ex dictador como comandante en jefe del ejército amenazando siempre al poder civil y con un sistema binominal que llevaba permanentemente al empate más la conversión de muchos ex revolucionarios en hombres del orden, limitó las posibilidades de transformaciones más profundas.
La necesidad de que el Estado de Chile comience a participar de manera predominante en el control y administración de servicios públicos vitales para la población que en el pasado fueron entregados total y exclusivamente a grandes empresas privadas, ha quedado en evidencia en las últimas semanas.
Ya asumió Claudia Sheinbaum la presidencia de México. Esto fue en el Palacio de San Lázaro, sede del poder legislativo.
Son los tiempos de la decadencia moral. Los tiempos en que la derecha y la izquierda se confunden. Se mimetizan tras la defensa de un modelo económico cuya base esencial muestra signos de total agotamiento. Es el capitalismo en su forma más extrema, la que ha demostrado ser un peligro para la humanidad, que concentra la riqueza como nunca antes en pocas manos