A pocos días de una nueva elección de alcaldes, concejales, gobernadores y otras autoridades del país arrecia la propaganda radial y nuestras calles, ciudades y pueblos se llenan de afiches, volantes y otros coloridos artificios para llamar la atención de los ciudadanos. Los miles de candidatos gastan lo propio, lo que consiguen y lo que se endeudan a cuenta de los
El 18/O se repetirá, porque las instituciones fundantes del sistema de injusticias siguen presentes. Además, porque la elite económica y política del país, gracias a sus empleados, Guerra y Hermosilla, han puesto en evidencia -una vez más- la rapacidad, las trampas y los atentados a las leyes de la clase empresarial y sus políticos corruptos.
Al cumplirse 5 años del estallido social, la desidia y el desinterés de la casta política conservadora deriva en que nada haya cambiado y en que la ciudadanía no haya alcanzado las condiciones que le corresponden. Las estructuras neoliberales permanecen intactas y sus mentiras se repiten a diario.
En esta fecha de cruzadas acusaciones, destape de ollas, robos a granel, el criado viene a cumplir una destacada labor. Se mantenía más bien en las penumbras. De las adulaciones públicas, han surgido las privadas y los servidores de la oligarquía, se ocultan bajo las faldas de las trotaconventos, para no ser reconocidos. Ratas de ojos azules o negros.
La semana pasada la Cámara de Diputados, con los disciplinados votos de los partidos políticos UDI, RN, Evópoli, que conforman Chile Vamos, más Republicanos y Social Cristiano, livianamente suspendió al juez Muñoz de sus funciones jurisdiccionales, al aprobar la misma acusación constitucional que afectó a la jueza Ángela Vivanco, pero por motivos muy diferentes (sic)
Hoy, los estados-nación siguen el mismo camino que el imperio español. Los pueblos originarios son doblemente explotados como campesinos e indios.
no sorprende que detrás de esta poco deseable invitación esté el diario El Mercurio, reconocido medio de comunicación golpista y tendencioso, que recibió millones de dólares de Estados Unidos para derrocar el gobierno de Salvador Allende en 1973.
Es más fácil esconder la cabeza en la arena, como los avestruces al percibir peligro, que no ver la complejidad de nuestros problemas y desafíos. La vida y nuestro entorno no es en blanco y negro, sino lleno de grises y colores que representan la diversidad en toda su magnitud. Es por ello que nunca la causa de un problema es una sola, ni tampoco lo es su solución.
El pitazo final del Chile 1 – Brasil 2 resonó en el Estadio Nacional como un eco triste y previsible. Una derrota que parecía escrita mucho antes de que la pelota comenzara a rodar, como si el destino mismo hubiera ya decidido quién se llevaría la gloria y quién, una vez más, la miseria.
¿Qué pasó con aquellos que durante la dictadura salían a las calles, ya no solo sin permiso, sino que arriesgando mucho más que un regaño edilicio o una multa a beneficio fiscal? ¿Dónde está la gente que puso el pecho a las balas, literalmente hablando, cuando la cosa era peligrosa, pero por sobre todo necesaria y urgente?