Julio 3, 2024

Hijos de su Majestad

Los príncipes Cristóbal y Sebastián, cuyo papá es Rey del Imperio de Chile, saben desde querubines, cual es su destino en la corte. Menuda tarea para quienes algún día, no lejano, uno de ellos va a suceder al monarca. La designación debería recaer en el mayor, sin embargo, la pugna se ha iniciado, pues ambos creen ser el preferido. Desde antiguo los hijos disputan el derecho a ser rey, pues el cargo obnubila a cualquiera. Hay casos que incluso se baten a duelo y llegan al fratricidio, por obtener el trono.

 

Así también lo entiende el actual soberano, quien logró la corona imperial desde 2010 al 2014, dando sablazos a diestra y siniestra, para cercenar las cabezas de sus opositores. En 2015 fue desplazado por una plebeya, en un interregno de cuatro años y vuelve a ejercer de monarca, desde 2018 hasta la fecha. Sus dos hijos varones, los ya citados príncipes, educados desde mocosos en un colegio donde concurre la nobleza y se estudia ética empresarial, supieron trepar y se preparan día y noche, en su futura misión de suceder a papá. Viajan alrededor del mundo acompañando al emperador, quien no desea abandonar esta vida de pesadumbres e ingratitudes, sin asegurar la continuidad del régimen de la monarquía, hasta el fin de los tiempos.

 

Se sabe que el Conde Joaquín Lavín, asentado en sus dominios próximos a la cordillera, elegido por los caballeros de la mesa redonda, también aspira al trono de Chile. Ha convencido a duques y marqueses de distintas zonas del país, que él y no otro es el legítimo sucesor de la corona. “Nadie como yo, puede exhibir y acreditar tantos títulos de nobleza y sabiduría en el arte de gobernar” aclara presumido, cuyos antepasados llegaron al reino de Chile a combatir el paganismo de los indígenas, en una cruzada de amor. “Otros buscaban el oro y el moro, las riquezas y nosotros, no”, explica en seguida. A nadie extraña, que en su empeño por conquistar simpatías y aceptación entre el vasallaje, los artesanos y algunos hidalgos en ruinas, ha empezado a imitar al alcalde Daniel Jadue, que en la proletaria Recoleta, comuna emblemática de Santiago y cobijo de inmigrantes, ha iniciado una verdadera revolución, creando farmacias populares, ópticas y bibliotecas.

 

También Felipe von Kast, apoyado por los caciques arios de la Araucanía y las viuditas de Pinochet, anhela el trono. Quienes lo conocen de cerca, aseguran que ya compró una corona orlada de pedrerías, un manto de armiño, zapatos de piel de león, y en las mañanas, mientras se afeita, le dice al espejo: “Yo o nadie”. El espejo, nada le responde. Critica al actual monarca, por sus veleidades de viajar arrastrando a la prole, y ese afán oportunista de servir tanto a Trump como a Xi Jinping.

 

Los príncipes Sebastián y Cristóbal, enterados de las aspiraciones del Conde Sebastián Lavín y Felipe von Kast, las catalogan de frivolidades de advenedizos y absurdas triquiñuelas, propias de quienes desde las sombras, conspiran contra la monarquía y anhelan establecer en Chile, un nuevo feudalismo. Cuyo objetivo apuntaría a separar a los aborígenes de los inmigrantes y evitar así, que se mezclen. “Ambos advenedizos —sostienen los príncipes— sólo desean figurar, asistir a torneos locales, sin entender que las decisiones se ventilan en los torneos internacionales, donde concurren las rancias monarquías, a mostrar adargas, lanzas, mandobles y briosas cabalgaduras. Además, los títulos que exhiben, son tan falsos como beso de Judas, comprados en el mercado Persa”.

 

El Emperador, atosigado por el desmadre y la galopante corrupción en el Reino de Chile, bien podría abdicar a favor de uno de sus retoños. En las noches, apenas si duerme y como conoce parte de los monólogos de “El Rey se Muere” de Ionesco, los dice asomado a la ventana, cuando hay luna llena. “Mi reino por un caballo”, bueno esto es de Shakespeare, pero no importa. Nuestro país no es Francia, donde en 1789 le cortaron la cabeza en la guillotina al Rey Luis XVI, a su esposa, a miles de nobles y aristócratas. Sin embargo, la guillotina no se detuvo en su afán de limpieza. Se llevó por delante a varios revolucionarios. En Chile hay democracia, donde convive la izquierda y la derecha; anarquistas, impíos, monárquicos y los borregos, encalillados hasta el cogote. Vitales se perfilan los próximos días de esta pugna, pues se va a conocer por un edicto real, quién será el privilegiado en ocupar el trono del Reino de Chile. Mientras tanto, en las filas republicanas donde predomina el caos, se pelean, se arañan y se acusan de vendidos al Rey Sebastián. De ser así, hay monarquía para rato.  

 

 

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