Julio 4, 2024

Los “chalecos amarillos”: del Jorobado de Notre Dame a Los Miserables

Con el incendio del techo de la Catedral de Notre Dame las obras del gran escritor, Victor Hugo, se han vuelto a poner de moda. Los funerales de Victor Hugo, que tuvieron lugar el 1º de julio de 1885, congregaron más de un millón quinientas mil personas, (para la época, un verdadero record). El gobierno burgués de la III República quería evitar que los obreros y, sobre todo, los anarquistas se apropiaran del entierro, razón por la cual se decretó día laboral normal solamente para los obreros. El funeral fue una verdadera fiesta orgiástica, pues acudieron en masa entre otras, las prostitutas de París.

 

El gobierno decidió sepultar directamente en el Panteón los despojos mortales de Victor Hugo. Políticamente, Victor Hugo pasó de monárquico a revolucionario al ver las injusticias sociales de su época, denunciando la miseria que, según él, se podía superar – tal como se había logrado con la erradicación de la lepra -. Respecto de su creencia en Dios, Victor Hugo pasó de volteriano a convertirse en un cristiano que rechazaba todas las iglesias, como lo expresó en su testamento. La iglesia católica quiso apropiarse de su entierro, pero fue  rechazada por los organizadores. Para Victor Hugo el alma tenía un sentido muy superior a lo corporal.

 

 

 

En el plano político Victor Hugo fue radical en el rechazo al II Imperio: se burla de Napoleón el “Pequeño”, a quien llamaba mediocre y enano, que le valió el exilio, en las islas Normandas británicas, y se negó a aceptar la amnistía que le ofrecía el emperador, y sólo volvió una vez finalizada la guerra franco-prusiana.

 

 

 

El incendio de la Catedral de  Notre Dame, acaecido recientemente, despertó las esperanzas de Emmanuel Macron en el sentido de que este drama aquietaría los ánimos y provocaría una especie de unidad nacional, y muy seguro de sí mismo, atrasó su discurso-resumen de gran debate para el jueves  25 de abril, pero los acontecimientos se desarrollaron en forma imprevista, pues el movimiento de los “chalecos amarillos”, en vez de suspender su 23 sábado de protesta, se radicalizaron aún más, definiendo su llamado como un “segundo ultimátum”, pues se espera que el 1º de mayo, con el concurso en masa de los obreros, la movilización sea aún más masiva.

 

 

 

Desde que se inició la rebelión de los “chalecos amarillos”, los slogans se han ido radicalizando: ya no se habla sólo  de jubilaciones, poder de compra, impuesto a la bencina, pues claramente hoy se habla de revolución que, en los sectores más radicales de los “chalecos amarillos” no se condena tan rotundamente a los violentistas, que destruyen a su paso ventanales de restaurants y tiendas de deporte.

 

 

 

La estrategia del ministro del Interior ha sido un fracaso: aplicar la violencia a los manifestantes ha significado para algunos de ellos la pérdida de un ojo o lesiones graves en las piernas. El enorme número de detenidos y pasados al juzgado les ha servido de muy poco, pues ha sido muy difícil juntar pruebas para condenar a los manifestantes.

 

 

 

23 sábados consecutivos han terminado por agotar las fuerzas de la policía, que insertas en la sociedad, policías  y familias, sufren el odio de la población, a quienes culpan de usar armas que dañan a los manifestantes. En muchos casos, la disuasión ha pasado a convertirse en represión desmedida.

 

 

 

Desde el mes de enero del presente año hasta hoy se cuenta con 28 suicidios de policías antimotines, en gran parte a causa del stress provocado al no contar con ningún sábado feriado y, además, forzados a golpear a sus conciudadanos.

 

 

 

El dinero entregado por los millonarios para la reconstrucción de la Catedral ha provocado la indignación de mucha gente, que vive con sueldos miserables o con jubilaciones mínimas, y protestan por el empleo del dinero en piedra y otros elementos materiales en vez de pan para los miles de personas más necesitadas.

 

 

 

Los líderes  de los “chalecos amarillos” han hecho ver, a través de los medios de comunicación, que los donantes millonarios no son filántropos del arte, sino que aprovechan su “generosidad” para no pagar impuestos.

 

 

 

Las manifestaciones de los “chalecos amarillos” no están relacionadas con la masividad, por consiguiente, poco les importa que algunos ciudadanos temerosos no concurran a las marchas, y tienen claro lo que se proponen, es decir, terminar con la situación de pobreza actual y, eventualmente forzar la salida del Presidente Macron y, ojalá, lograr el fin de la V República.

 

 

 

Macron, por su parte, ya está luciendo la soga del ahorcado al no reinstaurar el impuesto a las grandes fortunas, y en el plano político, no implementar el RIC (Referendo de iniciativa ciudadana), limitando esta figura a nivel regional. Si algo está claro, a partir del mes de noviembre de 2018, es que los “chalecos amarillos” no creen en la democracia representativa y postulan la democracia directa.

 

 

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

 

21/04/2019

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