Crisis económica y sus impactos políticos
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La pandemia del coronavirus ha desatado una aguda crisis del capitalismo a nivel mundial, del cual Chile no se sustrae.
Las últimas cifras de empleo publicadas por el INE dejan ver el rigor que los efectos de esta crisis económica sobre las clases populares en Chile, y que seguramente se acentuarán aún más con el correr de esta.
La tasa de desocupación del trimestre móvil enero-marzo saltó al 8,2%, en contraste con el 7,8% que exhibía en el trimestre anterior y el 7,2% que alcanzaba para igual período del año anterior. Dado que la metodología del INE promedia tres meses consecutivos, los efectos inmediatos se ven atenuados por las cifras previas al comienzo de la crisis. Se puede inferir entonces que la desocupación en marzo fácilmente se acercó, o superó, los dos dígitos. Es previsible que en los meses que vienen esta se empinará por sobre el 10%, pese a todas las facilidades dadas por el gobierno al capital para mantener la actividad en funcionamiento.
El estallido social había desnudado las debilidades estructurales de la acumulación capitalista en el país, impactando directamente sobre los trabajadores. Ya a principios de año la desocupación venía mostrando un alza sostenida; igual que las remuneraciones, cuyo aumento real anual viene desacelerándose significativamente desde septiembre de 2019, hasta alcanzar una magra expansión de 0,6% en febrero de este año según informa el INE.
La pandemia vino a sumarse a este escenario de debilidad general de la economía. Cierre forzado de faenas, despidos, cese temporal de trabajo, etc. Sin embargo, y a diferencia del escenario del estallido social, ahora la crisis es a nivel mundial, no hay país que se salve y al cual Chile pueda recurrir para sostener su alicaída actividad económica.
Como contracara, las penurias materiales que enfrentarán las clases populares traerán una importante desestructuración de estas, lo que indefectiblemente incidirá en su proyección como actor en el plano político.
Un aspecto relevante de la dura situación económica que se avecina son las consecuencias sobre el escenario político nacional. Con la crisis sanitaria gran parte del cuadro ha cambiado. Previo a desatarse la pandemia, el país se preparaba para enfrentar a fines de abril el plebiscito constitucional. Sin embargo, este terminó siendo aplazado para octubre. A su vez, la agitación social menguó, el gobierno recuperó la iniciativa y subió sus niveles de popularidad. El equilibrio de poderes en el seno del Estado se desplazó, inclinándose esta vez hacia el ejecutivo en desmedro del Parlamento. Y por último, las fuerzas de orden público han podido tomar un respiro y rearticularse.
Como contracara, las penurias materiales que enfrentarán las clases populares traerán una importante desestructuración de estas, lo que indefectiblemente incidirá en su proyección como actor en el plano político. Lejos de reforzar el espíritu de combate que ciertos sectores de estas venían mostrando, la dura lucha por la subsistencia diaria las desviará en lo inmediato de los objetivos políticos que puedan haberse llegado a plantear con el estallido de octubre. El aumento de la miseria las deja expuestas además a la manipulación del capital a través de la ayuda social, pública y privada, que este reparte.
En efecto, en el informe del INE se consigna una tasa de informalidad para la ocupación del 28,9%, máximo valor observado para dicho indicador desde septiembre de 2017. O sea, no solo el desempleo golpea a los trabajadores en Chile, sino que, incluso en el caso de los que conservan sus puestos, estos se ven expuestos a una creciente falta de protección social y reglamentación laboral en sus trabajos. Así, sus condiciones laborales se deterioran paulatinamente en este nuevo escenario.
Si la tasa de desempleo global no ha aumentado significativamente en lo inmediato se debe, en parte, a la expansión del número de trabajadores informales, 6,6% según el INE, alcanzando un total de 2,5 millones de personas. Esta forma de contención de la desocupación, sin embargo, tiene límites estrechos en el mediano y largo plazo.
Miradas las cifras desde una perspectiva de clases sociales[1], se observa que el alza de la informalidad no es solo un fenómeno radicado en la pequeñaburguesía tradicional –clase típicamente enfrentada a condiciones precarias de trabajo– como podría pensarse. Los datos del INE revelan que el fenómeno está golpeando también con fuerza a sectores propiamente obreros. Así lo denota la expansión del 14,8% de los ocupados informales de la categoría asalariados privados, en un contexto en que la ocupación asalariada se contrajo en un 0,82%. De este modo, el componente de ocupación informal dentro de los asalariados privados alcanzó el 18,2%.
Todo esto habla que el actual escenario no constituye un simple paréntesis. El cuadro político no volverá a ser el mismo una vez que las restricciones sanitarias sean levantadas. Las condiciones que enfrentarán la clase trabajadora y sectores populares del país de cara a los desafíos políticos que se vienen serán sustancialmente distintas. Lamentablemente de una forma desfavorable para estas.
Las más expuestas son aquellas fracciones obreras empleadas por el pequeño y mediano capital (el 72,9% del total de ocupados informales se concentra en empresas con 10 o menos trabajadores). Sin embargo, tampoco las fracciones empleadas por el gran capital quedan exentas del deterioro de sus condiciones de trabajo. Así lo dejó en evidencia el que cuatro grandes empresas (Cencosud, Ripley, Salfacorp y Viña Cocha y Toro), cuya cotización bursátil figura además en el principal indicador de la bolsa chilena, el IPSA, se acogieran a la ley de protección del empleo promulgada por el gobierno.
Es indudable que la eventual fuerza de la acción colectiva de la clase obrera sobre el capital se ha visto debilitada. A esto se añade la extensión del impacto sobre las condiciones materiales de trabajo hacia otras clases asalariadas no obreras, tales como el funcionariado público y las clases medias. A la ya mencionada alza de los ocupados informales en la categoría de asalariados privados, se suma además la expansión de un 32,9% de ocupados informales en el sector público.
Todo esto habla que el actual escenario no constituye un simple paréntesis. El cuadro político no volverá a ser el mismo una vez que las restricciones sanitarias sean levantadas. Las condiciones que enfrentarán la clase trabajadora y sectores populares del país de cara a los desafíos políticos que se vienen serán sustancialmente distintas. Lamentablemente de una forma desfavorable para estas.
MAXIMILIANO RODRIGUEZ
Mayo 2020
https://www.puntofinalblog.cl/post/crisis-econ%C3%B3mica-y-sus-impactos-pol%C3%ADticos
[1] Para un marco de análisis de clases sociales en el Chile contemporáneo véase M. Rodríguez: Estructura social, organización laboral-gremial y lucha de clases en el capitalismo chileno. Disponible en: https://www.puntofinalblog.cl/post/estructura-social-organizaci%C3%B3n-laboral-gremial-y-lucha-de-clases-en-el-capitalismo-chileno