Crónicas de un país anormal

Elecciones argentinas y el factor Pichetto

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Podría ser la primera vez en la historia de Argentina que un Presidente no peronista complete su período legal e, incluso, tenga la posibilidad de su reelección.

Al hábil paso  de Cristina Fernández al consagrar como candidato presidencial a Alberto Fernández, le siguió el nombramiento del senador peronista, Miguel Ángel Pichetto, por parte del Presidente Mauricio Macri. Pichetto   tiene fama de haber líder parlamentario en todos los gobiernos peronistas, desde Menem hasta los Kirchner, y hasta ahora lideraba el bloque  de las bancadas de  oposición a Macri.

 

 

El senador Pichetto no aporta ningún voto a la candidatura de Macri, incluso, tiene muy poco apoyo popular en la provincia de Río Negro, donde es senador, sin embargo, desde el punto de vista del imaginario político, muestra el quiebre, provocado por este paso de Macri, atrayendo a un peronista a sus filas y, a su vez, ampliando el frente del PRO radical peronista.

 

El peronismo siempre ha sido un hito que ha marcado la historia política  argentina, pues siempre ha jugado un papel importante, incluso en épocas de persecución: los peronistas han pasado desde  seguidor de las encíclicas papales, a comienzos del gobierno del general Juan Domingo Perón, a la ultraderecha de López Rega, pasando por el neoliberalismo de Carlos Saúl Menem y el radicalismo izquierdista de los Kirchner.




 

El peronismo actualmente se encuentra dividido en varias tendencias:  una de ellas agrupaba a los que se llaman “los federales”, que tenían cómo líderes a varios precandidatos a la Presidencia de la república, entre ellos a Roberto Lavagna, ex ministro de Economía, Juan Manuel Urtubey, Miguel Ángel Pichetto y Sergio Massa, que representaban la tercera posición, (vía del medio entre Cristina Kirchner y Mauricio Macri).

 

Ya conformadas las dos alianzas Fernández-Fernández y Macri-Pichetto, la tercera vía a la presidencia de la nación  se ve muy disminuida; seguramente presentarán como candidato a Roberto Lavagna y, a la vicepresidencia a Juan Manuel Urtubey, pero en el fondo se impondrá la desaparición del centro y el predominio de los extremos.

 

En la democracia bancaria importa poco la soberanía popular, pues la presión de las bolsas, de los mercados secundarios de bonos, las opiniones de las asociaciones patronales y bancarias, juegan un papel decisivo: el mismo día en que Macri anunció la fórmula de ir junto a Pichetto, el riesgo país bajó de 950  a 850 puntos. En la Bolsa de Nueva York subieron todas las ADR argentinas.

 

El destino de la candidatura de Macri-Pichetto depende, en lo fundamental, de los resultados de los indicadores económicos: si mantiene el dólar a $45 y no supera la barrera de los $50 pesos por  dólar y, además, controla el riesgo país en menos de mil puntos, Macri-Pichetto mantienen la posibilidad de ganar la segunda vuelta en las elecciones presidenciales del próximo mes de octubre.

 

La fórmula Macri-Pichetto pretende centrar el clivaje en la disyuntiva democracia-populismo, o más precisamente, democracia o chavismo, la manida fórmula “fakes news”, que dio resultados en Chile, y esta vez con “Argentinazuela”.

 

Sergio Massa, ex candidato que ocupó el tercer lugar en las elecciones anteriores, acaba de apoyar la fórmula  de Fernández-Fernández, sellando con buen café con el candidato presidencial.

 

La forma argentina para acordar las alianzas consiste en reparto de cargos: para conquistar a Sergio Massa los kirchneristas tendrían que ofrecerle el encabezamiento de la lista de diputados en Buenos Aires y la presidencia de la Cámara. En el otro sector participarían en el reparto los radicales y Lilita Carrió.

 

La política argentina ha estado dominada por una trilogía de partidos: los militares, los radicales y los peronistas; hoy este esquema parece que se ha roto, produciéndose   la alianza entre radicales – cada vez pierden más importancia – y un pequeño sector del peronismo. Bien vista la situación desde un ángulo político, Pichetto piensa lo mismo que Macri en los temas económicos e, incluso, está más a la derecha en el tema de la inmigración.

 

El intento de los radicales por adquirir protagonismo en la alianza macrista, planteando la idea de ampliar la combinación, se le puede convertir en un bumerán, pues no sólo el peronista Pichetto los reemplazó en la posibilidad de ocupar la vicepresidencia, sino que también le restó protagonismo en la alianza.

 

Desde ahora y hasta el mes de octubre la política argentina estará centrada en las elecciones presidenciales, sobre todo, en la disputa entre Cristina Fernández y Mauricio Macri, utilizando como intermediarios a Alberto Fernández  y a Miguel Ángel Pichetto, respectivamente, en que ambos aportan cero votos, pero son muy útiles para ganar espacios en el centro político y, a su vez, poder destruir el intento de la fórmula de Roberto Lavagna-Juan Manuel Urtubey, que intenta formar un peronismo republicano y federalista.

 

La verdad, ahora cualquiera que gane en las elecciones del mes de octubre tendrá que enfrentar el riesgo de default: es sabido que el juego de las finanzas depende de las expectativas, por consiguiente, el nombramiento de Pichetto ha logrado calmar el miedo de especuladores, compradores de bonos buitres, especuladores, banqueros e inversionistas, ante el posible triunfo de la fórmula Fernández-Fernández, que dejaría el senado en manos de Cristina Fernández, y de su hijo, Máximo Kirchner, como presidente de la Cámara de Diputados.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

18/06/2019  



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