Trump asume con aires de emperador de Occidente
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El 20 de enero del 2025 será una fecha para guardar en la memoria. El convicto, delincuente temporalmente aplazado en su penitencia, ha logrado elevarse al trono imperial de los EE.UU. de América.
El boato del acto de juramentación (sin poner la mano en la Biblia, que graciosamente sostenía su esposa) y las gesticulaciones faciales del personaje central, hablan de una postura imperial, de soberanía sin remilgos, total y totalista. Es algo parecido a la hazaña de Napoleón al ser coronado emperador de Francia por el papa Pio VII, al que quitó el cetro y se coronó por sus propias manos, por allá en 1804, en la catedral de Notre Dame. Acá, este nuevo Emperador, se juramentó ante la Constitución, pero no ante la Biblia. Bueno, por otra parte, la Constitución y la Ley la ha atropellado tantas veces, en su anterior mandato, que ya prácticamente se juramenta ante sí mismo: “El Estado soy yo”, decía Luis XIV, en la misma Francia de Napoleón. De hecho, lanzó una chorrera de decretos en los primeros minutos de su mandato, decretos que más parecen un deseo de venganza, pues nombra en las carteras a fulanos que han actuado justamente en contrario de lo que sus ministerios se proponen. También entre esos decretos está el del perdonazo a todo ese enjambre de locos que asaltaron el Capitolio, bajo su insensata insinuación (al tonto basta decirle que sabe pegar, para que se lance a dar golpes a diestra y siniestra). También tuvo la imperial idea de que en EE.UU. constitucionalmente y por antojo de él mismo, existen sólo dos sexos: hombres y mujeres. Este extremismo sexual se acomoda perfectamente a la mentalidad de cualquier troglodita, violador, abusador o degenerado mental. Obviamente las categorías intermedias no lo tomarán muy graciosamente. Por añadidura, prohibió el otorgar la nacionalidad americana a todo hijo de inmigrante nacido en EE.UU.; promete expulsar a millones de inmigrantes, sin reparar en las advertencias de que ello le puede costar cientos de miles de millones de dólares, tanto por costos operativos (unos $ 80 mil millones de dólares), como costos por menor producción y menores ingresos tributarios.
Este nuevo “Emperador”, no se contenta con serlo de Francia (como Napoleón), desea ampliar sus dominios imperiales (como Putin); claro que el benemérito Trump exhibe un listado asombroso: Panamá, Groenlandia, México y Canadá….., y con los días surgirán otros, pues cuando el lobo saborea una presa, va por más. Elon Musk, en una fase delirante de poder, que no le conocíamos, lanzó un saludo típicamente hitleriano, tan potente y marcial como los viejos acólitos de la SS. El inconsciente nos traiciona, incluso al respirar, decía el señor Freud.
Estos pseudo emperadores son buenos para culpar a otros, toda vez que deben justificar sus trapacerías, sus sueños imperiales y su tendencia a violentarlo todo. Napoleón se justificaba en la República y contra las monarquías del resto de Europa; Hitler culpaba a los judíos, gitanos, franceses e ingleses; Putin culpa a la OTAN y a los “Nazi” de Europa. El nuevo emperador culpa a los Chinos, a los inmigrantes, a Europa y a los “perdedores” del mundo globalizado, sin darse cuenta que entre los perdedores del mundo globalizado vienen estando ellos mismos: si vemos, luego de ser la gran potencia prestamista hacia Japón y Europa en la postguerra, luego de tener la mayor capacidad industrial del planeta (hoy fugada hacia la zona asiática), de ser la mayor potencia bélica, viene rezagándose en varios aspectos. Ya contiene más de 40 millones de pobres. J.Stiglitz, señala en su libro “El precio de la desigualdad”, que el 40% de los norteamericanos no podrían enfrentar una emergencia de US$ 300 (es decir son pobres de soberanía). Contienen en su geografía humana una masa de personas dañadas por la droga, que los lleva a ser los mayores consumidores de estupefacientes del mundo; es el país con la mayor deuda externa global y comercialmente han sido superados por los asiáticos, así como militarmente se le acercan Rusia y China.
Pero el gran líder, ese mismo que en su primer mandato planteaba instalar a Estados Unidos como la potencia que fue, pero desarrollando la economía interna, en una apuesta diferente a los gobiernos de los Demócratas, los cuales venían aupando las grandes alianzas comerciales, ahora en su segundo mandato sigue planteando privilegiar a todo trance el interés de los norteamericanos, ante lo cual se propone elevar aranceles de importación (con lo cual se le disparará la inflación y la pobreza), prohibir otras importaciones, expulsar migrantes de manera masiva, desentenderse de la OTAN y su costo bélico, resolver el tema del Medio Oriente y de Rusia-Ucrania. Todo ello para dedicar su tiempo a “conquistar nuevas tierras”, desarrollar un imperio tecnológico insuperable, con todos los magnates tecnológicos a su lado: Musk, Zuckerberg, Bezos y Bill Gates. Porque- señalan- en ese dominio tecnológico se fundamentará la nueva “riqueza de las naciones”….y será la estrategia que privilegiará EE.UU. para su nuevo sueño imperial.
Lo de conquistar territorios, puede ser, más bien, una jugada de buen negociante, o de especulador en la mesa de casino. Con ello pretende ablandar al oponente y sacarle ciertas concesiones, porque si pretendiera tomarse en serio la estrategia de Putin, de recuperar el tiempo (imperio) perdido, entonces es mejor sentarse a ver pasar el cortejo fúnebre del mundo como lo conocemos.
En todo caso, si de respetar sus amenazas se trata, el otro “monarca” de Corea del Norte se lo birló de manera espectacular, porque después de las amenazas de “barrerlo del paisaje”, ahora Kim Jong Un tiene más armas nucleares y lanza cohetes como si fuera noche de festival. Tampoco se ve que Putin le vaya a hacer mucho caso, excepto que Trump le corte el financiamiento a la OTAN y Europa se achique, restándose a seguir apoyando a Ucrania, con lo cual aseguraría la estrategia de Putin, que no es muy distinta de la que Trump anuncia, como ya lo hemos señalado, aunque el imperialismo de Norteamérica ha sido más económico que territorial, es ahora que se le antoja acrecentar los acres de su geografía política.
Tampoco es tan cierto que el líder extremista de Israel se vaya a detener en sus afanes territoriales de “tierra arrasada”. El hombre necesita permanecer en el poder y para eso debe seguir en el papel de gran guerrero.
Veremos por cual pendiente se desliza el Planeta. Mefistófeles mediante, no nos queda más que recurrir a las brujas en noche de Walpurgis o a un “auto sacramental”, que en un salto místico nos haga superar este aterrador panorama.
Para más remate, el “emperador” ya ha nominado a su sucesor, su hijo menor Barron Trump. Con lo cual pretende generar el linaje de sucesión nobiliario, que tanto se usa en las dinastías de Europa. Buena mudanza: de República a Monarquía Imperial, y con aires totalitarios.
Hugo Latorre Fuenzalida.