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Y la justicia se rinde a sus pies

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Cuando se le antoja, entra y sale de la cárcel. Doña Cathy Barriga, ex alcaldesa de Maipú, posee como nadie, esa facultad prodigiosa de ser reina, mientras permanece cautiva o con arresto domiciliario total. Nadie como ella reúne los atributos de hacer desaparecer miles de millones de pesos, con el propósito, de acercar la farándula a la gente. Quienes la admiran a rajatabla, arguyen que llevó la alegría a una comuna donde está el Templo Votivo, y por ende, sus habitantes son piadosos. Ajenos a la vida mundana. A su gestión municipal, había que otorgarle aire de farándula, challa, serpentina, fuegos artificiales, y peluches desde luego, utilizando recursos, destinados a la educación, vivienda y salud. Despercudir a santiaguinos, que aún aman la vida campesina. Pura magia, ejercida por quien conoce al dedillo, el arte de birlibirloque, al cabo de años de participar en la farándula.

Meritorio si se quiere. No cualquiera posee semejantes atributos naturales. Hay oficio, ese aire fresco, que irradia, mientras actúa, baila, canta y se convierte en directora. Vedette de día y de noche, jamás superada por quien juega a la política. Conoce al dedillo el arte escénico y lo manipula, apoyada por su rutilante belleza criolla. Por algo ascendió en la difícil y compleja TV, donde es habitual darse costalazos. Al llegar a la alcaldía de Maipú, se deslumbró. Jamás en su alborotada vida, había tenido tantos recursos económicos, destinados a saciar sus ambiciones ególatras. La tentación le abrió las puertas de la codicia e incapaz de dominarla, se dejó arrebatar por el derroche.

En medio del alocado despilfarro, creyó ser reina de alguno de los cuentos de hadas, que leyó en su niñez. Personaje de novela de Alberto Blest Gana o de aquella muchacha pobre, que llega a Santiago a convivir con una familia aristócrata y el señorito de la mansión, termina enamorándose de ella. Como esta historia es parte de la ficción, doña Kathy Barriga, ansiaba vivir la realidad. Darse lujos, trepar y trepar por la resbaladiza escalera social, bien agarrada a sus barandas. Darse ínfulas a destajo y apechugar, como si fuese pavo real.

Lo consiguió, convencida de ser intocable. A su alrededor florecía un séquito de aduladores profesionales que contribuía a su ego. A las reinas se las venera y nada se les cuestiona. Vinculada ahora a poderosas familias, afines a la política y la oligarquía, jamás creyó que podía ser investigada. El dinero existe para ser gastado o dilapidado y ella desde siempre, lo pensó así. Se le abrían las puertas de la fama, y la magia de la vida rutilante, asomaba en su beneficio. El eterno carnaval de la vida. ¿Cómo negarse a este embeleco, obsequio del destino?




Una noche cualquiera, Cathy Barriga miró la Vía Láctea y quedó patidifusa. Al conocer cómo se había formado según la mitología, pensó en sí misma. Su vida podía parecerse a aquello, si lograba ser elegida alcaldesa. Lo consiguió, a través de un trabajo de hormiga, mientras los charlatanes y corifeos la adulaban y se acercaban al almíbar. Su historia empezaba a convertirla en heroína de una novelita de Corín Tellado. Todo un personaje de la farándula criolla, que disputa por emerger desde el medio pelo. Patipelados, migrantes y vendedores ambulantes, incluidos.

Sabe combatir y pareciera que arrastra a la justicia de las quijadas, para zamarrearla. Cuantas veces se le antoja en este afán y las oportunidades son numerosas. Aunque encolerice a los admiradores de Juana de Arco, trata de imitarla. Inmolarse en el fuego purificador. Nadie como ella, ha alcanzado la esquiva celebridad. Nació para ser reina.

Walter Garib

 

 

 

 



Walter Garib

Escritor

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