La ruta chilena hacia Fuenteovejuna
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“¿Quién mató al Comendador?… ¡¡Fuenteovejuna, señor, Fuenteovejuna lo hizo!!”. Esa es sin duda la frase principal, el corazón mismo, de la legendaria obra teatral que el español Lope de Vega escribió y publicó, aproximadamente, en 1619, una ficción que sin embargo se asentaba en hechos reales acaecidos con mucha antelación en la España del siglo dieciséis (en ese mismo pueblo llamado Fuenteovejuna).
Según se lee en esa obra no hay un asesino ubicable en el crimen que termina con la vida del gobernador. Es Fuenteovejuna, el pueblo todo, quien hace justicia por propia mano ante la desidia -o pacato interés- de las autoridades que supuestamente debían estar a cargo de ella. Algunos vecinos dan muerte al gobernador, pero todo el pueblo se atribuye el hecho.
Es lo que muchos críticos literarios han calificado ese ícono teatral como “la unión del pueblo contra la opresión y el atropello”.
Bueno…esa es la trama de la obra de Lope de Vega, pero el traqueteo que la Historia ha ejecutado en varias naciones da cuenta también de nuevos actos perpetrados por “Fuenteovejuna”, aunque (necesario es señalarlo) la ira popular no siempre apunta contra una autoridad, al menos no directamente, como podremos constatar en las siguientes líneas.
Paul Krugman, nobel de Economía (autor de “El retorno de la economía de la depresión”), publicó su última columna en el Times y reflexiona sobre lo que ha cambiado en Estados Unidos y en el mundo en estos años.
“Lo que me sorprende, escribe Krugman, es lo optimistas que eran entonces muchas personas, tanto aquí como en gran parte del mundo occidental, y hasta qué punto ese optimismo ha sido sustituido por ira y resentimiento. ¿Cómo fue que en el transcurso de dos décadas la idea de un futuro prometedor se convirtió en un panorama sombrío?”
Buena pregunta, sin duda. Por ahí va, pues, aquello de Fuenteovejuna 2024. Y no se trata exclusivamente de las materias a las cuales siempre responsabilizamos de ser engendradoras de la mayoría de nuestros débitos como sociedad, la Economía y la desigualdad…aunque (aún a riesgo de repetirnos), al menos no directamente, como aquello de la autoridad culposa.
Agrega Krugman, “aunque el resentimiento puede llevar al poder a gente mala, a largo plazo no puede mantenerla en él. En algún momento, el público se dará cuenta de que la mayoría de los políticos que despotrican contra las élites en realidad son élites en todos los sentidos importantes, y empezará a pedirles cuentas por no cumplir sus promesas. Y en ese momento el público estará dispuesto a escuchar a quien no intente argumentar desde la autoridad, no haga falsas promesas, sino que intente decir la verdad lo mejor que pueda”.
Instantáneamente mi cerebro ordena pensar en Chile, en nuestra realidad económica expoliada por el ultra neoliberalismo que es padre y madre de la corrupción desatada y de la indesmentible división de clases ante la justicia, así como cobijo imperfecto de la delincuencia y el narcotráfico, elementos sin los cuales el sistemita de marras tal vez no sepa funcionar.
Y con ellos viene aparejada la violencia, la delincuencia sin ambages ni pudores ya que al dueño del circo todo le está permitido en nombre de la “economía y el desarrollo”. Policías vendiendo armas a narcotraficantes y a bandas del crimen organizado, familiares de ‘eméritos’ dirigentes políticos vendiendo, con facilidades extremas, motocicletas a extranjeros que están en el país de manera irregular, algunos de los cuales no ocupan esos vehículos para un quehacer legal, permitiendo que transiten por nuestras ciudades centenares de motochorros robando, asaltando y, además, desobedeciendo por completo las leyes del tránsito y las normas de buena vecindad.
Cuando corrupción, delito y violencia están en manos de “los de arriba”, el establishment habla de “riesgos no deseados de la inversión y la producción”… pero, cuando corrupción y violencia están en manos de “los de abajo”, el mismo establishment califica aquello como “graves hechos propios del terrorismo y la delincuencia”. Bajo ese amparo y parámetro actúan Justicia y Prensa.
De esa forma, el país comienza a convertirse en una olla a presión que amenaza explotar socialmente, y busca un punto de salida que le permita deshacerse de una parte de aquella presión ardiente que lo asfixia.
Fuenteovejuna está al acecho, y finalmente encuentra el boquete de escape: la delincuencia…he ahí el asunto que puede ofrecerle al monstruo la catarsis que requiere. Si a la autoridad se le escapó el control de la delincuencia y del mal vivir de cientos de personas que convierten la vida de la mayoría en un completo infierno, entonces…claro…Fuenteovejuna.
Y ya comenzó…la gente ha decidido hacer justicia con sus propias manos y sus propias leyes ante los actos de violencia que la otra justicia, la oficial, sanciona con una levedad tal que deja asomar sospechas de supuesta aceptación y complicidad -o dependencia bien remunerada- en beneficio y cobijo de quienes, precisamente, deberían recibir todo el peso de la ley.
Hace algunas horas, los vecinos de una población en una ciudad nortina del país, incendiaron la casa de narcotraficantes que habían tenido aherrojada a la juventud de aquel lugar, y que la justicia dejó solo en libertad vigilada, lo que para la gente era sinónimo de ‘perdón oficial’.
En las últimas semanas, en distintos puntos del país, la policía y la prensa encontraron delincuentes apaleados salvajemente, otros atados a postes, y más de uno agonizando en un hospital debido a los golpes de pies, puños y palos recibidos.
Además, en servicios de transporte urbano ha habido casos de golpizas a sujetos que asaltaron a un pasajero o intentaron hacerlo. Ello también ha acaecido en el Metro de Santiago respecto a individuos que confundieron ese servicio con una quinta de recreo, transformando los carros del tren en un escenario popular donde tienen cabida bombos, batería, pianola y trompeta, amén de guitarras, charangos y bongó.
Cuando las autoridades no son capaces de controlar todo eso debidamente y a tiempo, Fuenteovejuna hace su aparición…y si ello ocurre, la perspectiva es de verdad oscurísima para la gente, para las mismas autoridades y para el país en su conjunto.
En estos momentos, la delincuencia, la corrupción en altas y bajas esferas, la justicia de clases y la incivilidad puesta diariamente en escena por grupos que se adueñan de barrios enteros, con políticos que amparan y defienden tamañas cuestiones, son la brecha, el boquete, por donde el ardiente vapor de esa olla a presión que es el país, busca salida.
Lo anterior está avalado por los hechos realizados por algunas importantes autoridades, como es el caso del recién electo alcalde de Santiago, Mario Desbordes, quien, a lo largo de su campaña aseguró una y diez veces que los inefables “toldos azules” y el comercio ambulante los eliminaría por completo, pero… no bien se hizo cargo del sillón alcaldicio borró lo anterior diciendo que ello era ’casi imposible’.
Mientras tanto, Fuenteovejuna mira y acecha…
Arturo Alejandro Muñoz
Ricardo says:
Qué apropiado paralelo ; y creo existe una variable principal tras ese descontento acumulativo : los sentimientos de las mayorías no se están expresando , sino reprimiendo ( o interviniendo , modelando y subrepticiamente violentando, en mayor medida que antes) , con la masificación de internet como vehículo fundamental para esa expresión en los últimos 10-20 años; todo ello según varios teóricos del «capitalismo de la vigilancia» .