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¿Es el Partido Republicano chileno una derecha radical?

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El Partido Republicano de José Antonio Kast ha despertado opiniones y análisis variados respecto a su carácter político. Algunos lo etiquetan como una derecha radical o incluso extrema, mientras otros sostienen que no es más que una continuación de la Unión Demócrata Independiente (UDI) de los años noventa, pero con un discurso más afilado (véase, González de Requena y Riveros 2024). En esta columna, mi propósito es ofrecer una reflexión crítica sobre esta cuestión y desentrañar si, en realidad, el Partido Republicano puede categorizarse como una formación radical de derecha o si estamos ante una versión actualizada de la derecha neoliberal chilena de las últimas décadas.

En primer lugar, es esencial considerar el marco teórico que distingue la derecha radical de la extrema derecha, tal como lo han señalado Ferreira (2019) y Mudde (2007). En este contexto, la derecha radical puede rechazar ciertos aspectos de la democracia liberal, como el pluralismo político o la protección de las minorías, pero a diferencia de la extrema derecha, no cuestiona la esencia del sistema democrático.

En segundo lugar, vale la pena señalar que el Partido Republicano es, ante todo, un firme defensor del modelo neoliberal implantado durante la dictadura militar de Pinochet (Aranda 2022). La matriz económica que Kast y su equipo sostienen no es otra que la heredada del famoso «Chicago gremialismo», ese experimento socioeconómico liderado por los Chicago Boys que marcó a Chile desde los años setenta (Díaz, Rovira y Zanotti 2023). De hecho, el partido no solo defiende este modelo, sino que busca su radicalización: toda intervención estatal en la economía es demonizada, y la idea de un «estado mínimo» se convierte en un mantra repetido una y otra vez en sus discursos. Desde esta perspectiva, más que un partido revolucionario o disruptivo, el Partido Republicano parece ser una suerte de guardián de las esencias neoliberales, un baluarte que busca perpetuar el mismo modelo que la UDI defendía en su momento.

Este enfoque es uno de los primeros puntos que nos lleva a cuestionar la etiqueta de «radical». Si bien el término puede aplicarse en el sentido de que abogan por una profundización del neoliberalismo, no parece que estemos ante un proyecto que desee romper con las estructuras políticas o sociales actuales. Es, en cambio, una propuesta que busca perpetuar el statu quo económico que beneficia a ciertos sectores, y que trata de desmantelar cualquier intento de regulación estatal en áreas clave de la economía. En lugar de una revolución, el Partido Republicano propone una regresión a los principios fundamentales que rigieron la economía chilena en los años de la dictadura y en los primeros años de la transición democrática.




Otro aspecto que destaca en el discurso de Kast es su visión profundamente dicotómica de la política. Al igual que la UDI en los años 90, el Partido Republicano tiende a dividir el espectro político en dos grandes bloques: de un lado, los defensores del modelo neoliberal (entre los cuales, naturalmente, se sitúan ellos mismos); del otro, la izquierda, que incluye a todas las corrientes, desde el socialismo moderado hasta el comunismo. En este esquema simplista, cualquier proyecto que no se ajuste a los cánones neoliberales es visto como un intento de socavar la estabilidad del país y llevarlo hacia un supuesto «caos comunista». En el fondo, esta narrativa no es nueva, y recuerda poderosamente a las tácticas de polarización que la derecha chilena ha utilizado durante décadas para deslegitimar a sus oponentes.

Pero hay un aspecto que diferencia al Partido Republicano de sus contrapartes europeas de derecha radical, y que también lo aleja de catalogarse como tal. Me refiero a su relación con la inmigración. Mientras que en Europa los partidos de extrema derecha han hecho de la xenofobia un pilar central de sus plataformas —con ejemplos claros como Marine Le Pen en Francia, Santiago Abascal en España o Giorgia Meloni en Italia—, en Chile el Partido Republicano no ha explotado de la misma manera este tema. A pesar de los crecientes problemas asociados a la inmigración irregular y la percepción pública de que esta es una de las causas de la criminalidad, Kast y su partido han mantenido un discurso relativamente moderado en esta área. Aunque se oponen a la inmigración ilegal, su postura no se acerca a la dureza de la retórica antiinmigración que hemos visto en otros países. De hecho, la respuesta del Partido Republicano ante recientes episodios de criminalidad protagonizados por extranjeros ha sido más bien tibia, lo que contrasta con la feroz reacción que, por ejemplo, ha mostrado Donald Trump en Estados Unidos al sugerir la pena de muerte para extranjeros que cometan crímenes graves.

Este último punto es particularmente relevante porque nos permite entender que el Partido Republicano, aunque utiliza ciertos elementos retóricos de la derecha radical global, no ha adoptado por completo sus tácticas o su agenda. En Chile, la cuestión de la inmigración no tiene la misma resonancia que en Europa o Norteamérica, en parte porque el contexto histórico y social es diferente. Chile no tiene una larga tradición de reivindicaciones étnicas o nacionalistas exclusivistas, en gran medida debido a su propia composición demográfica mestiza. Esto limita, por tanto, el atractivo de un discurso xenófobo radical.

Otro punto por considerar es que, si bien Kast y su partido apelan a la seguridad como un eje central de su plataforma, no han llegado al extremo de proponer medidas extremas como la militarización de las calles o la suspensión de derechos civiles, tal como lo han hecho partidos verdaderamente radicales en otras latitudes. Por el contrario, la propuesta del Partido Republicano parece más bien una continuación de las políticas de mano dura que ya fueron implementadas por la derecha chilena en décadas anteriores. Si bien la seguridad es un tema prioritario, no se busca un cambio estructural en el sistema político, sino más bien ajustes dentro de los márgenes de la institucionalidad vigente.

Entonces, ¿es el Partido Republicano una derecha radical o simplemente una reedición del viejo gremialismo neoliberal? La respuesta parece inclinarse hacia lo segundo. A diferencia de sus homólogos europeos, Kast y su partido no abogan por una ruptura con el orden constitucional, ni por la exclusión étnica o cultural de sectores de la población. Tampoco buscan desmantelar la democracia o imponer un régimen autoritario. Lo que vemos es, en cambio, una continuación del proyecto neoliberal que ha marcado a Chile desde los años setenta, pero con un discurso actualizado para los tiempos actuales, donde la inseguridad y la crisis de representación política se han convertido en los principales problemas a los que se enfrenta la sociedad chilena.

En este sentido, podemos concluir que el Partido Republicano de José Antonio Kast es, más que una derecha radical, una derecha neoliberal o “Chicago gremialista” que ha sabido adaptarse a los tiempos, pero que no ha roto con las tradiciones del pasado. Su aparente radicalidad no es más que una forma aguda de defender un modelo económico que, aunque ahora pueda parecer desfasado o insostenible para muchos, sigue teniendo defensores férreos entre ciertos sectores de la élite y de la clase media chilena. Es un proyecto de continuidad más que de ruptura, una defensa de las esencias neoliberales bajo un manto de modernización retórica.

Finalmente, las encuestas actuales sugieren que José Antonio Kast está perdiendo terreno frente a otras figuras de la derecha, como Evelyn Matthei, quien se presenta como una opción más moderada y pragmática. Esto refuerza la idea de que, aunque el Partido Republicano pueda parecer radical en algunos aspectos, no es percibido como tal por la mayoría del electorado chileno. La verdadera pregunta que queda por responder es si el modelo que defienden sigue siendo viable en un Chile que, aunque profundamente dividido, busca nuevas respuestas a problemas que parecen requerir algo más que la simple continuidad del neoliberalismo de los años noventa.

 

Fabián Bustamante Olguín. Académico asistente del Instituto de Ciencias Religiosas y Filosofía, Universidad Católica del Norte, Coquimbo

 

Bibliografía

Aranda, Gilberto Cristian. 2022. “Chile’s Radical and Extreme Right: Two Groups at the Fringe of Politics”. En The Right and Radical Right in the Americas, editado por Tamir Bar-On y Bàrbara Molas, 129-157. Londres: Lexington Books.

Díaz, Camila, Cristóbal Rovira y Lisa Zanotti. 2023. “The Arrival of the Populist Radical Right in Chile. José Antonio Kast and the ‘Partido Republicano’”. Journal of Language and Politics 22 (3): 342-359. https://doi.org/10.1075/jlp.22131.dia

Ferreira, Carles. 2019. “VOX como representante de la derecha radical en España: Un estudio sobre su ideología”. Revista Española de Ciencia Política 51: 73-98. https://doi.org/10.21308/recp.51.03.

González de Requena Farré, Juan Antonio y Claudio Riveros Ferrada. 2024. “Discurso populista y ‘nueva derecha’: el Partido Republicano chileno”. Colombia Internacional 119: 65-90. https://doi.org/10.7440/colombiaint119.2024.03

Muddle, Cas. 2007. Populist Radical Right Parties in Europe. Cambridge, US: Cambridge University Press. https://doi.org/10.1017/CBO9780511492037



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Fabián Bustamante Olguín

Doctor en Sociología, Universidad Alberto Hurtado Magíster en Historia, Universidad de Santiago Académico del Instituto Ciencias Religiosas y Filosofía Universidad Católica del Norte, Sede Coquimbo

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