El coronavirus y las AFP ¿Están ya afectados los fondos?
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El coronavirus ha sido utilizado para diferentes fines económicos, políticos y publicitarios a lo largo del planeta Tierra.
En la lucha geopolítica entre Estados Unidos y China el famoso virus ha sido utilizado para estigmatizar a China como un país bárbaro que come animales salvajes y crea por esa vía epidemias que no conocía la raza humana. A nivel mundial, las fuerzas antiglobalización creen ver en el coronavirus la ratificación de sus planteamientos en el sentido de que nada bueno puede salir de la liberación de las fronteras, tanto en términos comerciales, culturales o demográficos. En un ambiente mundial de incremento de las tendencias proteccionistas, esta enfermedad abre paso a la idea de cerrar circuitos comerciales y hacer retroceder el comercio internacional. En todo caso, es imposible no tener en cuenta que el coronavirus ha sido un detonante y un acelerador de tendencias y fuerzas que ya estaban presentes en el ámbito internacional, y que se venían gestando y desarrollando con coronavirus o sin él.
En Chile el corona virus intenta ser utilizado como un mecanismo para generar más miedo a la población, que el miedo que nace naturalmente como consecuencia de un gobierno que no gobierna y que no logra dominar a sus fuerzas represivas.
Pero, nos guste o no, el coronavirus es ya, hoy en día, una realidad económica, política, comercial, sicológica y mediática, adema de epidemiológica. Y todo ello ha tenido consecuencias que desordenan el sistema económico mundial. Las ventas y las ganancias de las empresas altamente vinculadas al comercio internacional han caído, y con ello las ganancias también de las correspondientes empresas proveedoras, lo cual lleva a que la reducción de la producción, de las ventas y de las ganancias se expanda en todo el sistema económico nacional e internacional. Cae también el precio y la cantidad demandada de las materias primas, incluido el petróleo y el cobre, y varios otras. Y como el precio de las acciones depende de los niveles de ganancias de las empresas correspondientes, el precio de las mismas cae, con lo cual muchos inversionistas corren a vender sus papeles y a refugiarse en el dólar, que puede que no genere ganancias, pero tampoco da perdidas. La venta masiva de acciones hace caer las bolsas y se fortalece el dólar. Muchos inversionistas que han invertido en los últimos años en papeles de renta variable, es decir, básicamente, acciones de grandes empresas trasnacionales, ven reducidos el valor de sus activos. De la noche a la mañana, el nivel de las riquezas y de los valores que poseen muchas personas o instituciones se va al suelo.
Todo esto viene a cuento por cuanto nuestras AFP están autorizadas por la ley a invertir los activos y los ahorros de todos nosotros los cotizantes, en acciones de grandes empresas chilenas y de grandes empresas trasnacionales, directamente, o a través de fondos de inversión que actúan a nivel internacional, e incluso en el propio territorio de China. Todo ello hace temer que el valor de los activos – no de las AFP, sino de los cotizantes en las AFP – se deterioren en forma sustantiva, lo cual, si llega a suceder, causaría una crisis del sistema de las AFP y una estafa de dimensiones históricas a los millones de ahorrantes que verían reducidos sus activos y sus posibilidades de contar con una vejez digna. No es bueno jugar al catastrofismo, ni sumarse a la campaña del miedo, pero no es mala idea ir previendo las circunstancias negativas que se nos pueden venir encima. En otros momentos en la historia no muy lejana del país, en que se generó una crisis generalizada de la banca, el gobierno de turno- de un ADN empresarial muy simular al actual – corrió a socorrer a los bancos, dándoles créditos milmillonarios, y pasándoles la cuenta a todos los ciudadanos del país. Si la crisis de las AFP llegase a suceder, ¿nuevamente habrá un salvataje? ¿Y un salvataje de quienes? ¿De las AFP o de los cotizantes dentro de esas instituciones? ¿Y quienes pagarían la cuenta? ¿Los ricos de este país? ¿O una vez más pagaría Moya?
Por Sergio Arancibia