¿Por qué nos avergonzamos de nuestra propia identidad?
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Lo que me llama la atención en toda esta fecha, más allá de la falta de una reflexión intelectual profunda sobre lo que realmente significa el acontecimiento histórico, es la escasa valoración de lo nacional. No importa tanto si la Junta Nacional de Gobierno era o no afín al Imperio español; lo relevante es la reflexión en torno a lo que significa ser chileno. En Chile, parece predominar la idea de que «soy chileno, pero no me gusta hablar de mi país», o incluso un sentimiento de vergüenza hacia la propia nación, algo que se ve reflejado en encuestas como la CADEM, donde se evidencia una baja en la identificación nacional. Este es un problema de fondo, ya que surge una visión autoflagelante, como si Chile fuera lo peor, como si nuestro país no tuviera valor alguno. Y la verdad es que no es así.
Es necesario revertir esa visión negativa y recuperar el orgullo por el país. Reflexionar sobre lo que somos es indispensable, porque cualquier proyecto político que quiera tener éxito debe tomar en cuenta la realidad nacional. En mi opinión, desde que somos una nación independiente, solo los gobiernos de Eduardo Frei Montalva y Salvador Allende han logrado conectar en mayor medida con las necesidades reales del país. El resto de los gobiernos ha fallado porque las élites no han comprendido la realidad del país ni de su gente. Como resultado, sus proyectos políticos carecen de materialidad y nunca logran concretarse. Esta no es una tesis exclusiva mía; recuerdo que, en mis estudios de magíster en la Universidad de Santiago, Carmen Norambuena y Jorge Pinto Rodríguez planteaban algo similar, y esa idea siempre ha resonado en mi pensamiento.
Hoy, ante una crisis política, social y económica profunda, con escándalos de corrupción como el caso de Luis Hermosilla o las irregularidades en las Fuerzas Armadas, Carabineros e incluso en el fútbol, vemos una falta de entusiasmo y de orgullo. No solo hacia la selección nacional, sino hacia el país en general. Este sentimiento parece estar relacionado con la poca valoración que se tiene del país y con la falta de solidaridad nacional. Hay que empezar a reconocer y celebrar los logros de nuestra gente, especialmente de aquellos que triunfan en el extranjero. Y es justamente en este contexto, donde nuestra identidad está fragmentada y debilitada, que surgen otros problemas: personas de otros países llegan, se toman terrenos, cometen delitos, y la reacción de la ciudadanía parece ser pasiva, como si no defendieran su propio territorio.
Estas cuestiones son fundamentales para reflexionar. Hoy, cualquier proyecto político debe tener como base una reflexión sobre el país y sobre nuestra identidad. La chilenidad, por más polémica que sea, es un tema que debe discutirse seriamente. No puede reducirse solo a una celebración superficial del 18 de septiembre, un día para emborracharse y poco más. Los intelectuales tienen la responsabilidad de abordar estos temas en profundidad.
Alfredo Joignant hablaba de la importancia de recuperar una idea de patria justa, algo que incluso algunos sectores de la izquierda han comenzado a retomar en el gobierno de Gabriel Boric, dejando de lado discursos como el de la plurinacionalidad. Parte del fracaso de la Convención Constitucional estuvo en su intento de refundar el país sin considerar los símbolos nacionales, como la bandera y el himno. Recordemos aquel grotesco gesto antes del primer plebiscito, cuando algunos convencionales desafiaron el respeto a la bandera. Esos gestos son clave porque, si la izquierda no respeta los símbolos y las tradiciones, nunca podrá conectar con una gran parte del electorado que sí lo hace, y terminará cediendo esos temas por completo a la derecha.
En conclusión, para superar nuestra actual crisis sistémica, es fundamental empezar a reflexionar sobre nuestra identidad, desde la base, de abajo hacia arriba. Si no lo hacemos, seguiremos repitiendo los mismos errores y decepciones. Es un trabajo largo, pero indispensable si queremos salir adelante. ¿Cómo vamos a resolver esta crisis si no hablamos de lo que significa ser chilenos?
Fabián Bustamante Olguín.
Doctor en Sociología, Universidad Alberto Hurtado. Académico asistente del Instituto de Ciencias Religiosas y Filosofía, Universidad Católica del Norte, Coquimbo.