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La gala, una burla para los damnificados

La reposición de la polémica «gala» está anunciada como gran novedad del próximo Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar,  en los mismos momentos en que se acrecientan las protestas de los miles de damnificados por el megaincendio del 2 y 3 de febrero en amplios sectores populares de la llamada ciudad jardín denunciando que la pesadilla no ha terminado y que se encuentran en situación de absoluto abandono.

Con mucho criterio en el verano pasado la gala fue suspendida porque la desgracia era reciente,  todavía  se efectuaban los funerales de algunas de las 137 víctimas fatales y aun permanecían humeantes los restos de las viviendas consumidas por el fuego causado en forma intencional provocando una sensación  de dolor, angustia y abatimiento de las familias afectadas.

Las condiciones no han cambiado desde entonces:  a 6 meses de la tragedia la reconstrucción ha demorado, los que quedaron sin casa esperan una lejana solución habitacional definitiva, las viviendas de emergencias que les han sido entregadas  no disponen de agua ni de luz,  tienen fallas estructurales por las cuales se filtran el viento y la lluvia de este invierno y en general la ayuda recibida no corresponde a lo anunciado inicialmente.

Hasta ahora el gobierno no ha informado de fechas para la reposición de las viviendas reducidas a cenizas, en tanto los damnificados deben cumplir con una serie de requisitos indispensables para poder acceder a la reconstrucción. Muchos de ellos carecen de empleo estable y se suman al trabajo por cuenta propia,  con ingresos insignificantes. Por ello  deben comer en ollas comunes que funcionan con buena voluntad. Recientemente fueron retirados los baños químicos que se habían colocado en la zona siniestrada.
La comunidad  se encuentra disgustada porque las autoridades regionales «no han dado el ancho» en todo este tiempo,  según se escribió en una carta dirigida al presidente de la República que no ha tenido respuesta. En la carta se pedía al mandatario dictar un decreto supremo estableciendo que «todos quienes fuimos afectados por el incendio seamos objeto de reconstrucción y que todas las viviendas quemadas sean recuperadas por sus propietarios».

En su desesperación los que lo perdieron todo quieren llamar la atención de las autoridades caminando de Viña a Santiago,  en una gran manifestación de protesta. La caminata terminaría en La Moneda, donde se pediría al jefe de Estado las medidas pertinentes para terminar con las incertidumbres que se prolongan ya por medio año.

Los clamores y las peticiones de ayuda son iguales en Villa Independencia, El Olivar, Canal de Chacao, campamento Manuel Bustos, etc. donde las consecuencias de la catástrofe se reflejan en los lienzos y pancartas que acompañan las protestas. Allí se dice: «Somos un pueblo fantasma, todavía nos estamos quemando»… Otros afirman que «somos un lugar olvidado, que de alguna forma ha sido abandonado».

En medio de este clima sombrío se sabe que el certamen de la Quinta Vergara se efectuará entre el 23 y el 28 de febrero del próximo año y que la gala festivalera tendrá lugar el día 21 en el recinto del Valparaíso Sporting, donde se instalará una alfombra roja sobre la cual pasarán alegres rostros televisivos luciendo costosos atuendos hechos especialmente para la ocasión. Los sin casa no tienen idea sobre cuándo podrán contar con una vivienda definitiva,  ya que el programa oficial de reconstrucción es a 5 años plazo.

A diario los damnificados en Chile suman millones por el modelo de desigualdades,  la cesantía, la inflación y el endeudamiento,  a los que hay que agregar a aquellos que han sido víctimas  de emergencias ocasionadas por fenómenos naturales o provocados por terceros. Todos ellos merecen respeto y solidaridad, y no que se les ponga por delante un espectáculo frívolo y sin sentido.

No hay duda de que la gala festivalera es la mayor expresión de frivolidad que existe hoy en Chile. Es solo una exhibición  impúdica de vestidos elegantes, finos y relucientes, de ropa cara,  zapatos de última moda y joyas de alto valor que las figuritas televisivas muestran con desparpajo y solo para acrecentar su ego.

Se trata de una feria de vanidades que no considera en lo más mínimo la dignidad de quienes están lejos de estas ficciones que cuestan mucha plata. Alardear con lujos boatos y oropeles constituyen una burla para quienes en la misma ciudad y a no mucha distancia todavía  lloran su desgracia, de la que de seguro les llevará largo tiempo poder recuperarse.
La sociedad chilena  está marcada desde la dictadura por lacras como la desigualdad y la discrminacion que en este caso se agudizan  por la ostentación innecesaria de bienes materiales de elevado costo.  Es un desatino inexcusable que corresponde al polo opuesto a las precarias condiciones en que se desenvuelve la existencia de las mayorías, más aún si hay grupos familiares modestos que guardan luto por sus seres queridos que ya no están y lamentan la pérdida de sus casas, enseres, pertenencias y recuerdos irrecuperables.
Lo que realmente necesitan estas familias devastadas es preocupación permanente de las autoridades, ayuda económica del Estado, atención profesional en salud mental, solidaridad y ayuda de todos, y no otra cosa. La gala no es un evento cultural, artístico o social, y menos solidario, como podía esperarse y solo acrecienta  la fatuidad y la jactancia de algunos: su realización  no se justifica.

Hugo Alcayaga Brisso
Valparaíso

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