Eurocopa 2024: ¡en horabuena el fútbol!
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Disfrutamos del desarrollo de la Eurocopa no solo por el buen futbol observado, por las impactantes imágenes que nos quedaron grabadas en la retina, por el espectáculo brindado en cada jornada sino, también, y esto es lo más relevante de ese torneo, por el rostro de un continente variopinto y muy heterogéneo social y racialmente.
El que cada una de las selecciones que llegaron a semifinales – España, Inglaterra, Holanda y Francia – hubiesen tenido entre sus futbolistas una muy diversa y heterogénea composición racial y nacional – blancos, negros, argelinos, judíos, vascos- expresa a un continente multirracial muy distante y lejano de los relatos, más bien mitos y bulos, que enarbolan extremas derechas como Vox, el movimiento de Marine Le Pen, o Alternativa para Alemania (AfD).
Nada tienen que ver esos elencos con los equipos blancos del mundial de hace cincuenta años – 1974 – jugado en la misma Alemania que recibió como sede esta Eurocopa.
Pudimos observar que, por ejemplo, en la selección francesa que enfrentó a España había por lo menos ocho jugadores de color, uno de origen judío y otro argelino. Lo mismo sucedió con la selección inglesa que en la final tenía casi la mitad de sus titulares de color. Ni hablar de la selección de España que en la final contó con castellanos, vascos, catalanes y dos estrellas de color: Yamal y Nico Williams. No está de más señalar que el equipo que terminó disputando la final estuvo compuesto por cuatro vascos – Unai Simon, Martín Zubimendi, Mikel Oyarzabal y Nico Williams – dos de origen francés – Laporte y Robert -, tres catalanes – Lamine Yamal, Dani Olmo y Marc Cucurella -, resaltando, también, que los padres tanto Yamal como Williams son de origen africano (Marruecos y Ghana), dando evidencia suficiente de la diversidad étnica de la España actual y que se expresa muy bien en la composición de la selección que disputó la final. No es anodino manifestar que los dos goles que decidieron el certamen en favor del país ibérico fueron obra de dos vascos: Williams y Oyarzabal. La ultraderecha española nada ha dicho del beneficio que significó disponer de una selección con talentos de orígenes diversos que, tal como lo señaló Nico Williams el domingo pasado después del triunfo, “ha logrado constituirse en una verdadera familia, dirigidos por el técnico Luis de la Fuente” y le han ofrecido al pueblo español momentos memorables durante este último mes.
Es muy significativo que niños y adolescentes que vieron y disfrutaron la Euro 2024 hubiesen podido observar, tal como está sucediendo en las escuelas de Chile, grupos humanos multirraciales, heterogéneos que evidencian, una vez más que en la historia de la humanidad, lo único constante es el cambio y que los procesos migratorios, en general, enriquecen las naciones que los absorben, tal cual es el caso de España –recordemos que en su idioma, el castellano, hay más de cinco mil palabras de origen árabe -, Inglaterra, Francia y Países Bajos, naciones construidas sobre la base de invasiones y migraciones de entrada y salida.
Que esos jóvenes tengan como referentes a ídolos como Mbappe, Yamal, Williams, Bellingham, Saka, Ronaldo, Kayne o Rodri, darán cuenta de personas que luego adultas asumirán que el multiculturalismo y la diversidad de orígenes es un componente vital de las sociedades humanas, tal cual lo demostró alguna vez Jared Diamond en su obra Armas, gérmenes y acero.
En sentido contrario, solo se ha sabido que el pseudo periodista, Vito Quiles, amigo personal de Dani Carvajal, vinculado a la extrema derecha, pusiera en sus redes sociales una foto de Lamine Yamal y Nico Williams abrazándose con la camiseta de la selección nacional con el siguiente comentario: “¿Pero que selección española es ésta? Parece una broma de mal gusto”.
El mismo defensa del Madrid en la visita a La Moncloa para recibir el reconocimiento del gobierno a través de Pedro Sánchez, le tendió la mano sin mirar al presidente.
Créditos: Ricardo Rubio. Europa Press.
Se quejaba latamente el historiador valenciano Ismael Saz, en su conocido texto Fascismo y Franquismo que, a diferencia de lo que sucedió en Alemania o Francia, en España no hubo una historiografía que acometiera un análisis crítico de Franco y su régimen. Allá por 2002 avizoraba el investigador del franquismo de la deuda de la España democrática y de sus historiadores y de cómo ese vacío repercutiría luego sobre sus instituciones. Ello permitió que, condenándose a Franco, no sucediera lo mismo con su régimen y con sus actores. Reaparecieron bulos como el de las bondades del régimen de Franco o la visión trasnochada de VOX sobre un supuesto nacionalismo étnico o hispanismo étnico, que no tiene correlato con la evidencia empírica de un país conformado a partir de invasiones y migraciones y que es en sí mismo un Estado constituido por varias nacionalidades.
En hora buena el fútbol llegó a poner las cosas en su justo lugar.
Edison Ortiz