Una mirada a Milei desde Chile
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Con su carácter beligerante, el presidente argentino cierra puertas de su propio país a la integración regional, y prefiere reunirse con Bolsonaro antes que participar en la tradicional reunión del Mercosur, que se realiza este 8 de julio.
La vecindad entre Chile y Argentina ha sido compleja, pero fluida. En tiempos de dictaduras se vivieron traumáticas diferencias limítrofes, a punto de un conflicto bélico, y coincidencias perversas durante la Operación Cóndor
En los años noventa hubo afinidades económicas y políticas entre Menem y los gobiernos de la Concertación y, luego, divergencias serias en torno al gas con el presidente Néstor Kirchner. Pero, siempre se ha impuesto la diplomacia y la hermandad.
Sin embargo, llegó Milei y todo indica que esa fluidez se convertirá en lejanía. Y la diplomacia puede peligrar.
Antes de su triunfo, y sin razón alguna, Milei agredió al presidente Boric, calificándolo de “empobrecedor”. Dijo a Meganoticias que “entre izquierdosos y empobrecedores se juntan y espero que ustedes tengan la dicha y la altura para poder sacarse también a este empobrecedor de Boric”.
Milei no ha repetido sus ataques contra Boric, pero hay que estar atentos, porque “el libertario” no tiene filtros. Por ahora ha preferido lanzar sus insultos a otros presidentes de la región, y también al presidente de España. Se ha convertido así en un fiel discípulo de Trump, Bolsonaro y Santiago Abascal. Los une el odio y la violencia y su objetivo es luchar contra el progreso y los derechos sociales.
Las palabras de Milei agreden injustificadamente y sin ninguna consideración diplomática a Lula da Silva, a quien califica de comunista y corrupto. En su rústico saber político califica de comunista a todo aquel que no comparte su credo neoliberal y de extrema derecha; y, por cierto, también desestima el hecho que Lula fue absuelto de los delitos, que injustamente lo inculparon hace algunos años.
Juan Tokalian, en artículo del Clarín de Argentina (03-07-2024), cuyo título es La anti-diplomacia de Javier Milei, dice con razón: “La diplomacia busca, en esencia, que el recurso de las palabras evite el uso de las armas en las relaciones entre países, mientras que a su vez se protegen los intereses del Estado y la nación”.
Es lo que no hace Milei, porque sus agresivas palabras desechan la diplomacia y con ello renuncia a la defensa de los intereses de su propio país. No le importa que Brasil represente el primer destino de las exportaciones argentinas, superando de largo a China y a los Estados Unidos, junto a cifras de inversiones y turismo muy sustantivas. Y, por cierto, se olvida de los históricos vínculos políticos y culturales entre ambas naciones.
Con su carácter beligerante, el presidente argentino cierra puertas de su propio país a la integración regional, y prefiere reunirse con Bolsonaro antes que participar en la tradicional reunión del Mercosur, que se realiza este 8 de julio. Se equivoca al creer que priorizar las relaciones de Argentina con Estados Unidos e Israel le dará mayores frutos que las relaciones con su vecino Brasil y Mercosur.
A los chilenos nos duele la Argentina del actual presidente. Por una parte, porque respetamos a Lula, Petro, AMLO, Pedro Sánchez y, también al Papa Francisco, figuras estigmatizadas e insultadas por Milei. Y, por cierto, nos molestó que al presidente Boric lo calificara de empobrecedor, cuando, en medio de serias dificultades, ha tenido resultados exitosos en la recuperación de la economía chilena, con avances sociales innegables.
Por otra parte, también nos preocupa la política internacional de relaciones carnales que impulsa Milei con Estados Unidos. Porque su desinterés por la región desconoce el impacto negativo de las políticas proteccionistas que ahora impulsa el gobierno norteamericano, lo que obliga a América Latina avanzar en la integración regional y, también, a buscar nuevos socios para diversificar nuestras relaciones políticas y económicas con el mundo.
No te queremos Milei porque no le haces bien a Argentina ni a la región. Ya se impondrá la cordura y volveremos, como siempre, a recorrer las hermosas callecitas de Buenos Aires.
Roberto Pizarro Hofer