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La douce France ¿Se hace fascista?

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Quizás este artículo habría que escribirlo después de la segunda vuelta. Pero no, porque lo que hay que tratar de entender es que Francia cambia y cambia y está acostumbrada a cambiar, pues los franceses no le tienen miedo al cambio. Pasaron de una monarquía a una República, de una República a un imperio. En la Revolución todos fueron revolucionarios y luego se cortaron el cogote unos a otros.

Estuvieron invadidos por los alemanes, los odiaban en silencio y ahora votan por el fascismo de Mme Le Pen.

El Paris de post guerra era un Paris oscuro, había muy pocas luces en unas calles sin autos. El año 1946 la cosa era bastante tenebrosa. Había libretas de racionamiento, faltaba la comida, no había calefacción, los niños pasábamos frío.

Y al poco tiempo volvió a ser una ciudad súper iluminada, bulliciosa, llena de gente y de turistas. Y apareció la pirámide del Louvre, las pequeñas columnas del Palais Royal y la Défense.




¿Y ahora qué? Pues  que el partido Rassemblement National (RN) de madame Le Pen está ganando las elecciones. En una Francia dividida en tres, ella tiene más del 30% de los votos de todo el país. Pero no va a ser ahora primera ministra porque se está guardando para la elección presidencial, pues al presidente lo elige el pueblo en elecciones universales y al primer ministro lo eligen los diputados de la Asamblea Nacional.

Quizás el primer ministro de Macron tenga que ser ahora un jovencito promovido por la dueña del partido RN, que se llama Jordan Bardella y no tiene gran carrera política. Esto nunca había pasado en Francia, donde todos los políticos importantes tenían una larga actuación tras de sí y todo el mundo los conocía.

Cuando el presidente y el primer  ministro provienen del mismo partido no pasa nada. Pero cuando provienen de partidos rivales es un grave problema que se llama  “cohabitation”, que en castellano mejor sería llamarlo  “cooperación”.

Tanto el presidente como el primer ministro tienen muchas e importantes  atribuciones y la cooperación podrían traer dificultades insalvables. Esto ha sucedido varias veces en Francia, pero esta podría ser la peor.

Macron creyó que iba a ganar fácilmente, y disolvió la Asamblea Nacional, pero se equivocó por arrogante y vanidoso y su partido quedó en tercer lugar. Ahora es posible que se tenga que aguantar al joven Bardella como primer ministro.

Las izquierdas del Nuevo Frente Popular, dirigidas por Jean-Luc Mélenchon han sido generosas y se comprometieron a retirar a algún candidato a diputado para la segunda vuelta a fin de formar un frente común contra  Le Pen. Hay que tener presente que esto es muy distinto de lo que conocemos. Pueden pasar a segunda vuelta tres o más candidatos, siempre que tengan más del 12%  de los votos.

Pero en definitiva lo que debería  importarnos es saber por qué en Francia, en  la douce France, el partido RN de ultra derecha, saca  el 33% de los votos en todo el país. O sea que uno de cada tres franceses es fascista, para no decir nazi. Ellos, que estuvieron invadidos por los nazis, que sufrieron los rigores del hitlerismo en los años 40 del siglo pasado. ¿Ya se les olvidó?

Porque la llegada al poder de la extrema derecha, por primera vez desde la liberación de Francia de la ocupación de la Alemania nazi en 1945, sumaría un nuevo país en la UE gobernado por esta tendencia, como Italia.

¿Por qué ocurre esto?  Esa es la gran pregunta  que conviene intentar responder. Hay diferentes respuestas:

Horror y terror a los inmigrantes. Esto ocurre en todos lados, no solo en Francia. Pero la verdad es que los migrantes no le quitan el trabajo a nadie, porque hacen trabajos que los franceses no quieren, por ejemplo barrer las calles y el Metro. Y porque la mayoría de los migrantes no tienen mayor o ninguna calificación laboral y no pueden competir con los franceses que conocen muy buen su trabajo, que están sindicalizados y se pueden defender perfectamente. Y tampoco porque los migrantes sean terroristas. Quizás sean musulmanes, pero no es la religión musulmana la que forma terroristas, es el extremismo de algunos, muy escasos musulmanes, que están dispuestos a dar la vida por lo que les manda su Imán.

Porque el RN antes fue dirigido por el padre de Marine, Jean-Marie Le Pen, conocido por sus posiciones racistas y antisemitas. Pero a este señor su hija lo expulsó del Partido. Ella sostiene  políticas mucho más moderadas y ha tenido un considerable éxito al  “desdemonizar” a su organización, cuyas opiniones extremistas molestaban a muchos franceses.

A los  campesinos franceses no les gusta mucho la Unión Europea y menos sus políticas en materia agrícola. Estos campesinos son en su mayoría pequeños o medianos propietarios que trabajan la tierra de manera familiar y estaban acostumbrados a ganar mucho dinero. Ahora a menudo se reciben productos mejores o más baratos que los propios, producidos en otros países de la UE.

También la guerra de Ucrania los ha afectado porque la UE les levantó las restricciones a los productos agrícolas ucranianos. Que el trigo de Ucrania se vaya a África o a Asia, no a Europa, dicen los agricultores franceses y también otros de Europa.

Y entonces, los campesinos franceses, en lugar de mejorar o diversificar su producción, votan por Le Pen y su partido RN.

Y como sucede en todas partes, si el gobierno actual los ha decepcionado, si lo consideran malo porque no cumplió todas sus promesas o si se equivocaron al votar por Macron que no resultó ser lo que creyeron, votan por la oposición extrema, votan por Mme Le Pen..

Y así es como tienen al mundo entero pendiente de un hilo. Porque la douce France nos interesa a todos, no solo a los europeos.

Margarita Labarca Goddard

 

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Margarita Labarca Goddard

Abogada chilena residente en México

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