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Seguridad integral: el desafío urgente para la izquierda en el siglo XXI

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El tema de la seguridad ha emergido como una de las grandes preguntas contemporáneas para todas las izquierdas del mundo. Esta reflexión surgió del posteo en X del cientista político Alfredo Joignant (30 de junio), cuya observación encuentro interesante y pertinente de desarrollar. En su esencia, la cuestión plantea un desafío fundamental: cómo pueden las izquierdas ofrecer seguridad, entendida en el sentido más amplio y existencial de la palabra, cuando la oferta de la extrema derecha parece ser mucho más eficiente en captar las inquietudes y miedos de la población.

La seguridad, en su acepción más básica, se refiere a la protección contra el crimen y la violencia. Sin embargo, Joignant nos invita a pensar en un concepto de seguridad más abarcador. Esta incluye la estabilidad económica, la protección social, la seguridad laboral y, en última instancia, la garantía de una vida digna y libre de temor. La derecha radical ha sabido capitalizar los temores de una ciudadanía que se siente insegura, presentando propuestas que, aunque muchas veces simplistas y autoritarias, resuenan fuertemente en amplios sectores de la sociedad.

Las izquierdas, históricamente centradas en la lucha por la justicia social y la igualdad, se enfrentan a una paradoja. Por un lado, sus ideales de solidaridad y protección de los más vulnerables deberían, en teoría, traducirse en una oferta de seguridad integral. Sin embargo, en la práctica, estos ideales a menudo se ven eclipsados por la percepción de que las izquierdas no son capaces de garantizar un orden seguro y estable. Esto se agrava en contextos donde la criminalidad y la violencia se perciben como problemas acuciantes.

Un punto crucial es que la seguridad no puede ser vista únicamente como una cuestión de orden y control, sino como una condición resultante de una sociedad justa. Las políticas de seguridad de la extrema derecha suelen enfatizar el endurecimiento de las penas, el aumento del poder policial y la militarización de las respuestas estatales. Estas medidas pueden ofrecer una sensación inmediata de control, pero no abordan las causas subyacentes de la inseguridad, tales como la desigualdad, la exclusión social y la falta de oportunidades económicas.

Por el contrario, la izquierda debe articular una visión de seguridad que incluya la reducción de las desigualdades, el fortalecimiento del tejido social y la creación de un entorno donde todas las personas puedan desarrollarse plenamente. Esto implica una serie de políticas que van desde la garantía de empleos dignos, acceso universal a la salud y educación de calidad, hasta la promoción de comunidades inclusivas y participativas. En este sentido, la seguridad se entiende no solo como ausencia de violencia, sino como la presencia de condiciones que permitan una vida digna y sin temor.

No obstante, para que esta visión sea percibida como eficiente y tangible, las izquierdas deben mejorar su capacidad de comunicación y gestión. Es fundamental que las propuestas de seguridad integral sean presentadas de manera clara y concreta, mostrando cómo estas políticas pueden implementarse de manera efectiva y producir resultados visibles a corto y largo plazo. Esto requiere, además, de un esfuerzo por parte de los líderes de izquierda para ganarse la confianza de la ciudadanía, demostrando que son capaces de gestionar la seguridad de manera competente y sin comprometer los derechos y libertades individuales.

Otro aspecto crucial es la necesidad de una narrativa que reconozca y valide los temores legítimos de la población, sin caer en el alarmismo ni la xenofobia. La izquierda debe ser capaz de hablar de seguridad desde una perspectiva que no demonice a sectores vulnerables ni perpetúe estereotipos, sino que promueva la cohesión social y el respeto mutuo. Esto implica también un compromiso firme con los derechos humanos y la justicia, rechazando las soluciones autoritarias y represivas que a menudo son propuestas por la extrema derecha.

Finalmente, la izquierda debe estar dispuesta a innovar y adaptarse a las realidades cambiantes. Los desafíos de seguridad en el siglo XXI, como el cambio climático, las pandemias y las crisis económicas globales, requieren respuestas nuevas y creativas. Las políticas de seguridad del futuro no pueden basarse únicamente en los paradigmas del pasado, sino que deben integrar una visión holística que aborde tanto las amenazas tradicionales como las emergentes.

Para finalizar, la gran pregunta para todas las izquierdas del mundo sobre cómo entregar seguridad en el sentido más amplio y existencial de la palabra es una cuestión de vital importancia. Mientras la derecha radical ofrece respuestas que parecen eficientes a corto plazo, la izquierda debe articular una visión de seguridad que sea integral, justa y sostenible. Esto implica no solo la implementación de políticas sociales y económicas inclusivas, sino también una mejora en la comunicación, gestión y capacidad de adaptación a nuevos desafíos. Solo así podrá la izquierda ofrecer una alternativa real y efectiva que responda a las inquietudes de la ciudadanía y garantice una vida segura y digna para todos.

 

Fabián Bustamante Olguín.

Doctor en Sociología, Universidad Alberto Hurtado. Académico asistente del Instituto de Ciencias Religiosas y Filosofía de la Universidad Católica del Norte, Coquimbo.

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Fabián Bustamante Olguín

Doctor en Sociología, Universidad Alberto Hurtado Magíster en Historia, Universidad de Santiago Académico del Instituto Ciencias Religiosas y Filosofía Universidad Católica del Norte, Sede Coquimbo

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  1. Miguel H. Villa says:

    Felicito al Dr. Fabián.
    Análisis objetivo, parece ser la situación actual en varios países de nuestra patria grande. Sin duda , ese es el accionar coordinado de la derecha, lo veo en Venezuela, donde es fuerte la izquierda, enfrentada a esos mismos retos.
    Ahora, falta ver de donde sacamos los líderes y los movimientos capaces de llevar esto a la práctica, por ejemplo en Chile, donde hay gran amenaza.
    Gracias por esta oportunidad.

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