Debate Trump vs. Biden 2024: ¿Estas son las opciones?
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La última vez que el presidente Joe Biden y Donald Trump estuvieron en la misma sala fue en octubre de 2020, durante el último debate presidencial de esa temporada de campaña, y fue la primera vez que un presidente en ejercicio y un exvicepresidente debatieron. Ese debate estuvo marcado por interrupciones frecuentes, ataques personales y un moderador esforzándose por mantener el orden. El reciente debate siguió un patrón similar, caracterizado por una hostilidad creciente y momentos tensos. Los temas discutidos incluyeron la inflación, el aborto, la inmigración, la política exterior de Estados Unidos respecto a la guerra en Ucrania, el conflicto entre Israel y Hamás, y la importancia de la OTAN para los EE.UU. Sin embargo, el debate dejó a los votantes y observadores internacionales más preocupados por las condiciones de los candidatos que por sus políticas.
Las especulaciones sobre el estado cognitivo de Biden, un tema que ha sido rumor desde hace tiempo, ganó nuevamente la atención luego de este debate. Biden parecía desenfocado, a menudo saltando de un tema a otro sin conexiones claras. Sus intentos de explicar los logros de su administración fueron confusos, con su discurso siendo frecuentemente interrumpido por su voz ronca y tos. Algunos en su gabinete atribuyeron esto a un resfriado, lo que parecía un esfuerzo desesperado por justificar su comportamiento. Esta excusa no sirvió de nada para mitigar las preocupaciones sobre su aparente indiferencia durante uno de los debates más críticos en la historia presidencial de EE.UU. La actuación de Biden planteó serias dudas dentro del Partido Demócrata sobre su capacidad para liderar, lo que llevó a algunos a pedir un candidato más joven. Información interna sugiere que los demócratas están desesperados por controlar los daños, ya que la actuación de Biden en el debate solo ha aumentado las preocupaciones sobre su campaña, disminuyendo las posibilidades de que el partido demócrata continúe en la Casa Blanca.
A pesar de estas deficiencias, Biden logró apuntar contra Trump en algunos temas, destacando particularmente las condenas criminales del expresidente, y que Trump desestimó y culpó a Biden de estar detrás de estas condenas. Biden también criticó la gestión de Trump con respecto al manejo de la pandemia causada por COVID-19, aspecto muy criticado de la administración de Trump, sin lugar a dudas. Sin embargo, Biden no presionó este punto con suficiente fuerza, posiblemente debido a su edad y su tiempo de respuesta más lento. Su avanzada edad se hizo demasiado evidente.
Trump, por otro lado, pudo haberse presentado mejor en términos estéticos, pero su actuación no estuvo exenta de una avalancha de mentiras y falsedades. Muy típico del estilo de Trump, se jactó de su administración con estadísticas fabricadas y realizó afirmaciones falsas sobre Biden. Trump también se jactó de su estrecha relación con el presidente ruso Vladimir Putin, afirmando que Rusia no habría invadido Ucrania si él era quien estuvo en el poder. Con respecto al conflicto entre Israel y Hamás, Trump afirmó que los ataques del 7 de octubre no habrían ocurrido bajo su vigilancia, enfatizando su dura postura contra Irán. Además, culpó a los inmigrantes de ser la causa de muchos problemas, lo cual, aunque no es nuevo en su discurso, resultó casi cómico en ocasiones.
Trump frecuentemente comparó a EE.UU. con una nación del tercer mundo, prometiendo «Hacer a América Grande de Nuevo», un eslogan que le ganó su primer mandato como presidente. Cree que solo cuatro años después de su último día en el cargo, Estados Unidos está en un estado tal que él lo llama una nación en decadencia. La estrategia de Trump estaba clara: retratarse como el salvador de la nación, capaz de solucionar los problemas que atribuye a la administración de Biden.
Uno podría esperar que cualquier verdadero patriota de Estados Unidos escuchara tal retórica y denunciara a Trump por llamar a Estados Unidos un “nación en decadencia”. Si bien cualquiera puede argumentar sobre el estado de una nación y decir que no es la mejor, referirse a ella de una manera tan despectiva plantea preguntas como: ¿Son los seguidores de Trump, esos que muestran orgullosamente su bandera fuera de sus casas en los suburbios, verdaderos patriotas, o son más bien leales a esta figura populista?
Es un hecho irrefutable que Estados Unidos ha perdido considerablemente su influencia internacional previamente destacada. A lo largo de los años, su prestigio se ha ido menguando, pero a pesar de esto las expectativas de este debate presidencial eran altas, esperando que los candidatos mostraran la fortaleza necesaria para restaurar parte de ese poderío perdido en el escenario global. Lamentablemente, estas expectativas no se cumplieron. Este desafortunado desenlace se da en un momento de creciente escalada de tensiones a nivel mundial, lo cual subraya la urgencia de contar con líderes capaces de manejar desafíos complejos. La elección actual, con candidatos cuya calidad parece no estar a la altura del momento histórico, se presenta en medio de una encrucijada crítica para la política internacional, donde cada decisión y liderazgo cuenta más que nunca.
A medida que avanzamos hacia la fase final de esta elección, no está de más reflexionar sobre la perspectiva de la generación más joven en Estados Unidos. ¿Cómo debe sentirse la juventud al ver a dos ancianos tomando decisiones que moldearán su futuro, decisiones cuyos candidatos tal vez no vivan lo suficiente para presenciar las consecuencias? Imaginen esto: un delincuente convicto antidemocrático y un incumbente anciano en el escenario mundial, compitiendo por la presidencia. ¿Cómo refleja esto en la nación a nivel internacional? Nos queda preguntarnos y observar lo que sucederá en el próximo debate presidencial, que tendrá lugar el 10 de septiembre.
Sophie Spielberger
Felipe Portales says:
Esperemos que los demócratas «se pongan las pilas» y elijan un candidato que no esté senil. Porque de seguir Biden lo más seguro es que gane de nuevo el delincuente. Y si muy difícilmente ganase, ¡qué podría esperarse de una nueva presidencia suya!…
Serafín Rodríguez says:
Por lo visto la pregunta del título que me indujo a leer el artículo es meramente retórica porque el artículo no la responde. Lástima! Esperaba algo más enjundioso.
Sophie Spielberger says:
Si le pareció que el artículo no respondía a la pregunta del título, quizá es porque su intención era reflejar la situación actual de una manera que invite a la reflexión los opciones limitadas para la elección presidencial en EEUU. Es decir, si, es una pregunta retórica. En ese sentido, el artículo busca demostrar que, a pesar de las críticas y preocupaciones, estos son los candidatos que tenemos, lo cual es un punto central en el análisis presentado. Espero que, con esta aclaración, puedas apreciar mejor el enfoque planteado.