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La relevancia de la Teología de la Liberación para las ideas de izquierdas en el siglo XXI en América Latina

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La Teología de la Liberación, surgida en el contexto latinoamericano durante las décadas de 1960 y 1970, representa una de las corrientes más influyentes del pensamiento teológico contemporáneo. Desarrollada en respuesta a la profunda desigualdad social, la opresión política y la explotación económica que caracterizaban (y aún caracterizan) a gran parte de América Latina, y como consecuencia de un impulso renovador,  acorde con el espíritu del Concilio Vaticano II que buscaba un mayor compromiso pastoral con el mundo contemporáneo, e incluso yendo más allá de las orientaciones enriquecedoras de la Conferencia Episcopal de Medellín por alcanzar una innovación pastoral que se convirtiese verdaderamente en una praxis liberadora hacia la construcción de  una sociedad más libre y humanizada. En efecto, esta teología ofrece un marco teórico y práctico que vincula la fe cristiana con la lucha por la justicia social. Sostenemos que, en el siglo XXI, la Teología de la Liberación sigue teniendo una relevancia para las izquierdas, ofreciendo no solo una crítica potente al neoliberalismo y al capitalismo, sino también una visión esperanzadora y concreta de transformación social.

A nuestro juicio, uno de los principales aportes de la Teología de la Liberación a las ideas de izquierdas es su énfasis en la opción preferencial por los pobres. Este concepto, fundamental en la obra de teólogos como Gustavo Gutiérrez, Leonardo Boff y Jon Sobrino, coloca a los pobres y marginados en el centro de la misión cristiana y, por extensión, de cualquier proyecto político que aspire a la justicia social. La superación de una pobreza esclavizante a la que apuntaba esta reflexión teológica latinoamericana no se reducía solo a la denuncia de carencias de bienes materiales sino también, a nivel de la dignidad humana, abarcando a quienes carecían de una participación social y política plena (indígenas, campesinos, obreros). En una región donde la desigualdad aún sigue siendo un problema estructural, esta perspectiva invita a las izquierdas a redefinir sus prioridades, asegurando que las políticas públicas, las reformas económicas y las prácticas gubernamentales estén orientadas hacia la inclusión y el empoderamiento de los sectores más vulnerables de la sociedad.

Asimismo, la Teología de la Liberación también contribuye a las ideas de izquierdas al ofrecer una crítica ética y espiritual al capitalismo. En un mundo donde el neoliberalismo ha exacerbado las desigualdades y donde las políticas económicas a menudo favorecen a las élites en detrimento de la mayoría, esta teología proporciona un contrapunto necesario. Su denuncia de la idolatría del mercado y su insistencia en la dignidad de cada ser humano resuenan con las luchas de izquierda por una economía más justa y equitativa. La Teología de la Liberación, al desvelar las injusticias y opresiones del sistema capitalista, fortalece la argumentación moral de la izquierda, subrayando que la lucha por la justicia económica no es solo una cuestión política, sino también una exigencia ética y espiritual. Sin duda, este es el mejor talante profético que despliega esta reflexión teológica, su denuncia de un capitalismo depredador que atenta contra la justicia social que está presente en el mensaje bíblico tanto de los profetas como en el corazón mismo del mensaje evangélico de Jesucristo.

Otro aporte significativo es la dimensión comunitaria y participativa que la Teología de la Liberación introduce en la praxis política. Inspirada por la vida y enseñanzas de Jesús, esta teología promueve la formación de comunidades de base, donde la solidaridad y la aportación de todos los miembros son fundamentales. Estas comunidades, que florecieron en América Latina durante los años de dictadura y represión, siguen siendo un modelo de organización y resistencia. También, la dimensión fraterna acontecida en estas experiencias comunitarias tendía a una recuperación de la dignidad de cada uno, a sentirse verdaderamente como hermanos, y a luchar por los valores del reino de Dios. Las izquierdas, al incorporar estos principios, pueden fomentar una política más inclusiva y democrática, basada en la participación de los ciudadanos y en la construcción de poder desde abajo. Este enfoque es esencial para contrarrestar las tendencias autoritarias y centralistas que a veces han plagado a los movimientos de izquierda en la región (por ejemplo, el caso de Venezuela, Cuba, Nicaragua, etcétera).




Por otro lado, la Teología de la Liberación aporta una perspectiva crítica sobre la relación entre religión y política. En un contexto donde la religión sigue jugando un papel importante en la vida de muchas personas, esta teología ofrece una visión progresista que desafía tanto al fundamentalismo religioso como al secularismo excluyente. Al insistir en que la fe debe ser una fuerza para la justicia y la liberación, no para la opresión y el control, la Teología de la Liberación proporciona a las izquierdas una herramienta poderosa para dialogar con los creyentes y para construir alianzas amplias y diversas. Esto es particularmente relevante en América Latina, donde las iglesias, tanto católicas como protestantes, tienen una influencia significativa y donde las cuestiones de fe y política están inseparablemente vinculadas. Esta criticidad de la reflexión de la Teología de la Liberación apunta al sentido interior de la religión como expresión relacional entre los creyentes y la trascendencia, superando cualquier reduccionismo cultual exterior, “porque yo quiero misericordia y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos” (Os 6,6), que expresa su mejor ejemplo en la crítica de Jesús al culto exterior carente de conversión y fraternidad (Mt 12, 7).

Además, la Teología de la Liberación puede enriquecer las ideas de izquierdas en el siglo XXI al incorporar una perspectiva ecológica integral. Los teólogos de la liberación han sido pioneros en reconocer la conexión entre la explotación de la tierra y la explotación de las personas, argumentando que la lucha por la justicia social debe incluir la lucha por la justicia ecológica. En un momento en que el cambio climático y la degradación ambiental representan amenazas existenciales, esta visión ecológica integral es vital. Las izquierdas, al adoptar esta perspectiva, pueden articular un programa de justicia social y ambiental que aborde las raíces sistémicas de la explotación y que promueva un desarrollo sostenible y equitativo.

La dimensión de género es otro aspecto crucial que la Teología de la Liberación puede aportar a las izquierdas contemporáneas. Teólogas feministas de la liberación han destacado las intersecciones entre opresión de género, pobreza y exclusión, llamando a una liberación que sea inclusiva de todas las formas de opresión. En una época en que los movimientos feministas y de diversidad sexual están ganando fuerza y visibilidad, esta teología ofrece una base teórica y práctica para integrar plenamente estas luchas en las agendas de las izquierdas. Esto no solo enriquece la comprensión de la justicia y la igualdad, sino que también fortalece la capacidad de los movimientos de izquierdas para movilizar y representar a una base más amplia y diversa.

En el siglo XXI, la Teología de la Liberación sigue siendo una fuente vital de inspiración y orientación para las ideas de izquierdas en América Latina. Su énfasis en la justicia social, su crítica ética al capitalismo, su modelo de organización comunitaria, su enfoque integral de la justicia ecológica y su compromiso con la igualdad de género ofrecen herramientas y perspectivas valiosas para enfrentar los desafíos contemporáneos. Al integrar estas ideas, las izquierdas pueden desarrollar una visión de transformación social que sea no solo política y económica, sino también moral y espiritual, capaz de movilizar a las personas en una lucha común por un futuro más justo y equitativo.

A modo de cierre, la Teología de la Liberación aporta una dimensión profunda y multifacética a las ideas de izquierdas en América Latina en el siglo XXI. En un contexto global y regional marcado por la desigualdad, la crisis ambiental y la búsqueda de nuevas formas de organización social y política, esta teología proporciona un marco valioso para la reflexión y la acción. Al vincular la fe con la justicia, la ética con la política y la espiritualidad con la liberación, la Teología de la Liberación sigue siendo una guía poderosa para aquellos que buscan construir un mundo más justo y humano.

 

Fabián Bustamante Olguín. Doctor en Sociología, Universidad Alberto Hurtado. Académico del Instituto de Ciencias Religiosas y Filosofía, Universidad Católica del Norte, Coquimbo.

Javier Cortés. Magíster en Teología, Pontificia Universidad Católica de Chile. Académico del Instituto de Ciencias Religiosas y Filosofía, Universidad Católica del Norte, Coquimbo.

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