¿Volver a los 19?
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Las cifras relativas a la actividad económica en el presente año – en el trimestre febrero- abril, para ser más precisos – saliendo ya de la crisis de la pandemia, del estallido social y del retiro de fondos de las AFP, son bastante diferentes a las que existían hace cinco años atrás, en abril de 2019.
Observemos algunos de esos cambios a la luz de las cifras que nos ofrece el Instituto Nacional de Estadísticas. En el trimestre febrero-abril del presente año, la cantidad de fuerza de trabajo empleada en el sector industrial manufacturero alcanzó la cifra de 875,05 miles de personas. Cinco años antes, sin embargo, en febrero-abril del 2019, cuando todavía no se presentaban los eventos mencionados, la cantidad de fuerza de trabajo empleada en la industria manufacturera alcanzaba a la cantidad de 880,99 miles de personas. En el transcurso de estos cinco años ha bajado la población ocupada en la industria manufacturera. En otras palabras, la industria manufacturera no contribuye para nada a absorber los nuevos contingentes que se incorporan al mercado del trabajo, o a los contingentes que se encuentran en situación de desocupación.
La cantidad de empleados en el sector comercio, en cambio, alcanzaba a 1.731,09 miles de personas en febrero-abril del 2019. Cinco años después esa cifra había aumentado a 1.780,89 miles de personas. Otros sectores que han aumentado su población ocupada fueron el sector finanzas y seguros, que pasó de 171,72 miles de personas en el 2019 a 198,56 miles de personas en el 2024, y el sector minas y canteras, que aumentó desde 236,54 miles de personas a 287,66 miles de personas. Comercio, finanza, seguros y minas aumentan la fuerza de trabajo que utilizan. La industria manufacturera la reduce.
Frente a estas cifras hay varias alternativas posibles de interpretación. Hay algunos periodistas y economistas que piensan que no se alcanzan todavía los niveles de antes de la crisis, pero que tarde o temprano eso sucederá. Para allá vamos. Esa es la meta y esa es la dirección inexorable del movimiento, según ellos.
Sin embargo, también hay quienes piensan que tanto los disturbios sociales del 2019, como la pandemia de los años siguientes, no solo nos hizo retroceder con respecto al punto en que estábamos, sino que cambió la estructura productiva del país, y que no vamos a recuperar las cifras productivas ni la estructura del empleo del 2019.
Además, hay quienes postulan que el declive del sector industrial no es un hecho nuevo, que tenga que ver solo con el estallido social o con la pandemia, sino que es un fenómeno viejo, que es fruto del modelo de desarrollo que se ha venido llevando adelante en el país desde hace varias décadas a esta parte.
En cualquier caso, tenemos, entonces, un país con un sector industrial manufacturero que no absorbe ni dinamiza al mercado laboral; con un sector minero que sigue absorbiendo mano de obra, pero desde niveles mucho más bajos, que lo incapacitan para ser el sector de referencia del empleo en el país; y un sector comercio y finanzas –incluido allí el sector informal de la economía – que son sectores dinámicos en lo que respecta a la absorción de mano de obra, pero que no contribuyen a una mejor distribución del ingreso. Si esa es la realidad del país con que contamos hoy, ese es el país que debemos tener en cuenta en nuestras reflexiones y en nuestras aspiraciones de cambio en una senda social y económicamente positiva. Equivocarse en el diagnóstico, en la economía o en la política, es la antesala de la derrota.
Por Sergio Arancibia