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Marine Le Pen y Giorgia Meloni: La alianza que podría redefinir la política europea

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Marine Le Pen, la líder del Reagrupamiento Nacional (RN) en Francia, ha lanzado una propuesta audaz a Giorgia Meloni, la primera ministra de Italia y líder de Hermanos de Italia (FDI). Le Pen busca unificar a la derecha radical en la Unión Europea, con el respaldo de encuestas que anticipan un resultado significativo en las próximas elecciones europeas. La propuesta sugiere unir fuerzas para formar uno de los grupos parlamentarios más grandes de la Eurocámara, con la posibilidad de convertirse en la segunda fuerza política más influyente.

«Es el momento de unirnos, no podemos dejar escapar tal ocasión», declaró Le Pen en una entrevista con el diario italiano Corriere della Sera.[1] Esta oferta se produce en un momento crucial, justo antes de las elecciones europeas programadas para junio. Actualmente, la derecha radical está dividida en varios grupos parlamentarios, lo que disminuye su influencia. Le Pen busca reunir a los dos principales grupos: Identidad y Democracia (ID), al cual pertenece el RN, y los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), donde se encuentra Hermanos de Italia.

Esta propuesta no solo tiene como objetivo aumentar su representación, sino también asegurar una influencia decisiva en la dirección política de la UE. Si se logra, podría cambiar significativamente el equilibrio de poder en el Parlamento Europeo. Sin embargo, existen desafíos significativos. Entre las diversas formaciones de derecha radical hay diferencias programáticas y sensibilidades distintas, especialmente en temas clave como la estrategia ante Rusia y la postura frente a la OTAN. Aun así, la presión de los buenos resultados electorales podría empujar hacia una mayor unidad para maximizar su influencia en el Parlamento Europeo.

A pesar del entusiasmo de líderes como Santiago Abascal, de Vox, la fusión entre los principales grupos de derecha radical enfrenta varios desafíos. Uno de los principales problemas radica en las posturas divergentes respecto a la Unión Europea y la política exterior. Mientras que muchos partidos dentro de ID, como el Reagrupamiento Nacional de Le Pen, mantienen posturas euroescépticas y muestran simpatías hacia Rusia, los miembros del ECR, como los Hermanos de Italia de Meloni, han adoptado posiciones más proeuropeas, atlantistas y críticas con la Rusia de Vladimir Putin. Esta diferencia fundamental ha mantenido a estos grupos separados hasta ahora.




Además, las diferencias en la política económica y social también representan un obstáculo. Por ejemplo, mientras que algunos partidos dentro de ID promueven políticas más proteccionistas y de intervención estatal, otros dentro del ECR abogan por el libre mercado y la desregulación. Esta diferencia, sin embargo, puede ser más salvable, ya que la ultraderecha tiende a usar la economía como una herramienta más que como un pilar ideológico, siendo volubles a cambios.

Los intereses nacionales de los partidos de derecha radical también juegan un papel en estos desafíos. Los partidos nacionalistas tienden a priorizar sus agendas nacionales sobre las transnacionales, lo que puede complicar la cooperación y el compromiso en un grupo unificado. Sin embargo, con la eficacia que está teniendo la «internacional del odio» que recoge a la mayoría de las formaciones de derecha radical en todo Occidente, esta diferencia tampoco parece insalvable.

Así, la fusión de estos grupos podría ofrecerles grandes ventajas. Una coalición unificada de derecha radical tendría una influencia considerablemente mayor. Con la posibilidad de convertirse en el segundo grupo más grande, esta alianza tendría acceso a puestos de representación y difícilmente podría evitarse en la toma de decisiones en la UE. Además, una fusión fortalecería la posición de la derecha radical frente a otros grupos políticos en el Parlamento Europeo. Con una voz unificada, podrían negociar de manera más efectiva y presionar por cambios en áreas clave como la inmigración, la soberanía nacional y la política económica. Esta cohesión también podría facilitar alianzas estratégicas con otros grupos, con una mirada clara hacia el Partido Popular Europeo, aumentando su capacidad para bloquear o modificar propuestas legislativas que consideren contrarias a sus intereses.

La propuesta de Marine Le Pen y el apoyo de otros líderes de derecha radical podrían marcar el inicio de una nueva era de cooperación y poder para estos partidos en la política europea. En medio de esto, Vox se ha ofrecido como mediador para facilitar la unidad entre Le Pen y Meloni. «Vox siempre va a estar defendiendo la necesidad de ese grupo fuerte», declaró José Antonio Fúster, portavoz nacional del partido. Vox, que forma parte del ECR, ha estado trabajando para unir a los partidos “patrióticos” en el Parlamento Europeo.[2] La posición de Vox puede ser crucial para lograr esta fusión entre ID y ECR. El partido ha jugado un rol significativo en mantener alianzas internacionales con otros partidos de derecha radical, jugando un papel clave en América Latina y espera ser el «pegamento» que logre la máxima unidad posible entre las diferentes familias políticas. Esta estrategia se ha evidenciado en eventos recientes, como la cumbre internacional organizada por Vox en mayo, donde Le Pen y Meloni participaron.

Uno de los problemas podría ser la posible adhesión de la Unión Cívica de Viktor Orbán, gran aliado de Vox, a este grupo. Orbán perteneció al PPE hasta su expulsión, ha hecho lo posible por boicotear a la UE y se ha mostrado como el mejor aliado de Putin, lo que generaría problemas para futuras alianzas, causando su adhesión cierto rechazo en personalidades como Meloni.

La propuesta de Marine Le Pen a Meloni para unir fuerzas en la derecha radical europea también tiene profundas implicaciones para el Partido Popular Europeo (PPE), el grupo más grande de la Eurocámara. Aunque el PPE ha mantenido una postura cautelosa hacia la derecha radical, una creciente influencia de esta podría forzar una reevaluación de sus alianzas estratégicas. En las últimas semanas, el PPE ha enfrentado críticas del resto de grupos por su negativa a firmar una carta conjunta condenando la violencia política de la derecha radical. Esta carta, respaldada por partidos como los Socialistas y Demócratas, Renovar Europa, Los Verdes y La Izquierda, instaba a rechazar cualquier normalización o cooperación con partidos radicales. Sin embargo, el PPE defendió su decisión argumentando que las acusaciones eran infundadas y reafirmó su compromiso de no trabajar con partidos que no sean proeuropeos y proestado de derecho.

Las tensiones entre el PPE y otros grupos políticos se han intensificado tras esta negativa. Úrsula von der Leyen (PPE), presidenta de la Comisión Europea, ha mostrado cautela sobre la posibilidad de cerrar acuerdos con grupos de derecha radical, como el ECR. Sin embargo, la relación cercana entre von der Leyen y Meloni en temas como la migración ha generado preocupaciones entre los legisladores socialistas, liberales, de la izquierda y verdes. Esta relación ha sido vista por algunos como una señal de que el PPE podría estar más abierto a cooperar con la derecha radical de lo que se admite públicamente.

El Partido Popular Europeo se encuentra en una encrucijada respecto a su postura hacia la derecha radical. A medida que se acercan las elecciones europeas, las decisiones del PPE podrían determinar el futuro de la política en la UE. El ex presidente del PPE, Donald Tusk, siempre mantuvo una política de bloqueo a las alianzas con la derecha radical. Sin embargo, su sucesor, Manfred Weber, ha mostrado una disposición más flexible, avalando públicamente alianzas con partidos como Vox en España.

Diversas encuestas indican que los tres grupos de derecha en el Parlamento Europeo, el PPE, ECR e ID, podrían alcanzar una mayoría absoluta. Esto plantea la posibilidad de una transformación significativa en la gobernanza europea, con el PPE jugando un papel crucial en cualquier coalición potencial y viendo si una vez más en Europa es la derecha institucional la que abre las puertas a la derecha radical.

La oferta de Le Pen de unificar a la derecha radical en la UE tiene el potencial de transformar el panorama político europeo. Con el respaldo de resultados electorales favorables y la posibilidad de formar una de las coaliciones más grandes del Parlamento Europeo, la derecha radical está en una posición fuerte para negociar y ejercer influencia. Sin embargo, las diferencias internas y los intereses nacionales podrían dificultar la creación de una alianza duradera. La mediación de partidos como Vox y la postura estratégica del Partido Popular Europeo serán decisivas en los próximos meses. Europa podría estar al borde de un cambio significativo, y la política de alianzas jugará un papel crucial en este proceso.

 

Fabián Bustamante Olguín.

Doctor en Sociología, Universidad Alberto Hurtado. Académico del Instituto de Ciencias Religiosas y Filosofía, Universidad Católica del Norte, Coquimbo.

 

[1] https://www.corriere.it/politica/24_maggio_25/marine-le-pen-giorgia-meloni-europee-7cd8920f-124d-4b72-956f-cc7a4a836xlk.shtml

[2] https://www.lavanguardia.com/nacional/20240527/9679636/vox-trabajara-union-todos-paises-patrioticos-europa-agenciaslv20240527.html

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Fabián Bustamante Olguín

Doctor en Sociología, Universidad Alberto Hurtado Magíster en Historia, Universidad de Santiago Académico del Instituto Ciencias Religiosas y Filosofía Universidad Católica del Norte, Sede Coquimbo

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