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La última trinchera

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El año 1989 cayeron en Europa los “muros ideológicos”. El socialismo real había perdido la batalla dejando campo libre a la expansión -ya sin fronteras- del sistema capitalista que se introdujo de manera vertiginosa en casi todas las repúblicas donde había imperado el socialismo. De esa forma, el mundo dejó su característica política bipolar para transformarse en una realidad unipolar, con Estados Unidos y sus aliados a la cabeza del poder. Ello continúa hasta hoy.

Pero, sumado a ese resultado hay asuntos que por pertenecer al denso bosque neoliberal pasan desapercibidos para la mayoría de los observadores, y que, contrariamente a lo que podría suponerse, dibujan una realidad más preocupante aún que el sistema mismo, ya que ese macro total bien puede estar caminando hacia un estadio de desarrollo inesperado, cual es convertirse en ‘civilización neoliberal’.

De hecho, en Europa occidental el viejo comunismo no sólo desfallece, sino, con mayor precisión, está desapareciendo de los escenarios electorales y con ello deja campo libre a la reaparición del proto fascismo y del neonazismo que avanzan con prisa y fuerza. Vea usted, amable lector, la realidad política actual en países como Italia, Suecia, Finlandia, España, Francia, Portugal, Hungría, Polonia, etc., naciones en las que la ultraderecha fascistoide ha logrado posicionarse con significativo apoyo público y suficiente fuerza política, ya sea en el Ejecutivo o en el Legislativo, para desestibar el estado de bienestar -en esas democracias- y dar inicio a planes y proyectos de absoluto corte nazistoide, tanto en lo interno como en materias internacionales.

La mariposa planetaria ha movido sus alas y la brisa de la derecha extrema ha llegado a Latinoamérica…y por cierto, a Chile, país que nos convoca en este artículo.




En el mes de agosto de 1973, el Congreso Nacional chileno -dominado por la derecha y un amplio sector democristiano- allanó la cancha a objeto que el mega empresariado local y transnacional diera el visto bueno a las fuerzas armadas para efectuar el golpe de estado mismo que contaba desde hacía meses con la aprobación y financiamiento del gobierno estadounidense encabezado por Richard Nixon.

A no dudar, y mucho antes que en Europa, fue en Chile donde cayó derrumbado el primer ‘muro ideológico’, aunque en este caso tal derrumbe lo provocó la fuerza y la violencia de las armas. Durante diecisiete años las bayonetas gobernaron y desangraron el país hasta que este entregara todos sus recursos naturales a manos privadas.

Luego vinieron las traiciones y las “renovaciones” efectuadas por antiguos adversarios de la derecha predadora. El pueblo se fue quedando solo, sin apoyo ni defensa verdadera. Las viejas e históricas tiendas partidistas populares bajaron sus banderas y se unieron al baile de la corrupción, al amiguismo, al familisterio y al desparpajo que dirigía el viejo adversario ahora convertido en socio de intereses y compañero duopólico. Esas viejas y queridas banderas siguen cubiertas por el polvo del olvido y de la traición. Hay dirigentes izquierdistas que hacen lo posible porque ello siga así…y hacen lo impensado para que las nuevas generaciones nada sepan ni valoren de los eméritos líderes del radicalismo y del socialismo de antaño, como Pedro Aguirre Cerda y Salvador Allende.

Recuerdo las letras escritas por García Lorca:

<<Antonio, ¿quién eres tú?
Si te llamaras Camborio,
hubieras hecho una fuente
de sangre con cinco chorros.
Ni tú eres hijo de nadie,
ni legítimo Camborio.
¡Se acabaron los gitanos
que iban por el monte solos!
Están los viejos cuchillos
tiritando bajo el polvo>>

Sólo queda un pequeño grupo de socialistas de verdad, de aquellos que no bajaron sus banderas ni entregaron sus conciencias al dolor de la traición en beneficio de políticos que nunca ayudaron ni se interesaron por el pueblo.

Esas personas de ese pequeño grupo están en la última trinchera. Son la tenue luz que es dable observar en algún rincón del escenario político y social. La lucecilla que señala orgullosamente que el viejo tronco del socialismo histórico sigue presente…que no se ha rendido ni ha trucado sus ideales por el aroma del aceite fenicio ni el oro griego.

Sus ocupantes son la última trinchera…la última esperanza.

 

 

Arturo Alejandro Muñoz

 

 

 

 

 



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