Una inflación de 0,5% en abril
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El nuevo IPC (que rige desde enero) se incrementó en abril en 0,5% respecto al mes previo, algo más que el 0,4% de marzo pero menos que el 0,7% de enero y el 0,6% de febrero. El promedio del IPC en el trimestre febrero-abril es de 0,5% mensual.
Para alcanzar la meta de 3% anual de inflación en un horizonte de 24 meses, se requiere llegar a un aumento del IPC de no más de 0,25% promedio mensual, por lo que el resultado del trimestre más reciente nos mantiene lejos de esa perspectiva. No obstante, el IPC sin alimentos y energía (SAE) es la medida que se debe observar para evaluar la inflación subyacente, que es la que debe considerar la política monetaria. Este IPC-SAE aumentó en abril en 0,3% (igual al IPC de los bienes y servicios que no son objeto de comercio internacional), una cifra más acorde con la meta a alcanzar. El IPC-SAE, además, viene a la baja, pues había registrado aumentos de 0,6% y 0,5% en los dos meses previos. Los precios promedio mensual de los alimentos en el último trimestre no variaron, e incluso se produjo una caída de los precios de las frutas y verduras. En cambio, los de la energía lo hicieron en 1,8%, empujando el IPC general al alza promedio de 0,5% mensual. También incidió el IPC de la vivienda, que aumentó en 0,8% promedio mensual en el trimestre, y el de los servicios, que aumentaron sus precios en 0,7% en el mismo período.
Por su parte, el peso se devaluó frente al dólar un 3,8% en enero, un 6,1% en febrero, un 0,5% en marzo, mientras se revaluó en un -0,8% en abril, suavizando el impacto previo al alza en los precios de los bienes importados.
Considerando el IPC-SAE, no debiera haber cambios en la perspectiva de seguir disminuyendo las tasas de interés de política monetaria que practica el Banco Central, que alcanzó a 11,25% en 2022 y parte de 2023 y que desde abril se sitúa en 6,5%, una cifra aún excesivamente alta. Esto es especialmente relevante para el sector de la construcción y para las pymes, que se encuentran entre los afectados por la política monetaria restrictiva vigente y que llevó, junto a la baja ejecución de la inversión pública, a la economía al estancamiento en 2023.
Para medir la inflación, desde enero de 2024 el INE utiliza una canasta actualizada del consumo promedio de los hogares, que reemplaza la de 2018, para evaluar los cambios mensuales de los precios de los bienes y servicios al consumidor. La información proviene de la IX Encuesta de Presupuestos Familiares realizada por el INE entre octubre de 2021 y septiembre de 2022. Para iniciar el cálculo en enero de 2024 con la nueva canasta, el INE fijó las ponderaciones obtenidas de la encuesta a los precios promedio de 2023. Las tres principales «divisiones» (grupos de productos) son ahora «alimentación» (22% del gasto promedio de los hogares), «vivienda y servicios básicos» (17%), «transporte» (13%), seguidas de «información y comunicación», «restaurantes y alojamiento» y «equipamiento y mantención del hogar» (con alrededor de 6% cada una).