Chile en llamas: «Se cae, se destroza, se desgrana, se pudre, por obra y gracia de sus propios dueños»
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En medio de la devastación causada por los incendios forestales que azotan Chile, surge la urgencia de cuestionar las narrativas que intentan naturalizar estos desastres como eventos inevitables. En este texto, Eli Neira reflexiona desde el territorio sobre cómo el ecocidio en Chile no es simplemente una serie de tragedias naturales, sino el resultado de decisiones humanas irresponsables y de una estructura económica que prioriza el lucro sobre la vida y el medio ambiente. Es hora de dejar de culpar al destino y confrontar la realidad: Chile se quema, se cae, se destroza, se desgrana y se pudre, todo por obra y gracia de sus propios dueños.
Chile se quema, se cae, se destroza, se desgrana, se pudre, por obra y gracia de sus propios dueños.
¡Dejemos de naturalizar los efectos del ecocidio!
Sabemos ya que los incendios no son producto de un destino fatal o una maldición que cae sobre estas tierras todos los veranos. Los incendios son producto del desmonte y de los monocultivos, de la falta de regulación y de la avidez criminal del empresariado que ha modificado no solo el paisaje sino la vida en este país, de manera irreversible desde hace 50 años a la fecha.
Dejen de pedirle solidaridad al pueblo, el mismo pueblo mutilado en las calles cuando se ha levantado, preso en las cárceles por sobrevivir, miserabilizado, sumido en la ignorancia, en la pasta base, las deudas, la desinformación y en la desesperanza mas abyecta. ¿Por qué no le van a pedir a Lusick que suelte el agua?, ¿Por qué no van a pedirle artículos de aseo a los empresarios palteros que han alterado todo el ecosistema de la región?, ¿Por qué no van a pedirle casas a los mismos que provocan los incendios para después edificar torres? , ¿Hasta cuándo sostenemos esta mentira?, ¿Hasta cuándo los gobiernos entreguistas, los alcaldes timoratos le cuidan las espaldas al empresariado criminal y ecocida?
¿Cuánto más se tiene que quemar para que despachen la ley que prohíbe construir en terrenos siniestrados?, ¿Cuántos pobres más deben morir calcinados para que Chile siga siendo un buen negocio para los capitales extranjeros, nunca para nosotros?
¿Cuántos años lleva la alcaldía ciudadana en Valparaiso sin que exista aun un puto contenedor de basura en toda la ciudad, o puntos limpios donde reciclar sin que se conviertan rápidamenre en microbasurales que luego serán el combustible perfecto de los incendios?, ¿Cuántos años más sin que exista un plan de gestión de residuos decente, un plan de contingencia en temporada alta cuando se multiplica la gente y por lo tanto la basura en la región?, ¿Cuándo?
Chile se quema, se cae, se destroza, se desgrana, se pudre, por obra y gracia de sus propios dueños. Dejen de pedirnos a nosotros que sigamos sosteniendo esta farsa.
Escribo estas palabras mientras las alarmas de evacuación no han dejado de sonar desde ayer, con rabia, con pena, con un profundo sentimiento de impotencia por lo que ya parece ser el destino final del proyecto fallido de una colonialidad que no para de escupirnos en la cara.»
Eli Neira