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La crisis en el fútbol chileno y las inquietantes conexiones políticas y empresariales

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El fútbol chileno enfrenta una crisis de considerables dimensiones, respaldada sustancialmente en los análisis periodísticos. Comparto plenamente este diagnóstico, ya que la administración del fútbol chileno parece estar bajo el control de individuos negligentes, sin un genuino interés en la preservación de los clubes afiliados. Un actor destacado en esta problemática es el señor Pablo Milad, cuya falta de una visión clara sobre quién asumirá el próximo rol de director técnico de la selección nacional revela una falta de comprensión respecto a la situación patrimonial del fútbol chileno. Al parecer, prima el afán de negocio sobre la calidad deportiva, una realidad evidente en los resultados futbolísticos, como la derrota de Chile sub-23 en el Preolímpico, por ejemplo.

Sobre este punto, es relevante destacar que Pablo Milad fue precandidato a diputado por el distrito número 17 con el respaldo de Evópoli, partido al que pertenece desde su fundación.[1] En marzo de 2018, asumió como intendente de la Región del Maule durante el segundo gobierno del presidente Sebastián Piñera. Es importante tener en cuenta que Milad no es una figura ideológicamente neutral, ya que tiene una larga vinculación con un partido político de derecha.

Este aspecto es especialmente relevante, ya que frecuentemente en la prensa se aborda la crisis del fútbol chileno de manera genérica, omitiendo, quizás intencionalmente, que detrás de esta crisis hay actores con ideología. Algunos de ellos están vinculados específicamente a partidos de derecha. Aquí radica la preocupante conexión entre ciertos sectores de la derecha y negocios, algunos de ellos de dudosa reputación. Autores como Hugo Herrera y Daniel Mansuy resaltan esta relación, buscando enfocarse en que la derecha recupere un contenido ideológico más sólido y no esté tan centrada en intereses económicos.

En la gestión de Milad, han ocurrido eventos lamentables, como los fracasos de la selección adulta masculina en las clasificatorias para el Mundial 2022 y el cuestionable inicio en las clasificatorias para el Mundial 2026. Además, se han observado problemas como la renuncia del director técnico Eduardo Berizzo, críticas de jugadores por las condiciones en Juan Pinto Durán y los estadios, el alto costo de las entradas y la situación financiera preocupante de la ANFP, con deudas millonarias y pérdida de patrocinadores.




Otros aspectos problemáticos incluyen la cancelación del proyecto de un nuevo centro deportivo, la crisis arbitral con denuncias de corrupción, la contratación y despido del exárbitro argentino Javier Castrilli, las deudas en los clubes de fútbol chileno, actos de violencia en el fútbol nacional y la falta de manejo frente a la declaración de ilegalidad de las casas de apuestas, uno de los pilares económicos del fútbol.

En mayo de 2023, un reportaje reveló un chat de WhatsApp donde Milad criticaba al gobierno del presidente Gabriel Boric como populista y feminista, especialmente ante un proyecto de ley que prohibía a los deudores alimenticios entrar a recintos deportivos nacionales que recibieran fútbol.[2] Estos elementos sugieren una relación problemática entre la derecha empresarial y los negocios relacionados con el fútbol, aparentemente sin restricciones por parte del Estado chileno.

Dicho esto, el notorio silencio del actual Ministro de Deportes, Jaime Pizarro, resulta singular en virtud de su omisión hasta el momento de manifestar su perspectiva respecto a la insidiosa penetración del fútbol chileno por parte de empresarios carentes de un compromiso genuino con el progreso futbolístico de Chile. La administración de entidades emblemáticas como Audax Italiano, Unión La Calera y San Luis, todas bajo el égida de empresarios argentinos (en especial Christian Bragarnik), pone de manifiesto una palpable falta de dedicación hacia los intereses intrínsecos de dichos clubes. En lugar de ello, estos dirigentes centran sus esfuerzos en el escrutinio de jugadores con miras a su posterior transacción a valores substancialmente más elevados en otras ligas.

Surge, por ende, una nueva interrogante de trascendencia: ¿cuál es la verdadera naturaleza de su interés en el progreso del fútbol a nivel nacional? ¿Los dueños de clubes son representes de jugadores? ¿Qué rol cumple Fernando Felicevich en el fútbol chileno? ¿O Bragarnik, dueño de clubes también en Argentina y España? ¿Por qué actúan con tanta facilidad en Chile? Estas interrogantes, cabe señalar, no constituyen un mero ejercicio retórico, sino que se sustenta en la constatación incluso en reportajes televisivos que ofrecen evidencia diáfana de la situación en cuestión.[3]

Por su parte, se torna imperativo someter a escrutinio la aptitud de los advenedizos entrenadores, algunos de los cuales carecen ostensiblemente de antecedentes en la gestión de conjuntos de primera división. Un contingente de estos profesionales, en su mayoría de nacionalidad argentina, ha sido incorporados mediante circunstancias dudas, que desatiende la preferencia por técnicos de origen nacional.

Surge la interrogante, por ejemplo, de por qué el actual estratega del Audax Italiano, el argentino Walter Ervitti, no solo se niega a participar en conversaciones con la prensa, sino que también carece de suficiente experiencia como entrenador. Asimismo, resulta desconcertante el hecho de que Jaime García, técnico chileno, no tenga actualmente vinculación con algún club.

Aparentemente, algunos dirigentes y representantes desafían abiertamente las expectativas de todos los seguidores del fútbol chileno. Es imperativo una respuesta inmediata, dado que la situación tiende a empeorar, y para ello se requiere la intervención de agentes estatales, especialmente del Ministro Jaime Pizarro, quien debería abordar todas estas vicisitudes. Desde 2011 (Universidad de Chile), el fútbol chileno no ha logrado éxito en el ámbito internacional, teniendo en cuenta una Copa Libertadores (Colo-Colo en 1991), y el último equipo chileno en llegar a una semifinal fue Coquimbo Unido en 2020, en la Copa Sudamericana.

 

 

Fabián Bustamante Olguín

Académico Instituto de Ciencias Religiosas y Filosofía, Universidad Católica del Norte

 

 

 

 

 

 

 

 

[1] https://www.radiocondell.cl/2018/02/26/pablo-milad-abusleme-ex-presidente-de-curico-unido-es-el-nuevo-intendente-de-la-region-del-maule/

[2] https://chile.as.com/futbol/filtran-whatsapp-de-dirigentes-del-futbol-chileno-contra-el-gobierno-populistas-un-caramelo-n/

[3] Véase el reportaje de Informe Especial https://www.youtube.com/watch?v=ry23Typ9VzM

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Fabián Bustamante Olguín

Doctor en Sociología, Universidad Alberto Hurtado Magíster en Historia, Universidad de Santiago Académico del Instituto Ciencias Religiosas y Filosofía Universidad Católica del Norte, Sede Coquimbo

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  1. Florencio Macci Zepeda says:

    Lo que tengo claro es que, a partir del manejo de los clubes profesionales por las SAD (sociedades anónimas deportivas), empezó la decadencia del futbol profesional en Chile.

  2. Renato Alvarado Vidal says:

    > falta de dedicación hacia los intereses intrínsecos de dichos clubes.

    ¿Y cuales serían esos «intereses intrínsecos»? ¡Si son clubes profesionales! Su interés es ganar dinero. Los clubes amateurs tienen intereses sociales y funcionan con una lógica acorde a esos fines, pero la lógica interna del deporte profesional es muy diferente, es la lógica del espectáculo, del circo y de la farándula, por eso requiere vistosas y bien pagadas «estrellas».

    >En lugar de ello, estos dirigentes centran sus esfuerzos en el escrutinio de jugadores con miras a su posterior transacción a valores substancialmente más elevados en otras ligas.

    Durante los 25 años en que fui dirigente deportivo, asistí a numerosos cursos y seminarios para dirigentes; en uno de ellos, interesantísimo, realizado en Santiago y en el que uno de los expositores era nada menos que Pelé, uno de los temas tratados fue precisamente la diferente modalidad de financiamiento de los clubes de fútbol profesional, ya fuesen estos europeos o americanos, y allí quedó bien claro que los clubes de nuestro continente, así sea el River Plate o Deportes Puerto Montt, se financian a través de la venta de jugadores, por lo que aquellos dirigentes a que hace referencia el artículo, no estarían haciendo más que aplicar correctamente las leyes del mercado.

  3. Felipe Portales says:

    El artículo destaca algunos hechos y tendencias existentes, pero se queda muy corto. En Chile el futbol se ha corrompido profundamente. Quienes han descrito y analizado muy bien este fenómeno han sido los periodistas Marco Sotomayor, Mauricio Israel y Cristián Arcos en el programa «Círculo Central» del Canal TV+. Y dicha corrupción se ha estructurado en torno a un gigantesco conflicto de interés entre los clubes y los representantes de jugadores, llegando estos últimos a ser parte de la propiedad de clubes y ¡a veces de más de uno! Además se han incorporado a esta trenza de corrupción las ilegales casas de apuestas con sede en el extranjero que son financistas de clubes y de programas deportivos de TV. Esto para partir, porque también han denunciado -y con especialistas presentes en muchos de los programas- un sinnúmero de otras «anomalías» respecto de los arbitrajes, barras bravas, contratos brujos, etc. etc.

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