El valor público de la probidad de las élites
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El principio de probidad se refiere a la integridad y honestidad en la conducta de las personas en el ejercicio de su actividad y/o profesión, en lo privado y en lo público. Al hablar del valor público de la probidad de las élites, me refiero a la importancia de que las personas que ocupan posiciones de poder y liderazgo en la sociedad actúen con rectitud y ética en el ejercicio de sus funciones.
La probidad de las élites tiene un valor público. No se trata sólo de la responsabilidad individual ante la ley, sino que ante la sociedad. La falta de probidad de quienes ostentan posiciones de poder y liderazgo atentan directamente a la convivencia y a la esencia de la democracia.
Chile está enfermo y, lamentablemente sólo alcanzamos a ver una pequeña fracción de los delitos asociados a la falta de probidad de las élites. Cuentan con redes de influencia y de protección, profesionales de primera línea que los defienden, grandes cantidades de dinero para corromper, una institucionalidad débil y una crisis ética producto de un sistema individualista, egoísta y altamente competitivo.
Lo más grave es lo extendida que está la falta de probidad en las élites. Es absolutamente excepcional que se haga público un caso como el que se ha destapado esta semana en que un destacado y connotado abogado chileno se explaya sobre una estrategia delictiva para defender a su cliente.
La élite se defiende a sí misma sin miramientos a la pérdida de valor social de sus actuaciones. Se pierde la confianza en las instituciones, se deslegitima la autoridad y el poder, se hace más ineficiente el desarrollo social, económico y ambiental y se afecta gravemente el bien común.
Cuando hablamos de poner un fuerte énfasis en convivencia y ciudadanía en el sistema educacional, no se trata solo de evitar la violencia física, verbal o psicológica, sino también de transmitir y compartir las bases éticas de una sociedad que se respeta a sí misma teniendo las leyes como un “desde” y no como un límite a ser traspasado sin ser sorprendido.
Al escribir esta columna me viene a la memoria Fernando Leniz, quien fue uno de mis profesores en la Universidad de Chile. De su curso me quedó la enseñanza de que, como ingeniero y probablemente como profesional con altas responsabilidades, estaríamos expuestos y tentados a olvidar la probidad y tomar un atajo al margen de la ley. Nos dijo que sería en esos momentos de decisión cuando se vería el real valor como profesional y compromiso con Chile.
El sistema educacional está en un proceso de revisión del currículum nacional. No compitamos con la inteligencia artificial en memorizar conocimientos. Busquemos adquirir las habilidades y conocimientos básicos en lenguaje, matemáticas y ciencia y concentremos los esfuerzos en convivencia, ciudadanía y habilidades para la vida.
La probidad tiene un valor público, sobre todo la probidad de las élites porque en la conducta de cada uno de nosotros está la responsabilidad de fortalecer la confianza en las instituciones, mantener la legitimidad de la autoridad y del poder, contribuir al desarrollo sostenible, promover la justicia social y servir como modelos a seguir para la sociedad en general.
Por Marcelo Trivelli
Fundación Semilla
Serafín Rodríguez says:
En una auténtica democracia no debería haber elites y cuando se las reconoce como tales y asigna condiciones de probidad, se las está reconociendo como legítimas. Chile está enfermo porque está a merced de las elites políticas en una seudo democracia que se limita a lo puramente electoral con candidatos pre determinados por ellas en un sistema que carece de mecanismos de control ciudadano una vez electos e impide la participación de representantes de base popular.
Patricio Serendero says:
El dinero no tiene moral. No sabe de la existencia ni de la probidad, ni de la ética. Solo se preocupa de las ganancias. Ese es el elemento motivador del sujeto neoliberal, así definido por los cientistas sociales. La democracia, ese gobierno de los ricos, por los ricos y para los ricos crea naturalmente muchas y muchos individuos no probos y eticamente deleznables.
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No sé de la probidad ni ética de Fernando Leniz. Solo sé que fue gerente del Mercurio durante todo el tiempo de la UP, tiempo donde como se sabe, dicho diario dirigió e incitó ideológicamente el Golpe de Estado, mintiendo a diario. Luego fué uno de los primeros ministros civiles de Pinochet. Hombre de mano de los Matte de toda la vida. Gerente en la Papelera y de la CORMA, el poderoso gremio de los empresarios forestales. Tengo mis serias dudas sobre la consecuencia que puede haber tenido alguien con ese curriculum y sus enseñanzas sobre probidad y ética en sus tiempos de profesor.
La calidad técnica de un profesional nada tiene que ver con su ética y probidad. No son sinónimos. Corren por carriles separados.