Buenas costumbres
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“El Estado promoverá la relación armónica y el respeto de todas las manifestaciones de la cultura, que no sean contrarias a la tradición chilena, las buenas costumbres, el orden público o la seguridad del país”. Es lo que dice el proyecto constitucional sobre la materia, el cual se elabora a oscuras. ¿Quién redactó semejante glorificación a la idiotez? Bien podrían ser beatos que, en su oportunidad, le rindieron pleitesía al tirano Pinochet. Como han sobrevivido a los avatares del tiempo y los cambios, se reúnen a recordar la gloriosa época que utilizando sayos y portando velones, escalaron el cerro Chacarillas en busca de ser confirmados con el santo crisma de la traición.
En esta crónica, me voy a referir a las buenas costumbres, pues algo sé de lo que se entiende sobre el tema. Y dejar las otras propuestas, a los colegas de El Clarín, acostumbrados a darse una fiesta, utilizando su proverbial sentido de la ironía.
Quien lee por primera vez esta célebre proposición constitucional, destinada a hablar, o más bien a dirigir la cultura, recuerda los tiempos de la Santa Inquisición. Llegó a América en los barcos de Cristóbal Colón y cobró infinidad de víctimas, que se atrevieron a criticar a la Iglesia y su doctrina. La Santa Inquisición opera en forma clandestina y de vez en cuando, muestra sus garras. La beatitud y los pechoños, hacen gárgaras de santidad. En paralelo se estaría redactando un diccionario, donde figuran las palabras, que no deben utilizarse, ni en forma escrita ni hablada, pues atentan contra las buenas costumbres. Menuda tarea para los miembros de la Academia Chilena de la Lengua. De partida, el “Diccionario de uso del español en Chile”, editado por esta sociedad, debe ser sacado de circulación. En él figuran aquellas expresiones del habla popular que, en su mayoría, debido a su procacidad, atentan contra las buenas costumbres. Por higiene a la moral, sus ejemplares deben ser quemados en la plaza pública, para recordar los días posteriores al golpe militar de 1973, donde la soldadesca disfrutaba destruyendo los libros.
En tal caso, debería crearse la Dirección de las Buenas Costumbres, DBC, dedicada a examinar los originales de las novelas, cuentos, poesías, ensayos y obras de teatro. Incluida la música, la plástica, que sus autores deben someter a su aprobación, antes de ser editadas o exhibidas al público. Además, evitar las sugerencias, el doble sentido de las palabras, ideas que, conduzcan al desorden moral. Por ejemplo, es imperativo, practicar la posición del misionero en el matrimonio, dejando la gloriosa alternativa del 69, para las relaciones adúlteras.
Se ignora, si esta comisión, intervendrá los museos y pinacotecas, para desalojar y expurgar las obras de arte, donde haya desnudos, escenas escabrosas, que podrían atentar contra el pudor. En suma, ofenderlo. Entonces, corresponde vestir a las esculturas que muestran la naturaleza humana en su glorioso esplendor, como las que hay en el Vaticano. Que las malas costumbres, sean una especie de baldón, ajenas a nuestra sociedad puritana. Conducta desde hace tiempo, glorificada por quienes desprecian las tradiciones y anhelan el desorden moral.
En la soledad de mi escritorio, mientras observo por la ventana el fluir de las personas por la calle, pienso si algo saben de las costumbres y hábitos, sean buenos o malos. De preguntarles sobre el tema, me responderían, qué entiendo yo por el asunto. Como no tengo respuesta a la edad de la galopante senectud, les podría decir en mi defensa: “Vayan a preguntarles a quienes redactaron semejante imbecilidad”. Yo, por ahora, no estoy disponible. Escribo un libro sobre la idiotez y el material a mi disposición es tan abundante y variado, que debo realizar una minuciosa selección.
Por Walter Garib
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Gino Vallega says:
Si señor….en mi visita a la capilla sixtina, al entrar en uno de los últimos corredores, una estatua de un desnudo varón, estaba con calzoncillos! Cosas vederes! y ahora tal vez las veamos en la copia feliz………..
Patricio Serendero says:
Me he deleitado con este comentario. Garib tiene siempre la punta del lápiz afilado. Felicitaciones.
Ahora un detalle. Cuando se trate de las Artes Plásticas, los honorables concejales PR consideraron que serían mejor expresadas no en plástico sino en madera, que es más noble. Dejaron fuera del texto final esta acotación como muestra de consenso con el oficialismo.
Como dijo un amigo, si los estúpidos volaran, pasaría nublado.