50 años del Golpe Opinión e identidades Poder y Política

50 años de dolor: el pueblo no olvida

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«Me pregunto constante ¿dónde te tienen?
y nadie me responde.
Y tú no vienes, mi alma
larga es la ausencia
y por toda la tierra pido consciencia.
Sin tí prenda querida triste es la vida»
(Cueca Sola, Gala Torres).
Esta cueca fue estrenada en el año 1978 en el Teatro Caupolicán y es un himno de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, hoy a 50 años del cobarde, corrupto y genocida Golpe de Estado fue bailada y cantada casi por tres horas seguidas por un Colectivo principalmente compuesto por mujeres más algunos que alcanzamos a acercarnos a La Moneda el Palacio de Gobierno bombardeado por las Fuerzas Armadas encabezadas por el Dictador Pinochet.
Recuerdo los 11 de septiembre desde la infancia, un día triste generalmente nublado y frío, no se podía cantar algunas canciones, tampoco agruparse con demasiadas personas, ni usar alguna prenda de vestir roja. Eran los años de la dura dictadura que sufría Chile. El acto central siempre fue la romería al Cementerio General hacia el Patio 29 (se puede ver un documental sobre este lugar del Cementerio que lleva este nombre), posteriormente venía la velatón en el Estadio Nacional uno de los principales centros de detención, tortura y ejecuciones (también se puede ver un documental con el nombre de este Estadio), finalmente al caer las noches las barricadas en las emblemáticas La Victoria, Villa Francia y Lo Hermida barrios populares de Santiago. Estos hitos de conmemoración y de resistencia política a los Gobiernos de turno persisten en la conciencia colectiva popular y política.
Este año era especial y traía consigo una fuerte carga simbólica, además con un contexto de frustración política por el fracaso a la ilusión de una nueva Constitución en favor de los más desprotegidos y frente al Gobierno alejado de las demandas populares cada vez más cercano a la traidora Concertación prosiguiendo el alargue de la transición. El Gobierno quiso instalar una retorica oficial para conmemorar los 50 años del Golpe, poco a poco ésta se fue desmembrando quedándose sin protagonismo.  Claramente no pudieron tapar la realidad del escaso apoyo popular y de la falta de sentido común al no vincularse a las organizaciones que han mantenido viva la memoria sobre las víctimas.
Hoy La Moneda tempranamente estaba intervenida por las fuerzas policiales represivas, no se podía circular libremente por las calles que la circundan, sólo podían acercarse los acreditados por el Gobierno que preparaba un estruendoso acto en la Plaza de la Constitución, por cierto sólo para algunos.
Varios de los que nos sentimos movidos a visitar La Moneda hoy no pudimos hacerlo. Caminando por las calles cercanas nos fuimos encontrando con otras actividades, por ejemplo en la Casa Central de la Universidad de Chile había lectura de los nombres de los detenidos desaparecidos y ejecutados. Caminando hacia Alonso de Ovalle y el Paseo Bulnes con la intención de tomar una foto a La Moneda, todo estaba cercado, varios que peregrinaron se sentían impotentes de no poder acercarse a La Moneda o a la escultura de Allende. Hasta que apareció un enorme Colectivo de la Cueca Sola que bien organizados traían un permiso para realizar un acto público a espaldas del acto oficial. Aquí no había invitados oficiales ni se necesitaba de acreditación.
Este acto con la Cueca Sola como protagonista nos llenó de emoción conmemorando a las víctimas de la Dictadura y a las víctimas de la transición. La memoria popular es una memoria viva que por mucho que los discursos oficiales la omitan y la escondan o tergiversen con los medios de comunicación convencionales, seguirá prendida en el corazón del pueblo que conoce bien la importancia de no dejarse engañar por los relatos oficiales que algunos intentan imponer.
Sigue siendo importante mantener un rescate de la memoria política que siga apelando a la lucha en el campo del poder, el destino de Chile hoy se encuentra dañado, es necesario que los ciudadanos vuelvan a tomar conciencia de que la resistencia a la clase política dominante es la vía que permitirá un horizonte político que represente las demandas populares de un Chile distinto al de hace 50 años, un Chile con una identidad más diversa, pero es capaz de soñar con la construcción de una utopía que oriente un programa político alternativo en favor de los activismos presentes en el espacios públicos más invisibles fieles a la lucha cultural que permita la superación del orden político.
Por Alex Ibarra Peña.
Dr. En Estudios Americanos.
@apatrimoniovivo_alexibarra

Las opiniones vertidas en esta sección son responsabilidad del autor y no representan necesariamente el pensamiento del diario El Clarín

 



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