La reconstrucción del estado burgués
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LA DIFÍCIL GOBERNANZA DE LA NACIÓN
Gobernar no ha sido fácil durante el año y medio que ha enterado este sexto gobierno de la Concertación. Ha debido enfrentar una oposición despiadada que anhela cobrarle, una tras otra, cada una de las expresiones vertidas, en contra de la administración anterior. En esa dirección todo ha sido lícito y moralmente aceptable: insultos, descalificaciones, ironías, burlas, interpelaciones, acusaciones constitucionales, rechazo a las leyes propuestas por el Ejecutivo, en fin. Como se decía, en las luchas que libraban los ‘Titanes del Ring’ en su época, ‘todo vale, todo vale’.
Podría pensarse que tal virulencia es casual, que no existe la intención de dañar, que todo es un invento de ese ‘comunismo’ perverso, acostumbrado a mentir, pero no. No es así. Se hace abiertamente. No se oculta. Es un revanchismo manifiesto. Sin lugar a dudas. Aunque ello poco o nada tenga que ver con la política ideal en la que muchos creen. En estos días, ha sido el propio presidente quien ha debido salir al paso de esa práctica malsana tras su criticado viaje a la Antártida:
“[…] los ministros han estado desplegados en terreno y quien quiera sacar provecho político a partir de la tragedia de otros, me parece que es de una pequeñez tremenda”[1].
A perseverar en esa idea nos ayuda recordar lo sucedido recientemente, a propósito de la crisis sanitaria y, más específicamente, de la gripe sincicial (sincitial) que afecta a la nación, cuando la casi totalidad del equipo ministerial del anterior gobierno pareció emerger, de golpe, desde su sepultura, para enrostrar a quienes hoy gobiernan que, a pesar de haber sido severamente enjuiciados por ellos, estaban llanos a ofrecer sus servicios y colaborar[2]. Una afirmación que se formula de los labios para afuera.
La pregunta que surge frente a esa oposición es qué pretenden con ello los sectores dominantes, qué buscan, cuál es su objetivo final.
LA CONCIENCIA DE LOS SECTORES DOMINANTES
En numerosas oportunidades hemos recordado al malogrado teórico italiano Antonio Gramsci para señalar que la cultura de los sectores dominantes es una, típica, consciente y homogénea, a diferencia de aquella que tienen los dominados cuyos rasgos, por el contrario, son: múltiple, atípica, inconsciente y heterogénea.
Que los sectores dominantes actúen de esa manera no quiere decir que así han de hacerlo quienes asumen su representación política tanto natural como espuria, es decir los partidos que toman a cargo esa representación, sus directivas o miembros del Parlamento (diputados o senadores, servidores del Estado). Menos en Chile, donde la racionalidad (no inteligencia) de la cual hacen gala es bastante modesta. Y es que el capitalismo no necesita de la racionalidad para manifestarse porque el mismo es, en sí, un sistema bastante irracional. En consecuencia, no se puede exigir una conducta diferente a sus agentes, en base al axioma aquel según el cual ‘nadie da lo que no tiene’. El conjunto actúa como un todo; es un espectro social que tiene absolutamente delimitado su objetivo: ha de dominar y esa es su única razón de existir. Actúa, así, consciente y deliberadamente. Es un estamento consciente. Y su moral se origina en su propia supervivencia.
Mirado así el fenómeno hay que preguntarse cuál es la razón de persistir en esa actitud que, ante el espectador ingenuo —que cree en la ‘Patria’ y otros símbolos nacionales—, puede aparecer como desconcertante e, incluso, malévola o ‘antipatriótica’.
FORMA DE REALIZAR LA DEMOCRACIA
Dado que la forma normal de gobierno que existe para el modo de producción capitalista es la democracia —que contempla elecciones periódicas (libres, secretas e informadas), a fin de renovar constantemente las autoridades de una nación—, la forma más perfecta de realizarla es a través de lo que se conoce como ‘alternancia’[3]. La alternancia supone la existencia de dos grandes conglomerados políticos que, como su nombre lo indica, se alternan, periódica y sucesivamente, para el ejercicio de la administración del Estado. Ello requiere, por parte de los mismos, la ejecución de acciones que obstaculicen la acción de su contrario cuando esté en el gobierno, la desprestigien o descalifiquen a fin de facilitar la propia elección[4]. No debe sorprender que tales formas de ejercer la oposición se empleen frecuentemente pues la finalidad propuesta es imponerse sobre el contrario en la próxima elección.
La tarea de poner fin a un gobierno, que no representa la defensa de los intereses de determinado sector social y, por ende, facilitar la alternancia, comienza con la implementación de acciones hostiles por parte de sus adversarios. Estas acciones van a presentar múltiples aspectos: van a abarcar desde propuestas orientadas a modificar los objetivos del gobierno hasta la oposición directa y rotunda a los mismos.
En el caso de Chile, siendo el período presidencial de 4 años, lo normal es que, en los dos primeros, se intente por todos los medios posibles cumplir con el programa de gobierno presentado a la comunidad nacional poco antes de realizarse las elecciones, permitiéndose que los otros dos restantes se destinen a la propaganda eleccionaria del próximo período. Porque así como existe una suerte de ‘cretinismo parlamentario’ en las elecciones parlamentarias, también en las presidenciales se manifiesta aquel en forma de ‘cretinismo presidencial’. Afecta a toda la población nacional cuyas emociones con manipuladas por los partidos políticos pues el objetivo principal es encontrar un ‘salvador’.
EL PROGRAMA DE GOBIERNO Y UN ESTADO RESQUEBRAJADO
Estimamos nosotros imposible de imaginar que, en los meses restantes de este ‘periodo de realizaciones’ (seis), pueda el Gobierno cumplir a cabalidad con el programa empeñado. Lo que nos conduce a suponer con certeza que, al término del año, comenzarán a perfilarse candidaturas, programas, campañas, un universo por entero eleccionario, de manera tal que todo lo planteado como promesa empeñada, en 2021/2022, quede opacado por ese frenesí electoral.
¿Por qué afirmamos aquello? Es conocido de todos que este sexto gobierno concertacionista recibió, al asumir, un Estado en quiebra, con un movimiento social derrotado por la Naturaleza (la pandemia del Covid), graves violaciones a los derechos humanos, una policía desprestigiada y usada para reprimir la protesta social, escasos recursos para dar satisfacción a las más urgentes demandas ciudadanas, una clase trabajadora arrinconada, pobre, desideologizada (o ideologizada con los valores del sistema), con sindicatos burocratizados, cuya única esperanza era retirar sus fondos previsionales. Un país con desigualdades tremendas, una inmigración descontrolada, un Gualmapu criminalizado, relaciones internacionales imposibles de mantener con los países vecinos y una delincuencia desatada, con fuertes vínculos al narcotráfico y a la trata de blancas, además de políticos corruptos asentados en los órganos del Estado y partidos políticos, desprestigiados, tremendamente jibarizados, actuando como zombis en un Parlamento cuyo comportamiento avergüenza. Y, por si fuera poco, una Fiscalía en manos de un sujeto indolente e inepto como era Jorge Abbott, ex militante del MAPU, bajo cuya conducción la impunidad de la corrupta elite política y empresarial alcanza su clímax. Todo eso ha requerido atención preferencial del nuevo gobierno; especialmente el combate a la delincuencia. Y es lógico que, sin resolver previamente tal escollo, nada pueda realizar.
No debe llamar la atención que, presionado por una oposición interesada en reconstruir el Estado burgués, pase el Programa de Gobierno a ocupar un segundo plano, al extremo de quedar reducido a un mezquino conjunto de logros que bien podríamos considerar como ‘retazos’ del mismo.
LA ACELERADA RECONSTRUCCIÓN DEL ESTADO BURGUÉS
Así, la labor del Gobierno, hoy, no es el cumplimiento de un programa, como muchos ilusos podrían suponer, sino, lisa y llanamente, la recomposición del Estado burgués. Piñera lo dejó en ruinas. Utilizó la policía únicamente para reprimir las manifestaciones y no la delincuencia; quiso hacer lo mismo con las Fuerzas Armadas, pero no le resultó. No fue casual, en consecuencia, que la delincuencia a nivel internacional encontrase campo propicio en Chile para desarrollarse y transformar a la nación en un soporte más de los carteles que operan en el planeta. El desarrollo delincuencial ha alcanzado niveles tan espectaculares que un grupo especializado de antisociales organizó, incluso, un polígono de tiro, donde no solamente delincuentes se inscribían para practicar ‘tiro al blanco’, sino hasta funcionarios de la PDI (se descubrieron tres) y carabineros (se descubrieron dieciocho)[5]. Incluso un escolta de la guardia presidencial practicaba tiro en el polígono ilegal[6]. Nadie controlaba aquello.
Es natural que hechos de tal naturaleza hayan requerido una especial dedicación del Estado al extremo que se puede decir, hoy, que la reconstrucción y reorganización del Estado burgués chileno avanza a pasos agigantados en manos de este sexto gobierno concertacionista, lo que, en cierta medida, hasta podría explicar las amargas palabras de Héctor Llaitul, líder de la CAM:
“[…] en el contexto del gobierno de ese cu… me van a matar a mí, acuérdate hueón”[7].
Porque, en la tarea de reconstituir la estructura piramidal y autoritaria del Estado, los partidos, nacidos al amparo del movimiento estudiantil, con el gozo de no pocos superficiales analistas, se han hecho cómplices del sistema que buscaron abolir, transformándose en otro de aquellos
“[…] gobiernos de izquierda que han mantenido la estabilidad y gobernabilidad democrática apegados a procedimientos y prácticas que no contravienen a la autoridad”[8].
No es esa misión algo de lo cual pueda enorgullecerse quienes han querido identificarse con la figura del presidente Salvador Allende.
NATURALEZA DEL ESTADO BURGUÉS
La evolución del Estado, más bien, su evolución histórica, es un relato del periódico ejercicio de la violencia, de la fuerza ejercida por un grupo de seres humanos en contra de otro. Es lo que ha dado origen al concepto de ‘autoridad’ que, siguiendo las pautas de la guerra, se apoya en la verticalidad del mando militar. Históricamente, Estado es todo aquello; en consecuencia, también lo es el Estado burgués.
Si, como numerosos autores de los siglos 18 y 19 lo aseguran, los grupos que conseguían asentarse en determinados territorios eran víctimas del robo violento que ejercían grupos armados aplicando lo que se conoció como ‘modo de saqueo’, muchas de esas prácticas perduran hoy en las instituciones de los Estados modernos y en el Derechos Internacional
Así sucede con los modos de adquirir el dominio, en el Derecho Internacional, materia que debería avergonzarnos, pues consagra como tales la conquista, la ocupación, la accesión y la prescripción, aunque, igualmente, algunos de los clásicos como lo son la compraventa, la permuta, la donación.
La existencia del ejército para la construcción del Estado no bastó. Las ciudades debieron levantar murallas y proteger tras ellas a la población. El Estado se transformó en ciudad/estado. El Estado comenzó a aparecer protegiendo a sus ciudadanos, creencia que se extiende hasta nuestros días con la creación del Estado de Bienestar y se olvida que ese bienestar fue fruto de largas y extenuantes jornadas de lucha social en demanda de esos derechos.
El Estado, hoy, es un resabio de la antigüedad. Muchas personas quieren verlo como la representación jurídica de la sociedad, confundiendo su verdadera esencia con el espíritu y evolución de la comunidad (gemeinwesen o gemeinschaft). Pero el Estado sigue siendo una creación de la fuerza. O, si se quiere, de la violencia. No por algo decía, al efecto, ese notable jurista que fue Friedrich Von Savigny:
“Si la fuerza sin el derecho es la barbarie, el derecho sin la fuerza es una burla”
Nicos Poulantzas, que dedicara su vida al estudio de las clases sociales y del Estado lo define como ‘factor de cohesión de una formación social’[9]. Y si aceptamos que, desde el punto de vista jurídico, el Estado no es más que la sociedad jurídicamente organizada, forzosamente hemos de concluir que el Estado no es sino la organización social mediada por la fuerza. Algo que debe hacernos meditar profundamente.
LA ACCIÓN DE LA OPOSICIÓN EN EL CHILE ACTUAL
No interesa, por consiguiente, a la oposición, ocupar su tiempo para pensar en un eventual derrocamiento del Gobierno. No necesita hacerlo; ni siquiera pensarlo. El sexto Gobierno de la Concertación le es extremadamente necesario para la reconstrucción de ese Estado que ha de encontrarse en perfecto funcionamiento en 2025 cuando, luego de las correspondientes elecciones en donde, si no media otro factor disociador, le corresponda hacerse cargo del Gobierno y pueda comprometerse en cuanto asegurar a Chile paz y tranquilidad.
Por lo mismo, su tarea de hoy es desprestigiar al Gobierno, descalificarlo, ridiculizarlo, representarle ante la ciudadanía, con el apoyo de los medios de prensa (que controla descaradamente), su incapacidad para resolver los problemas nacionales. Pero, por otra parte, también desde el Parlamento, reducir la concesión de ayuda económica, lo que implica poner trabas a los proyectos de Reforma Tributaria y Reforma Previsional y, de esa manera, lograr un efecto similar al que realiza USA en el plano internacional cuando determina aplicar sanciones económicas a ciertos países. El objetivo es conseguir que la comunidad nacional culpabilice de esa situación a sus propios gobiernos y se levante contra ellos o dé el triunfo electoral a los sectores opositores. Es el juego de la política y de los políticos..
EL NUEVO PROGRAMA DE GOBIERNO DEL SEXTO GOBIERNO DE LA CONCERTACIÓN
En consecuencia, sostenemos nosotros que los sectores dominantes necesitan del sexto gobierno concertacionista y exigirle un aumento de la capacidad represiva del Estado. Debe, también, fortalecer el respeto a la autoridad y proteger, en consecuencia, la vertical estructura de esa institución. En palabras más simples: debe coadyuvar a la labor que debe realizar el gobierno en cuanto a realizar el trabajo sucio que quedó pendiente tras la administración de Piñera. Boric le es indiscutiblemente útil a los sectores dominantes de la nación. Conclusión que no deja de ser extremadamente amarga para quienes confiaron en el Frente Amplio. Y para quienes entienden lo que Estado realmente significa. Solamente de esa manera podrá la actual oposición vanagloriarse de poder derramar algunos beneficios que tiendan a mitigar la aguda situación de los sectores dominados.
Pero, cuidado, esto no es algo de ahora. No. Era algo que se veía venir. Como expresa otro analista:
“[,,,] seamos honestos. Eso se venía desmoronando hace bastante más. Sus continuos gestos a la derecha y al imperialismo norteamericano, su revés a los progresismos latinoamericanos, su apoyo a Ucrania y por último sus llamados a revisar los errores de la Unidad Popular con literatura de derecha.
El Gobierno de Boric está siendo, justamente, la izquierda que quiere la derecha”[10].
Del Programa de Gobierno empeñado por la coalición gobernante, ni hablar. Y es lógico pensar que a muchos nos agradaría saber qué opina de todo ello el glorioso partido Comunista.
Por Manuel Acuña Asenjo
Estocolmo, Junio de 2023
[1] Carrillo, Constanza: “Presidente Boric por críticas tras viaje a la Antártica: ‘Basta de buscar provecho político’”, Radio Biobío, 24 de junio de 2023. La negrita es del original.
[2] Flores Belmar, Jonathan: “Paula Daza no olvida a Izkia Siches: ‘Nos trató de infelices en el momento más difícil de la pandemia’”, Radio Biobío, 10 de junio de 2023.
[3] Véase “Teoría de juegos en las ciencias sociales: conceptos y soluciones”, de Martin Shubik, publicado en México por el Fondo de Cultura Económica.
[4] La deslegitimación de la autoridad se emplea raras veces, pues es una forma de oposición más radical y su finalidad no es otra que poner término inmediato al gobierno, lo que puede conducir al establecimiento de un gobierno de excepción o dictadura.
[5] Andrews, Juan Pablo: ”PDI desarticula polígono de tiro ilegal en Quilicura: instructores eran ex uniformados venezolanos”, La Tercera, 13 de junio de 2023.
[6] Rivera, Victor: “Un escolta del Presidente removido de La Moneda: asistía a polígono de tiro ilegal de ex militar venezolano”. La Tercera, 16 de junio de 2023.
[7] Reyes, Felipe: “Los dardos de Llaitul contra Boric: ‘En el gobierno de ese cu… me van a matar, acuérdate hueón’”. Radio Bíobio, 20 de agosto de 2022.
[8] Morales Mery, Enrique: “La implosión rebelde: el efecto bumerang”, ‘El Dínamo’, 24 de junio de 2023.
[9] Poulantzas, Nicos: “Poder político y clases dociales en el Estado capitalista”, Siglo 21 de España editores s.a., Madrid, 1969, pág. 47
[10] Murieta, J.: “El Gobierno que quiere la derecha”, ‘Resumen’, 23 de junio de 2023.
Las opiniones vertidas en esta sección son responsabilidad del autor y no representan necesariamente el pensamiento del diario El Clarín
Renato Alvarado Vidal says:
Con mucha pena y bronca suscribo también la pregunta final del artículo.
Christian paredes says:
El artículo trata de desmarcar al partido comunista del gobierno. Y señala obviedades. La gran mayoría de sus potenciales futuros votantes ya desilusionados, seguirán anulando lo que venga.
Serafín Rodríguez says:
Un artículo para la tribu que por su solo título no llega a nadie que no sea parte de ella.
Margarita Labarca Goddard says:
Lo primero que habría que hacer es cambiar la duración del periodo presidencial, para conveniencia de todos. En cuatro años nadie puede hacer nada plausible. Los cuatro años los inventó Lagos para no llegar nuevamente tan viejo y no le resultó. Habría que volver a los 6 años o bien cuatro años con reelección, que es lo único bueno que tienen los yanquis en su sistema de elección presidencial.
Por lo demás, el artículo emplea una terminología obsoleta y un exceso de citas, lo que lo vuelve pretencioso. Este periódico virtual debe servir para politizar al pueblo, puesto que por el momento no tenemos otros. En consecuencia, no se debería caer en esas tonterías, lo que es muy común en los artículos que se publican en Clarín.
Felipe Portales says:
Coincido con la idea central del artículo que -más allá de las apariencias- este es un gobierno muy cómodo para la derecha tradicional y, sobre todo, para la derecha económica, para los grandes grupos económicos. Más aún con la experiencia de que los dos movimientos sociales que hicieron temblar el modelo (2011 y 2019) se produjeron bajo gobiernos de derecha tradicional.
Han sido mucho más seguros para la legitimación y preservación del modelo neoliberal gobiernos aparentemente de centro-izquierda como los «seis» de la Concertación…