El valor patrimonial del vino chileno: la experiencia de Cancha Alegre
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Los vinos naturales vienen posicionándose sólidamente entre los consumidores de vino que se atreven a probar más allá de lo que suelen ofrecer los supermercados. Ferias como Chanchos Deslenguados o El Vino Resiste son espacios privilegiados para conocer las bondades de estos productos, también son un aporte a esta causa algunos espacios santiaguinos como lo son Cora Bistró, Winerebelsbar, La Zaranda, entre otros. Algunos enólogos, vitivinicultores, sommelieres y comunicadores, también han puesto grandes esfuerzos en la promoción de estos productos.
Esta tendencia permite visibilizar a «pequeños productores» que vienen realizando un trabajo de varias generaciones familiares y también de algunos aventureros utopistas que apasionadamente han contribuido al desarrollo de los vinos considerando cepas ancestrales y métodos tradicionales que la industria no reconocía. Hoy tenemos, gracias a ellos, una gran variedad de vinos de alta calidad que nos permite el gozo de vinos más livianos que nos permiten disfrutar más del sabor de la fruta.
Uno de los valles más viejos que tenemos es el de Cauquenes, pues el Maule y el Itata hoy conservan parras de más de doscientos años, principalmente en el secano interior. Se dice que un producto estrella de Cauquenes es el Asoleado de cepa País, desde estas tierras en plena Colonia dicho mosto habría llegado a la mesa del Virrey y desde ahí a Europa, los barriles realizaban un largo recorrido con una dosis de aguardiente para su conservación. Se dice que con este mosto también brindaban los próceres de la Independencia. Al parecer fue afamado el Asoleado de Cauquenes, antes de que pasara al olvido.
La Viña Cancha Alegre, que homenajea esa localidad de Cauquenes hoy nos ofrece un exquisito Asoleado que tiene una guarda de seis años en barrica obteniendo un vino que «refleja la sobre madurez controlada» la cual aporta un gran dulzor para este exquisito bajativo. Hace unos días atrás conocí a Sergio Amigo dedicado a los vinos de autor, él es quien lidera esta viña con vinos bien punteados en La Cav. Dentro de su gran variedad de vinos menciono los que he podido disfrutar, además del Asoleado, entre estos la no tan conocida cepa Cotrouge y la Carmenere. Una novedad que está recién saliendo a embotellado es su Late Harvest de Moscatel.
El testimonio de Sergio Amigo es de esos grandes, fue muy afectado por el gran incendio del 2017, sin embargo su espíritu altamente motivado no disminuyó su vocación comprometida para seguir siendo uno de los custodios de nuestras viñas ancestrales. Es notorio su buen conocimiento de las cepas y de los métodos, de ahí que destaque con un trabajo riguroso que hoy le sitúa como uno de los notables productores de vino que reconoce el aporte de los enólogos en sus proyectos. En parte estas características personales, el saber patrimonial, la maduración de las parras y la particularidad del territorio, le dan a estos vinos un carácter propio y son una invitación seductora a ser bebidos en esas ocasiones en las que nos permitimos celebrar la vida junto a quienes queremos aplicando la afirmación de George Brassans: «El mejor vino no es necesariamente el más caro sino aquel que se comparte».
Conocer sobre nuestros vinos necesariamente es una experiencia que nos relaciona con la historia, con los mitos, el testimonio y el territorio. El vino chileno posee una gran historia, lamentablemente apenas conocida, de ahí la relevancia de abrir los espacios de diálogos necesarios para acercarnos a este misterio, en este sentido Sergio Amigo es un interlocutor notable entre los protagonistas que debemos escuchar para ir aprendiendo en favor de una vino cultura más robusta.