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Joseph Goebbels y sus retoños mass media

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Ya que las derechas y ultraderechas están desplegando tácticas y estrategias mediáticas nuevas, y ya que la mayoría de sus globos de ensayo se basa en calumnias e insultos, en individualismos y supremacismos, se hace urgente precisar y denunciar las constantes en los modelos discursivos, patentes y latentes, que transitan hoy en brazos de la ideología de la clase dominante. Necesitamos combatir organizadamente a las máquinas del ilusionismo manipulador, cada día más impúdicas e impunes. Necesitamos unidad y organización contra los estereotipos propagandísticos que anhelan controlarnos, como si se tratase de un logro novedoso, para dirigir a las masas, milimétricamente, en lo objetivo y en lo subjetivo. Necesitamos combatir a esa especie de talento mediático financiado para acarrear al rebaño por el camino de la subordinación placentera y rentable.

El mito del genio goebbeliano es también un fetiche que el sistema vende para hacerse pasar por invencible. Con sus máquinas de guerra ideológica atacan nuestras debilidades, mientras nos imponen su dominación cultural por no haber sabido defendernos, organizadamente, contra la balcanización de nuestras propias fortalezas. Venden su mercancía propagandística para que creamos que una frase, una imagen, un mensaje… tienen el poder de convencernos de ser y hacer lo que quieren los genios de la comunicación disfrazados de periodismo, cine, televisión, radio o influencers con redes sociales. Es fetichismo de la comunicación individualista y mercantilizada impregnada por la lógica de la humillación. Despliegan su odio de clase y el disciplinador llamado miedo. Tal como dicta la propaganda nazi desarrollada por el Ministerio de Educación Popular y Propaganda, creado de Adolf Hitler en 1933 mientras Goebbels pergeñaba su obra comunicativa en el horno del Partido Nazi, perseguía y anulaba publicaciones y medios fuera de su control.

Sus principios son: simplificación del enemigo único. Contagio. Estigmatizar a otros por los errores y canalladas propias. Distracción. Exageración y desfiguración. Vulgarización. Discurso único organizado. Calumnias y agresiones permanentes. Verosimilitud de las falacias. Fragmentación y disociación. Omisión y silencio. Sistema de odios y prejuicios racistas naturalizados. Espejismo e ilusión de elección y libertad. Borrar o desfigurar la Historia a toda costa. La vigencia y propagación espeluznante de los principios goebbelianos desnuda hoy a las armas de guerra ideológica que luchan por cercenar derechos y amenazar a las democracias.

Muchos entre nosotros se han quedado paralizados en la perplejidad y el azoro ante el histrionismo macabro del nazifascismo y su propaganda. Necesitamos politizar la denuncia contra la amenaza de los retoños nazifascistas y exhibir el paquete macabro de su ofensiva de mercado. No perdamos de vista el peligro. Toda la derecha está reagrupándose, sacará fuerza de sus debilidades, y de las nuestras, para atacarnos con más furia financiera, militar e ideológica. Que nuestros debates más honestos no nos fragilicen ni fracturen. Ellos nos quieren divididos y desorganizados. Su miedo los hace más amenazantes.

Un frente crucial es la lucha, sin atenuantes, contra todo fanatismo. Se disfrace de lo que se disfrace, se muestre como progre o destile agua bendita. Los propagandistas neonazifascistas son soldados de un plan de la ultraderecha que dice amar la libertad. Pero no la libertad humana, no la libertad política ni la libertad jurídica… Aman la libertad de mercado y muy particularmente la libertad de saquear recursos naturales y mano de obra humillada. Su plan de largo alcance consiste en perfeccionar el saqueo de riquezas naturales, de la mano de obra barata y la subordinación de la conciencia de los pueblos. Secuestrar los vocabularios de las luchas sociales para esclavizar libertades colectivas. Quieren la libertad de transas y chapuzas burguesas. Y nos quieren esclavizados, felices y aplaudiendo que nos roben. Así sea a punta de bayoneta.

Es el viejo negocio de asustar al burgués para que financie ciegamente toda represión. Para eso se empeñan en imponer información y silogismos esclavizantes y eso lo logran con el desarrollo de un modelo de humillación tozuda. No importa cuántas realidades haya que silenciar o cuántas falacias haya que infiltrar para garantizar el reino del engaño. Cultura fake. Tal metodología de la manipulación sólo funciona al precio de silenciar a los pueblos. Cortarles toda posibilidad de comunicación independiente en su lógica y su estética. Y, principalmente, tal metodología de la comunicación esclavizante tiende a convertirse en cultura que aprende a amar y defender toda la parafernalia alienante, sus ídolos y sus héroes, sus fiestas y sus ritos. Y convencerse de que es lo mejor que la humanidad ha conseguido, que debe defenderlo con su vida y ha de heredar a su descendencia.




Tal paradigma de la dominación es un dispositivo ideológico amasado, larga y corporativamente, en la progresión que implica acumulación de las herramientas de producción de sentido y la dominación de los campos semánticos. Al servicio de esto compiten desaforadamente personas y empresas que con sus campañas y sus ideas resucitan a Goebbels no sin desesperar cuando las fórmulas de la dominación no funcionan como dicen sus manuales. A veces olvidan la inteligencia dinámica del pueblo trabajador que es infatigable en su resistencia simbólica, aunque luche en condiciones asimétricas. Los retoños de Goebbels viven opíparamente de nuestras debilidades comunicacionales, de nuestros presupuestos, de nuestras divisiones y egos. No atinamos a organizarnos para que las victorias populares, que no son pocas, se conviertan en fuente de creatividad y produzcan humor, sarcasmos, ironías, cancioneros, dramaturgias y todo tipo de guerrilla semiótica que, más temprano que tarde, nos ayude a conjurar los efectos de las ofensivas hegemónicas. Pero ha de convertirse en lucha (o conjunto de luchas) desde el campo laboral, el campo de las ciencias, el campo de las artes o de cualquier género, dialéctica y combinadamente. Revolución de conciencias en lucha organizada desde ahí donde fluyen la agenda del malestar y la agenda de las transformaciones verdaderas, con humanismo práctico y de nuevo género.

Por Fernando Buen Abad Domínguez*

*Director del Instituto de Cultura y Comunicación y Centro Sean MacBride. Universidad Nacional de Lanús

Las opiniones vertidas en esta sección son responsabilidad del autor y no representan necesariamente el pensamiento del diario El Clarín

 



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  1. Margarita Labarca Goddard says:

    Esta es una buena descripción de cómo funciona el sistema goebbeliano. Pero no haces ninguna propuesta concreta para combatirlo, sólo algunas generalidades inútiles. Es el gran defecto de casi todos los artículos que se escriben en Chile. Describen y describen el desastre, critican y critica y dicen cosas que casi todos conocemos, pero no proponen nada serio para remediar esta situación. Yo he escrito montones de artículos y de comentarios a otros artículos, proponiendo posibles soluciones. Ahora se me acaba de ocurrir una nueva idea, pero no la voy a poner aquí porque la estoy perfeccionando y no conviene.

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