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Para apagar los incendios hay que pagar

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Este asunto de los incendios forestales se puede abordar desde diferentes puntos de vista. Ya se ha dicho aquí que las empresas forestales son las principales responsables de estas catástrofes. Pues si ellas son las culpables, deben pagar el costo y contribuir en lo que sea necesario para apagar las llamas.

Aunque este año al parecer hay menos hectáreas quemadas, han muerto 26 personas en menos de una semana, más que en ocasiones anteriores.

Las empresas forestales más importantes de Chile son: Arauco, CMPC, Terranova-Masisa y Copihue, que tienen un poder enorme sobre los gobiernos débiles, son los poderes fácticos de que siempre se ha hablado y que todos conocemos.

También se ha hecho referencia en varios artículos en esta revista y en otras, a la gente más pobre y en especial a los mapuche que lo pierden todo en estos casos, sus viviendas, sus pocos enseres, su trabajo y a menudo sus vidas y las de sus hijos.




Y para qué hablar del daño ecológico que provocan estos incendios; cada árbol que se quema es un pulmón que se pierde para la humanidad.

Por eso, antes de escribir cómo se apagan los incendios, que es un tema técnico en el mundo entero, vamos viendo qué responsabilidad tienen las empresas forestales. No se trata de que el señor Matte ni el señor Angelini se vayan a la zona con unas mangueras, ni tampoco que manden a sus trabajadores, que como no son bomberos especializados, se pueden accidentar.

Los incendios se apagan con enormes cantidades de agua y también con enormes cantidades de dinero, aunque no es cosa de mandar aviones a tirar billetes sobre el fuego.

Apagar estos gigantescos incendios es carísimo, y no tienen que ser el pueblo ni el gobierno los que asuman el costo.

Las empresas forestales tienen muchos millones de dólares de ganancias. Todas estas empresas, sean las farmacéuticas, las alimenticias u otras, se benefician con la desgracia ajena. Ya se sabe, por ejemplo, que todas han multiplicado sus ganancias con la pandemia. Y las forestales también, porque se hace escasa la pulpa de celulosa y por lo tanto sube de precio.

Hasta donde sé, el señor Matte y el señor Angelini, dueños de las principales empresas forestales, no han ofrecido nada, pero el gobierno debería “pedirles” que lo hagan.

En cambio la familia Luksic se ha comprometido a financiar por un mes el avión cisterna Ten Tanker, del cual hablaré más adelante. La familia Luksic, presidida por doña Iris Fontbona, es la más rica de Chile, pero no aparece entre los más ricos del mundo que publica la revista Forbes, pues sólo tienen un poco más de 24 mil millones de dólares y eso no les da derecho a figurar en Forbes. Qué triste ¿verdad?

Pero volviendo a las forestales, lo que ocurre es que no toman las debidas precauciones contra incendios, no tienen zanjas corta fuegos, no hay caminos adecuados para que puedan entrar los bomberos con sus tanques de agua, no vigilan que sus trabajadores no fumen, no se preocupan de que las motosierras no produzcan chispas, cuando eso se puede lograr. Lo sé porque viví en un aserradero cuando era niña, y les ponían cierta grasa a las sierras para que no salieran chispazos.

En suma, a las forestales no les importan un pepino los incendios, pues cuando cortan una araucaria o un alerce milenario, lo reemplazan por un pino o un eucaliptus que crecen muy rápido. Pero esos árboles tienen resinas inflamables y fácilmente se queman y contagian esta quemazón a todos los vecinos y finalmente a todo el país. Se estima que se necesita aproximadamente 24 árboles y 115,000 litros de agua para producir una tonelada de papel.

Estas empresas jamás han reparado los daños que provocan, menos han indemnizado a las familias afectadas y los gobiernos se lo permiten. Será porque la venta de pulpa de celulosa es uno de los principales negocios de Chile, pero eso no justifica que las forestales ganen muchísimo dinero y que los daños los tengan que pagar todos los chilenos.

Ahora voy a referirme al avión cisterna, que es un tema bien entretenido y que se conoce poco.

Obviamente estos gigantescos incendios forestales no se apagan con una manguera ni con un balde o muchos baldes de agua, porque son catástrofes que abarcan miles de hectáreas y cada año son peores.

Ya se ha desarrollado toda una técnica mundial, de modo que no tenemos que inventar nada: se sabe cómo hay que apagar los siniestros forestales, pues de otra manera puede arder el país entero. No estoy exagerando, porque con el cambio climático, todas estas cosas que antes no pasaban, ahora son posibles.

Para apagar los incendios forestales se necesitan aviones –cisterna. Hay muchas marcas, pero los de mayor envergadura que se han fabricado para esta tarea se llaman Ten Tanker y al parecer también son los más baratos. Les vamos a decir aviones-cisterna porque en Chile se habla castellano ¿no?

¿Y cuántos aviones cisterna de este tipo y de cualquier marca hay en Chile? Ninguno. Será que valen millones de millones de dólares, pero esa no es excusa, porque más caros salen los incendios. Aunque sí que hay unas 79 aeronaves, entre aviones y helicópteros, tanto del sector público como del privado, que colaboran con los brigadistas y bomberos. Con poca eficacia, por cierto.

Sólo ahora, hace muy pocos días, se comienza a emplear un avión-cisterna, después de tanto tiempo de incendios que lejos de apagarse han ido creciendo. Y hasta amenazan a las ciudades, pues ya están en Chillán, donde varios poblados han tenido que ser evacuados y en muchos barrios se ha cortado la corriente eléctrica.

Estas naves-cisterna no sólo cargan agua sino también “retardantes”, que son diversos productos químicos que tienen la particularidad de impedir que el fuego se siga propagando a áreas vecinas, las que quedan protegidas por estos productos.

La aeronave Ten Tanker cobra entre 10.000 y 12.000 dólares por hora de vuelo. Estará inicialmente en Chile durante 14 días por un precio total de US$ 2.334.500 dólares, que se han pagado por adelantado. Alguna rebajita parece que le hicieron al gobierno de Gabriel Boric. Otras informaciones afirman que estará 28 días, o sea que costará el doble.

Este avión cisterna puede cargar alrededor de 35.000 litros de agua cada vez. ¿Y cuántos viajes puede hacer al día? Según información radial –porque información oficial no he encontrado- este avión podrá hacer unas cinco o seis descargas de agua al día. O sea 180.000 o 200.000 litros diarios. ¿Será suficiente? No lo sé. Pero en la cisterna de mi departamento en México caben cuarenta mil litros y se nos acaba el agua a cada rato.

Al tal Ten Tanker lo cargan los bomberos de Talcahuano, lo que es bastante demoroso. Le echan el agua con mangueras desde una especie de piscinas que han construido, un procedimiento largo y complicado.

Este avión es manejado por una tripulación norteamericana, muy especializada y eficiente.

Hay otros aviones -anfibios- que recargan bajando hasta el mar o un lago, abren su cisterna y con la velocidad a que corre el avión, el agua entre al depósito. Son naves más pequeñas y cargan menos agua, pero pueden hacer más viajes porque el procedimiento es rápido.

¿Y qué conclusión se puede sacar de todo esto? Primero, que todos deseamos y rogamos a la virgen del Carmen, a la de Guadalupe o al santo de nuestra devoción, que se apaguen pronto todos los incendios. Y seguramente tantas vírgenes y tantos santos juntos lo van a lograr.

Con la ayuda de los bomberos, de los brigadistas voluntarios y de los aviones-cisterna, naturalmente.

Segundo, que las empresas forestales dejen de abusar, que paguen todos los perjuicios que han causado y que indemnicen a las víctimas.

Y tercero, que el gobierno se ponga los pantalones (no importa, porque las mujeres ahora usan pantalones) y haga y exija todo lo que hay que hacer y exigir, para lo cual contará con apoyo del pueblo.

 

Por Margarita Labarca Goddard

 

Las opiniones vertidas en esta sección son responsabilidad del autor y no representan necesariamente el pensamiento del diario El Clarín

 



Abogada chilena residente en México

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