El acuerdo constituyente representa a los corruptos y oportunistas políticos
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El acuerdo constituyente no es parte del proceso constituyente que surgió pos estallido de octubre 2019. Creo que sería un error considerar que estamos frente a un proceso de continuidad de lo que fue la demanda popular y soberana que se manifestó en las calles.
Este proceso popular fue derrotado en el plebiscito pasado por la vía institucional que terminó siendo dominada por la oligarquía principalmente desde los medios de comunicación convencionales coludidos en la campaña realizada por distintos protagonistas políticos corruptos y también oportunistas serviciales. La derecha logró dominar la agenda del Gobierno aprovechando de ponerle fin al proceso constituyente, lo que ha sido aceptado por distintas fuerzas representativas de los partidos políticos. En otras palabras, el gatopardismo funcionó como ha venido funcionando durante décadas a pesar del daño democrático que provoca.
El Congreso hoy nos propone un nuevo mecanismo constitucional con el cual aseguran instalar un comité de «expertos» que seguro serán los encargados de resguardar los intereses de éstos que ya sabemos no son a favor del pueblo. Sin duda, podemos reforzar sin titubeo la idea de que seguimos en un proceso político marcado por la corrupción que atenta en contra del bien común deseado bajo esa consigna de recuperación de la dignidad de cada ciudadano. Con esta movida en el tablero podemos ir olvidando la demanda por una democracia más robusta dado que se asegura un orden político más cercano al que representan las fuerzas políticas del Congreso. Esto incluye al Gobierno que ha declarado una valoración positiva a este acuerdo.
Lo más deshonesto e ilegítimo es que aquellos grupos que atentaron frente al proceso de la convención constitucional aparezcan con su sonrisa mefistofélica firmando el documento. Esta clase social de los oportunistas ha sabido instalarse sin ninguna legitimidad en el corazón de este acuerdo: «Dulce patria quién te salvará de tus defensores». Frente a esto se refuerza el prejuicio clasista que acepta una firma de puño de un oportunista blanco y que rechaza al simbolismo que representaba una mujer mapuche. Esta aceptación mencionada es parte de uno de los principales males culturales y sociales impuestos en nuestro pueblo, como nos ha recordado Fanon sobre el colonialismo: «piel negras, máscaras blancas».
El «acuerdo constituyente» no representa al proceso constituyente. Octubre 2019 se quedó en un estallido que no logró instalar las demandas populares en un nuevo orden político constituyente. Así las cosas la lucha en el campo del poder sigue siendo un desafío al interior de un tablero que ha sido ordenado por corruptos y oportunistas que siguen lucrando desde su ambición desmedida y sin ética.
Por Alex Ibarra Peña
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