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Termina uno de los años más calurosos desde la Revolución Industrial

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Está por terminar uno de los años más calurosos desde la Revolución Industrial, ocurrida a mediados del siglo XIX. Tan nada grata noticia se basa en la influencia de factores que afectan al clima global, como la emisión de gases, la agricultura y el uso de combustibles fósiles. Los especialistas insisten en que las temperaturas del planeta seguirán en aumento los próximos años, si no se reducen drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero. Las olas de calor se volverían más frecuentes, con víctimas mortales y reducción de 30 por ciento en la producción de ­alimentos.

Una de las regiones del planeta más afectadas fue Europa, con el verano más caluroso desde 1880. La temperatura media fue de unos 1.34 grados Celsius por encima de la media del periodo comprendido entre 1991 y 2020. El mes de agosto fue el de mayores temperaturas desde que existen registros.

A las olas de calor se unieron condiciones inusualmente secas que ocasionaron sequía e incendios forestales en muchos países. Entre ellos, España, Francia, Portugal, Italia, Gran Bretaña y Grecia. Las condiciones cálidas y secas extremas y prolongadas afectaron el caudal de los ríos, la agricultura y el transporte, y facilitaron la propagación e intensificación de los incendios. España, por ejemplo, registró 416 que arrasaron más de 300 mil hectáreas. Fue la mayor área quemada en todo el continente.

Los datos de temperaturas máximas y fenómenos meteorológicos adversos son incluso peores en algunos puntos del planeta. Por ejemplo, en los Alpes europeos el derretimiento de los glaciares batió récords en 2022, con pérdidas de espesor promedio de entre tres y más de cuatro metros, la mayor cantidad jamás registrada. En África oriental, las lluvias estuvieron por debajo del promedio de los últimos 40 años.

Pero también las grandes potencias industriales, como Estados Unidos. El sur, parte del oeste y el medio oeste del país en las que viven más de 140 millones de personas, las temperaturas superaron las de años anteriores. Además, 18 estados se declararon en alerta por la ola de calor. Ésta se mezcló con intensas tormentas en la zona de las grandes llanuras, provocando inundaciones que afectaron a 21 millones de residentes.

La ola de calor tuvo su mayor expresión en la ciudad de Phoenix, Arizona, la más mortífera por altas temperaturas de nuestro vecino del norte. No solamente por ubicarse cerca del desierto de Sonora, sino por el cambio climático. Días de calor que llegaron a 50 grados y causaron más de 60 muertes . Otras ciudades, como Austin, San Antonio, Houston, Oklahoma y Dallas, padecieron el verano más caluroso de su historia.

Y en cuanto a México, los datos del Servicio Meteorológico Nacional muestran que este año abril fue el segundo abril más cálido, y mayo, el mayo el primero más cálidos. De fines de marzo a mediados de mayo hubo cuatro ondas de calor que generaron ambiente de caluroso a extremadamente caluroso en la mayor parte del país.

Lugares con valores extremos: Aquismón, San Vicente y Ciudad Valles, en San Luis Potosí; Eduardo Neri, en Guerrero; Hermosillo, Soyopa Querobabi, El Cubil y Tepache, en Sonora, y Mexicali, en Baja California.

Para el secretario general de la Organización de Naciones Unidas, António Guterres, Las olas de calor y la sequía en Europa, China, el Cuerno de África y Estados Unidos, por ejemplo, nada tienen de natural. Son el precio que se paga por la adicción de la humanidad a los combustibles fósiles. Y agregó que cada año insistimos en redoblar esta adicción, incluso mientras los síntomas empeoran rápidamente. Sus efectos provocarán desastres mayores y serán las naciones más pobres y menos responsables del calentamiento global, las más vulnerables.

Durante la COP27 celebrada en noviembre pasado en Egipto, México prometió reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero entre 22 y 35 por ciento en los próximos ocho años. Incluye 52 millones de toneladas de carbono y un proyecto conjunto de energías renovables con Estados Unidos que implica invertir 48 mil millones de dólares. Ello permitirá generar 40 gigavatios, el doble de la emisión actual de energía limpia.

¿Se cumplirá lo prometido? En los sexenios anteriores no fue así.

Por Iván Restrepo

La Jornada

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