CENDA valora aspectos de reforma de pensiones del gobierno pero la rechaza terminantemente en su conjunto
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CENDA valora aspectos del proyecto del gobierno que se conocen por la prensa, cómo aumentar monto y cobertura de la PGU, asumir el Estado la gestión de cobros, pagos y fondo, y destinar parte menor de las cotizaciones recaudadas directamente al pago de pensiones, pero rechaza el proyecto en su conjunto porque no acaba sino agrava el desvío de cotizaciones y subsidios previsionales al ahorro forzoso. Propone aumentar este abuso a costa del pueblo trabajador activo y jubilado, y el fisco, y obliga a todas las personas jubiladas a traspasar la propiedad de su fondo al oligopolio de aseguradoras privadas que han profitado de embolsarse la mitad de sus cotizaciones a lo largo de 41 años.
Como demuestran la teoría y la práctica chilena de cuatro décadas, dicho desvío conduce a la creación de un gigantesco fondo de salarios para financiar empresarios, a costa del pueblo jubilado y el fisco. Es la causa exclusiva de las bajas pensiones y principal del déficit y endeudamiento fiscal, y la regresividad del sistema tributario. Para acabarlo hay que derogar el DL3500 que le dio origen y asegurar que a partir de ahora se destinen en forma íntegra, exclusiva y directa al pago de pensiones, reconstruyendo el sistema público de seguro social.
CENDA se opone al incremento de la tasa de cotización. Durante muchos años ello no será necesario para pagar pensiones dignas, porque con las tasas actuales se recauda más del doble de lo que cuestan las pensiones contributivas. Permiten así elevar sustancialmente su monto y también su número de modo de jubilar a todas las personas, especialmente mujeres, que han postergado su jubilación habiendo cumplido la edad legal de retiro, la que tampoco se debe elevar. Ahorra al mismo tiempo al fisco los cuantiosos subsidios que financian la mayor parte de estas pensiones. El aporte tripartito de los empresarios debe implementarse de inmediato, pero debe consistir en asumir la mitad del descuento que hoy se recorta de los salarios brutos, con resultado de aumentar el salario líquido sin afectar la suma recaudada para pagar pensiones.
El así llamado fondo de pensiones es la medida exacta del abuso puesto que hoy refleja exactamente el excedente corriente de cotizaciones y subsidios menos pensiones pagadas por el sistema, menos otros beneficios y retiros netos, incluidos los “10%”, acumulados desde 1981. La ganancia neta del fondo se ha reducido a cero, tras perder el fondo en pocos meses la mitad de las ganancias brutas acumuladas desde 1981, reduciendo éstas a una suma inferior a las comisiones y primas netas cobradas por el sistema AFP.
El fondo sólo sirve a los empresarios que lo mantienen en su poder en forma de créditos y capital accionario, jamás ha pagado ni pagará beneficio previsional alguno y para la abrumadora mayoría ni siquiera sirve para calcular su exiguo monto. Debe convertirse en un fondo de reparación y ser restituido, íntegramente y cuanto antes mejor, a quiénes contribuyeron a formarlo, el pueblo trabajador activo y jubilado, y el fisco. La unánime exigencia popular de restitución va a continuar porque es justa y beneficiosa, para el pueblo, las cuentas fiscales y la economía en general especialmente en la grave coyuntura por la que atraviesa hoy y en años venideros.
En lo sucesivo las cotizaciones previsionales deben destinarse de modo íntegro, directo e inmediato al pago de pensiones, nunca más a profundizar el mercado de capitales que sigue siendo el objetivo principal de la reforma en curso.
Presentación
El reconocido economista Franco Modigliani demostró que si un conjunto de personas ahorra durante la primera mitad de su vida y en la segunda mitad cada una de ellas desahorra todo lo ahorrado, incluidos sus gananciales, el resultado es la conformación de un fondo que crece indefinidamente, a sola condición que el número de ahorrantes y/o el monto de lo ahorrado por cada uno sea asimismo creciente.
Sus pares ratificaron su hallazgo y le concedieron el premio Nóbel. Merecidamente, porque en efecto así se conforman los mercados de capitales que son parte del desarrollo de las economías modernas. Si el ahorro es voluntario y cada uno de los ahorrantes lo puede retirar cuando lo estimen conveniente, se trata sin duda de un mecanismo virtuoso.
El corolario del teorema de Modigliani, en cambio, no resulta tan virtuoso sino más bien todo lo contrario. Si dicho ahorro se impone forzosamente al pueblo trabajador, cuyo número y remuneraciones crecen de manera muy estable, ello resulta en un abuso gigantesco que crece asimismo indefinidamente. En efecto, aunque se restituya íntegramente a cada persona que trabaja, devenida en forzada “ahorrante”, todo lo que aportó, incluidos sus gananciales, el fondo de salarios así conformado, que crece indefinidamente y por lo mismo no se devuelve jamás, se convierte en un gigantesco fondo de inversiones del que disfrutan principalmente los empresarios.
Este corolario fue demostrado prácticamente por Pinochet, un bruto que de teoría no tenía idea pero de forzar al pueblo sabía mucho. Tal demostración práctica fue parte principal de los abusos contra el pueblo trabajador, del dictador y la rancia oligarquía que, disfrazada de “Chicago Boys”, restauró tras la derrota genocida de la Revolución Chilena el 11 de septiembre de 1973.
Hoy el pueblo chileno, al igual que lo ha venido haciendo cada década en promedio a lo largo de un siglo, nuevamente ha irrumpido masivamente en el espacio político, a partir del 18-O. El destino de esta nueva revolución es precisamente acabar con los abusos y distorsiones de la restauración oligárquica iniciada el 11 de septiembre de 1973. El ahorro forzoso es el principal abuso.
Se trata de un abuso gigantesco. En 1981 la dictadura dictó el DL3.500, que transfirió la totalidad de las cotizaciones obligatorias recaudadas cada mes, hasta entonces destinadas a la seguridad social para el pago de pensiones ese mismo mes, a un sistema de ahorro forzoso, mal llamado ”de pensiones”.
El grueso de las cotizaciones obligatorias así desviadas fueron a parar al mercado de capitales, generando un inmenso fondo que hoy equivale a treinta veces el costo de las pensiones que el sistema pagó en el último año. Dicho fondo, supuestamente de propiedad de los cotizantes, junto a las llamadas “reservas técnicas” que respaldan las denominadas “rentas vitalicias” adeudadas por compañías de seguros, y que son propiedad de éstas, financian el grueso del capital de las empresas que operan en el país.
El ahorro forzoso beneficia principalmente a cuatro reconocidos grupos nacionales que controlan el sistema AFP. Mediante las compañías de seguros que conforman el corazón del mismo y se han embolsado primas brutas, por compras forzosas de seguros AFP, equivalentes a la mitad de las cotizaciones recaudadas desde 1981. Asimismo, beneficia a otros dueños de grandes empresas nacionales, el 70 por ciento de cuya deuda y 20 por ciento de su capital bursátil en el caso de las mayores, y el 10 por ciento de la deuda de los bancos, se financian con el fondo AFP y las “reservas técnicas” de rentas vitalicias apropiadas por las compañías de seguros.
Dicho desvío restó las cotizaciones recaudadas de las pensiones de los padres y abuelas de los forzados “ahorrantes”, las que se vieron reducidas a menos de la mitad en promedio y a una tercera parte las de mujeres, comparadas con las que perciben sus excompañeras de trabajo que lograron mantenerse en el antiguo sistema público.
Las cotizaciones desviadas se restaron asimismo del presupuesto del Estado, cuyos ingresos se vieron mermados en un quinto, y cuyos gastos se cargaron con onerosos subsidios que han financiado la mayor parte de las pensiones pagadas por el sistema.
Si se agregan el resto de los gastos previsionales del Estado, pensiones civiles no contributivas y del antiguo sistema público, que son tantas como las que paga el sistema AFP, pensiones militares y otros subsidios indirectos como planes de retiro, el fisco destina hoy un quinto de su menguado presupuesto a financiar cuatro quintos del gasto nacional en pensiones. El sistema AFP aporta el otro quinto con una parte menor de las cotizaciones corrientes. En cuatro décadas el ahorro forzoso no ha pagado jamás pensión alguna.
El ahorro forzoso es así la causa exclusiva de las bajas pensiones y el origen principal del déficit y endeudamiento fiscal, este último contraído en dos terceras partes con el sistema de AFP, y cuyo monto equivale casi exactamente a los subsidios de pensiones pagados por éste.
En todos y cada uno de los 496 meses transcurridos desde la dictación del DL3.500 hace 41 años, las cotizaciones recaudadas han más que duplicado el monto total de las pensiones pagadas por el sistema ese mismo mes, ese mismo año. Por añadidura, el fisco ha financiado el 60 por ciento de éstas, incluido el 48 por ciento de las pagadas en los últimos 12 meses y el 58 por ciento de las pagadas en julio 2022. Aún descontando de cotizaciones y subsidios el costo total de esas pensiones, se ha generado un excedente corriente a favor del sistema, cada mes, cada año, que en total suma más que el valor actual del fondo AFP.
Las ganancias brutas acumuladas por el fondo apenas cubren las comisiones y primas netas cobradas por sus gestores y cuando pierde dinero a raudales en las crisis, ni siquiera alcanzan para eso. La ganancia neta acumulada hasta el 26 de octubre de 2022 es negativa.
Los únicos años en que el pueblo trabajador ha retirado dinero en términos netos del sistema AFP fueron el 2020 y 2021 gracias a los retiros. Tanto en Chile como en otros países que han implementado versiones del ahorro forzoso, imponer los retiros del fondo ha sido la manera más efectiva en que el pueblo trabajador ha manifestado su exigencia de acabar con este abuso gigantesco.
Que nadie se equivoque. La presión popular por nuevos retiros va a continuar mientras exista el ahorro forzoso. Así sea que lo administren empresas privadas o el Estado. Así sea que se registre en cuentas individuales o colectivas. Cualquiera sea la forma en que las cotizaciones a la seguridad social se desvíen a fines diferentes que pagar pensiones, ello seguirá siendo un abuso.
El pueblo tiene toda la razón al exigir su restitución. Es una demanda justa que confirma la bancarrota del ahorro forzoso mismo y la total inviabilidad política de su continuación. No tienen razón los asesores, generalmente colegas economistas, que se oponen a los retiros exagerando sus aspectos negativos mientras soslayan sus espectaculares aspectos reactivadores y redistributivos, evidentemente positivos.
En realidad, los detractores de los retiros pretenden obstinadamente mantener e incluso agravar el desvío al ahorro forzoso de las cotizaciones obligatorias a la seguridad social, restándolas al presupuesto fiscal y las pensiones corrientes. Con distintas motivaciones. El gran empresariado y especialmente los grandes cuatro reconocidos grupos nacionales que controlan el sistema a partir de sus compañías de seguros, usan ese dinero para financiar sus negocios.
Los economistas, por su parte, sólo ven su aporte a la “profundidad del mercado de capitales”, sin percatarse ni importarles que desviar forzosamente salarios para financiar negocios de empresarios es un abuso gigantesco.
El ahorro nacional, necesario para reproducir y ampliar el aparato productivo, es responsabilidad exclusiva de los empresarios con cargo a las ganancias y rentas que se apropian, jamás del pueblo trabajador y menos con cotizaciones salariales obligatorias a la seguridad social escamoteadas a tres millones de pensionadas por el sistema AFP, la mayoría mujeres, la mitad ya fallecida.
Para el pueblo trabajador el asunto es claro. El fondo AFP no ha financiado nunca pensiones ni las financiará jamás, los miserables montos de las que paga el sistema AFP se han financiado siempre con subsidios fiscales y parte de las cotizaciones corrientes. Ni siquiera sirve el fondo como base de cálculo de las pensiones, que es su única relación con éstas, puesto que la abrumadora mayoría de afiliados logran juntar al jubilar un ahorro que aplicado al cálculo de la pensión arroja un monto inferior al mínimo garantizado por el Estado.
Al pueblo trabajador el fondo AFP no le sirve para nada. En cambio, el dinero allí registrado, recortado obligatoriamente a sus salarios y escamoteado a las pensiones de sus mayores y al presupuesto fiscal, financia a los grandes empresarios. Ellos le dicen al pueblo que ese dinero es ahorro que le pertenece. Pues bien, que lo devuelvan, hasta el último peso, cuanto antes mejor.
Acabar con el desvío de cotizaciones obligatorias al mercado de capitales resuelve el problema de las bajas pensiones puesto que lo recaudado en cotizaciones ha más que duplicado lo pagado en pensiones por el sistema AFP, todos los meses, todos los años.
Ello es sostenible en el tiempo porque la economía y recaudación de cotizaciones crece más rápido que el número de adultos mayores. Y para qué decir la cantidad de bienes y servicios disponibles, gracias al extraordinario incremento de productividad del trabajo. Los “argumentos” de los partidarios y la propaganda del ahorro forzoso son mendaces, espantajos para asustar a los incautos. Un argumento de su majadera propaganda es francamente una canallada: Les proponen a los trabajadores jóvenes que “ahorren”, supuestamente para sí y sus herederos, las cotizaciones que hoy deberían financiar pensiones decentes de sus padres y abuelas.
Por añadidura acabar el desvío de cotizaciones al ahorro forzoso resuelve el déficit y endeudamiento fiscal, puesto que es su principal causa, al restar del presupuesto las cotizaciones y cargarlo con subsidios que han financiado la mayor parte de las pensiones pagadas por el sistema. Mantener el ahorro forzoso es una gran irresponsabilidad fiscal e incrementarlo aún peor.
La principal virtud de los retiros autorizados fue relegitimar la institucionalidad democrática en su momento más oscuro. El Parlamento impuso su autoridad a los poderosos y limitó su abuso con el pueblo trabajador. Al revés, si hubo una circunstancia singular que agravó la deslegitimación y rechazo del sistema político en general manifestada el 4 de septiembre de 2022, arrastrando a la misma a las nuevas autoridades gubernamentales y parlamentarias, ella fue el rechazo al quinto retiro. Ahora se trata de acabar el ahorro forzoso de raíz. Esto es precisamente lo que Chile necesita y el pueblo exige. Es la manera constructiva de superar la crisis nacional en curso legitimando la nueva institucionalidad democrática.
Manuel Riesco,
Vicepresidente CENDA
Santiago, 28 de octubre de 2022
Ver versión completa de esta ponencia con sus anexos y referencias en este vínculo.
Patricio Serendero says:
Este gobierno ya ni siquiera es la Concertación v.6.0. Es simplemente un gobierno de Derecha con «discurso inclusivo y paridad de género». El problema peor es que dado el divorcio gigantesco entre su discurso y sus acciones hasta aquí, en 2026 nos gobernará la ultra-derecha del facho Kast.
Para cuando es que los trabajadores se levantan contra tanta ignominia?