Nuestra evolución abortada, o nuestro desarrollo frustrado
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Antonio Damasio, conocido neurobiólogo, por su libro “El cerebro creó al hombre», discurre un tema que a uno lo deja con interrogantes.
Él dice que el cerebro, al hacerse más complejo en el proceso de evolución, dejó ciertas actividades reguladas por un verdadero cerebro interno automático y tremendamente eficiente. Es el que regula todas las actividades básicas del organismo: secreciones hormonales, bioquímicas, cardiacas, respiratorias, etc.
Que la naturaleza sabia no permitió que el cerebro consciente, más complejo regulara este proceso homeostático. Sería imposible para la sobrevivencia. Pero luego se larga una frase que reproduzco literalmente “En el peor de los casos, sería como invertir los fondos de la Seguridad Social en el mercado bursátil “.
Bueno, ¡Chile lo hizo!……invirtió los Fondos de Pensiones en el mercado bursátil y en el entorno financiero más inestable y especulativo.
¿ Eso es señal de que nuestro cerebro no ha evolucionado tanto en complejidad?
Cada uno es libre de emitir su juicio. Pero llevamos 41 años en las mismas.
Resultado de esta larga experiencia, bueno, ahí están: pensiones ignominiosamente bajas para más del 90 % y negocios muy lucrativos para el 1 %. Es decir, alguien quiso controlar la respiración de los organismos de manera manual y tiene en anoxia severa a toda la población.
¿Que han hecho los países que han logrado mayor evolución?
Simplemente entregar a quien debe el manejo de un sistema tan complejo: economistas que saben de Sistemas de Seguridad Social y no de especuladores financieros, como el señor José Piñera, que quería crear un mercado de capitales fuertes para satisfacer las infinitas ambiciones de sus amigos y de su hermano, a costa de los ahorros forzosos de los trabajadores, a quienes se les excluyó de su control y gestión hasta bien pasados 31 años de una llamada “ democracia». Como si la democracia consistiera permitir la emisión de un voto de cuando en vez. No, la verdadera democracia consiste en habilitar a la sociedad intermedia de organizaciones capaces de influir directa y decisivamente en las grandes decisiones del Estado. Entendiendo por Estado no sólo al Fisco, sino a una compleja red público y civil que forma los agentes “políticos» de la sociedad.
En nuestro país estamos sideralmente distantes de esta condición. Por eso somos subdesarrollados económica, social y políticamente.
Dónde se les permite invertir los Fondos Sociales en los países “ evolucionados». Pues ahí se controla socialmente, con la participación de los ciudadanos interesados, la gestión y destino de sus ahorros, que por demás no son “individuales», como en nuestro ingenioso despropósito, sino corresponden a un fondo nacional común, por eso llega a llamarse Fondo de Seguridad Social.
Los aportes individuales, son aportes voluntarios que se suman, por su excelente rentabilidad, a la gestión de los fondos públicos e incrementan personalmente las pensiones. Pero lo virtuoso de este sistema, es que al acrecentar el monto total de los capitales invertidos, salen ganando unos y otros. No como en nuestro caso, en que por todos sus vicios ( ya expuestos latamente), todos los interesados pierden, menos dos: los que gestionan esos inmenso montos de dinero y quienes le dan el uso especulativo que ya representamos.
En los países más “ evolucionados» se exige invertir en áreas de la inversión productiva y de renta estructural . Por eso en Chile invierten en infraestructura carretera, en energía, en minería con futuro industrial y tecnológico ( como litio). Mientras nuestras AFP se dedican a pasarles dineros a sus amigos empresarios que hacen la pasada con créditos baratos para operar en negocios financieros en Chile y dónde sea.
Si la norma obligara a invertir al menos la mitad de esos recursos en desarrollo productivo interno, no tendríamos la parálisis de la productividad y la inversión real productiva por casi 15 años; no tendríamos el nivel de desindustrialización que sufrimos y de bajos salarios, de carencias en infraestructura sanitaria, en salud, educación, como la que tenemos.
Al margen de los grandes errores de nuestro modelo de crecimiento ( porque no es un modelo de desarrollo, excepto para el sector consumo y el sector financiero), este del destino de los recursos del ahorro nacional del lado del trabajo, ha sido de los más regresivos para nuestro futuro.
Por dos razones: porque al estimular el consumo como prioridad, definió un modelo de crecimiento hacia afuera. Recordemos que el 75 % de nuestro consumo proviene del exterior, quienes van ampliando sus mercados a expensas de nuestros productores . Entonces el acelerador y multiplicador keynesiano, ese que invierte estimulando hacia la expansión de los productores, lo viene haciendo pero hacia los países desde los cuales importamos mayoritariamente nuestro consumo interno.
Segundo, porque al no invertir nuestro ahorro en industrializarnos, estamos despilfarrando la gran oportunidad que nos otorgan nuestras materias primas para escalar en niveles tecnológicos y de productividad más altos, con mejores rentabilidades y mejores salarios, con mayor estímulos cruzados para la creación de empresas en el mercado interno.
Todo este abandono y desperdicio puso un techo bajo a nuestro desarrollo. Es como aquellas especies que intentan una fase exitosa en la evolución, para quedar pronto atrapadas en un camino sin salida.
Por eso partimos este artículo recordando el tema de la evolución de los organismos vivos de Damasio. La naturaleza ha sido muy sabia y pragmática en conservar los automatismos probados para las funciones básicas. Lo que es muy incierto y complejo el organismo lo traía resulto desde las primitavas homeostasis. El autor ejemplifica en que ahora nadie se atrevería a pilotear un avión de última generación y gran tamaño con puros controles manuales. Son tan complejas las variables que determinan ese vuelo, como exitoso, que se debe confiar en los controles automáticos ya probados.
Los controles probados por los países exitosos, son exigentes y pragmáticos. No creen en el mito de la ruleta financiarista ni en el dominio que puedan hacer del capital los mismos interesados en ocuparlos. Eso necesariamente termina en un descalabro.
Así que parece que Chile ha sido conducido a una de esas ramas sin futuro en el terreno de la infinita evolución de los organismos.
Por Hugo Latorre Fuenzalida.
Patricio Serendero says:
Todavía no hemos visto todo. Esperemos a ver el proyecto de pensiones que presentará el señor Marcel.
Danilo Quijano says:
https://red.pucp.edu.pe/ridei/wp-content/uploads/biblioteca/100520.pdf
EL FANTASMA DEL DESARROLLO EN AMÉRICA LATINA
“Desarrollo es un término de azarosa biografía en América Latina. Desde la Segunda Guerra Mundial ha cambiado muchas veces de identidad y de apellido, tironeado entre un consistente reduccionismo economicista y los insistentes reclamos de todas las otras dimensiones de la existencia social. Es decir, entre muy diferentes intereses de poder. Ha sido acogido con muy desigual fortuna de un tiempo a otro de nuestra cambiante historia. Al comienzo, sin duda, fue una de las más movilizadoras propuestas de este medio siglo que llego a su fin. Sus promesas arrastraron a todos los sectores de la sociedad y de algún modo encendieron uno de los más densos y ricos debates de toda nuestra historia, pero fueron eclipsándose en un horizonte cada vez más esquivo y sus abanderados y seguidores fueron enjaulados por el desencanto. Ayer no más, parecía no sólo desprestigiado y en desuso, sino enterrado entre los escombros de esperanzas frustradas y de batallas perdidas y bajo un densa pila de textos dedicados, unos, a testimoniar el desencanto y a la desmistificación del “discurso del desarrollo”1, y otros a convencernos de que fuera de la ganancia y del mercado todo es ilusión. Hoy, no obstante, se nos convoca a volver a buscarlo entre las mallas de una nueva configuración de poder que se conoce con el nombre de globalización.
¿Significa esto que el desarrollo es, o podrá ser, de nuevo una bandera en el horizonte de las próximas contiendas por el sentido de la historia que viene? ¿O es más bien la evocación de un fantasma que, como el de Elsinor, podrá quizás presidir desde las sombras la intempestiva furia que ponga fin a la prolongada vacilación del Hamlet latinoamericano?
Esas preguntas se refieren, de todos modos, no sólo al futuro de América Latina. Después de varias décadas de experiencias, debates y frustraciones, y en un contexto histórico enteramente cambiado, su indagación no debe ser realizada con los mismos supuestos, ni desde la misma perspectiva de conocimiento que presidió el debate del período anterior, pues arriesga llegar, como entonces, al mismo ciego callejón de donde puede no salir. Algunas cuestiones son cruciales y requieren ser abiertas en el punto de partida mismo del nuevo debate. A ese propósito se dirigen las notas que siguen”.
(Rev. Venez. de Econ. y Ciencias Sociales, 2000, Vol. 6 Nº 2 (mayo-agosto), pp. 73-90)