Angela Valenzuela, vocera de Fridays for Future Chile: “Para encarar la emergencia climática hay que poner en cuestión el capitalismo”
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Estudiante de Ecología humana, Ángela Valenzuela nació en Santiago de Chile el mismo año que el mundo se citaba en Berlín para celebrar la primera de las 25 Conferencias de las Partes (COP) que deberían haber puesto diques a la destrucción del planeta. Era 1995 y desde entonces «los objetivos contra el cambio climático no se han vuelto más críticos sino que han empeorado». Por eso su preocupación no ha dejado de aumentar hasta alcanzar cotas apocalípticas. «Si no damos la vuelta a esta situación en ocho años ya no tendremos ninguna posibilidad», remata. Activista climática desde 2014, comenzó a militar en Fridays for Future Chile (FFF Chile) tras escuchar las duras palabras que Greta Thunberg dispensó a los primeros ministros y jefes de Estado presentes en la COP 24, celebrada en Varsovia el pasado año, y hoy es su portavoz en la Cumbre Social por el Clima que se celebra en Madrid. «No son ustedes los suficientemente maduros para decir las cosas como son», denunció la joven activista sueca. Valenzuela quedó cautivada con aquel mensaje. Desde entonces, Thunberg se convirtió no solo en un símbolo mediático sino también en un referente para miles de jóvenes «aisladas en sus preocupaciones» que se han empoderado. Un argumento que refuerza su convencimiento de que las movilizaciones que hoy se multiplican por diferentes lugares del mundo son la más seria advertencia lanzada por la ciudadanía global contra las viejas estructuras de poder. «Son solo el comienzo de un cambio imparable», concluye.
¿Qué sintió al ver que miles de personas salían a las calles de Santiago dispuestas a plantar cara al Estado, a la herencia de la dictadura, al hartazgo de que dijeran que en Chile, precisamente en Chile, no podía producirse un levantamiento social?
LA CRISIS SOCIAL, DONDE TAMBIÉN SE ENCUENTRA LA CLIMÁTICA, ESTÁ VINCULADA A UN MODELO QUE HA FRACASADO Y QUE NOS ESTÁ ARRASTRANDO A UN COLAPSO GENERAL.
Resultó muy impactante. Especialmente para mí, que acababa de llegar del extranjero, donde había estado estudiando siete años y había perdido un poco el contacto con la realidad. Llevábamos un año entero trabajando por un despertar, esperando que la gente se involucrara en temas medioambientales como parte de la lucha social. Por lo tanto fue muy inspirador escuchar a miles de personas en las calles cantando que Chile despertó, que queremos un cambio, que no eran 30 pesos (el aumento de la tarifa del metro que encendió la traca final), sino 30 años de gobiernos en democracia que han fallado a la dignidad de las personas. Cuando más del 60% de la población vive con menos del sueldo mínimo y tiene que pagarse hasta la comida a crédito, sentimos empatía. No aceptamos el modelo y hemos dicho basta. Si usted lo piensa bien, el clima es solo un síntoma del verdadero problema que es el capitalismo, que arrasa con todo.
¿Y si el Gobierno corrigiera sus políticas y adoptara medidas para reducir la desigualdad?
Tampoco lo aceptaríamos. No queremos un sistema que se sustenta en la destrucción del planeta y en la devastación de los ecosistemas. Fridays for Future tiene un rol fundamental en esta crisis porque va más allá del apoyo de las demandas sociales. Consideramos que reivindicaciones puntuales como las pensiones dignas, los sueldos dignos o el acceso a la educación y a la salud deben enfocarse hacia un cambio radical del actual modelo económico para que podamos vivir en este planeta a largo plazo. La corrección puntual de las políticas están muy bien, pero el reloj de las emisiones contaminantes no se detiene. Por lo tanto, la crisis social, donde también se encuentra la climática, está vinculada a un modelo que ha fracasado y que nos está arrastrando a un colapso general.
Entonces, Fridays for Future es parte de un movimiento global de transformación más amplio, que incluye el medioambiental pero también otros como el feminismo, el indígena o el cooperativo.
Exactamente. Hemos madurado con el tiempo y sabemos que nuestras demandas medioambientales no pueden estar desligadas de los problemas cotidianos de las personas. Está todo entrelazado. El sistema patriarcal está llevando a la naturaleza a su destrucción. Tiene que haber más lideresas y voces de mujeres que nos traigan nuevas respuestas para una crisis que venimos arrastrando desde hace décadas.
¿Cree, entonces, que en el fondo todo se reduce a una crisis de legitimidad?
Es algo en lo que vengo reflexionando estos días. Y no tengo duda de que, además de una crisis climática, también vivimos una crisis de los sistemas políticos, de legitimidad. Una crisis de poder. Observe sino la COP, la Convención de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, que lleva 25 años hablando del colapso. Empezó reduciendo emisiones de CO2, luego debatió sobre cómo adaptarnos al cambio climático que ya está aquí y ahora vamos a discutir sobre pérdidas y daños. Es decir, la conversión y los objetivos no se han vuelto más críticos sino que han ido empeorando.
¿Por qué ha sucedido eso?
Porque la gente que está dentro de estas conferencias no responde a las necesidades de las personas y del medio ambiente sino a los intereses de las corporaciones, que son las que financian la COP. Esto es parte del despertar del que hablaba. Es la toma de conciencia de que el poder está en las personas para que a los líderes que nos representan no les quede otra opción que pasar a la acción para tener, no ya un futuro, sino un presente de vida en el planeta. Es una crisis de poder, de legitimidad. Es imposible encarar la emergencia climática sin poner en cuestión el funcionamiento actual del capitalismo. Y esto trasciende a los partidos políticos, a la izquierda y a la derecha. Estamos hablando de cambiar el paradigma productivo, conceptos como el desarrollo o el consumo. Greta Thunberg lo dijo claramente en su discurso en Nueva York: Estamos al comienzo de una extinción masiva y de lo único que hablan los líderes mundiales es de dinero y de cuentos de hadas sobre el crecimiento económico infinito. Tenemos que despertar y creo que la gente está despertando. Vamos a seguir presionando al poder.
¿Qué impacto tiene un movimiento liderado por jóvenes en las viejas estructuras del poder mundial?
Puede que nos observen hasta con un cierto aire paternalista y piensen que ya cambiaremos con la edad. Está bien, que no nos escuchen si no quieren, pero no argumentamos de la nada. Les pedimos que, al menos, no cierren sus oídos a la ciencia. Si no damos la vuelta a esta situación en ocho años ya no tendremos ninguna posibilidad. Es brutal. Yo y muchos amigos de mi generación no queremos tener hijos. No vamos a tener hijos. Lo sabemos.
¿Por qué?
Porque si no cambian las cosas, ¿qué mundo les vamos a dar? Luchamos para que nadie se tenga que hacer estas preguntas pero la emergencia climática esta aquí. No es algo ajeno ni abstracto. Quizá algunos de los causantes de este desastre no lleguen a vivir sus consecuencias pero nosotras, las jóvenes, sí. Nosotras estamos heredando este planeta y exigimos que escuchen a los científicos.
¿Es posible lograrlo?
Sí. En Chile también pensábamos que derribar la injusticia que teníamos normalizada era utópico y hoy estamos a punto de cambiar la Constitución. Cuando llega el momento de la indignación, la gente no se calla hasta lograr que cambien las cosas de raíz. Y eso es extrapolable a lo que empieza a suceder con el cambio climático en todo el mundo. Hay manifestaciones masivas en Chile, en Beirut, en Nueva York, en Madrid, en Hong Kong. Estamos en un año clave en cuanto a movilizaciones ciudadanas y es solo el comienzo de un cambio imparable.
¿Qué opina de quienes censuran la utilización de una niña de 16 años como Greta Thunberg en este lucha? ¿De qué ha nacido la Gretamanía?
ES IMPOSIBLE ENCARAR LA EMERGENCIA CLIMÁTICA SIN PONER EN CUESTIÓN EL FUNCIONAMIENTO ACTUAL DEL CAPITALISMO
Es evidente que Greta no es solo un símbolo mediático sino también es un referente para miles de personas que se sentían solas y aisladas pero que ahora se han empoderado. Esas mismas personas están ahora movilizadas, en las calles, construyendo redes que están sirviendo para empoderar a muchas más. Nos identificamos con ella, con esa historia en la que una niña se planta ante la puerta del Parlamento sueco. Les molesta que Greta haya traído un discurso revolucionario y diga a la gente que el poder está en sus manos. Yo, sinceramente, celebro que esté recibiendo tanta o más atención que presidentes macho-patriarcales como Trump o Bolsonaro, con sus discursos de odio. Aunque también reconozco que haya otras voces que merezcan más luces de las que reciben. Como las indígenas. Pero eso también llegará. Todo suma porque somos parte de la misma causa.
¿Y el feminismo?
Tenemos a Greta, que es mujer. Y en buena parte, el liderazgo de FFF también es feminista. Creo que es fundamental nuestro papel porque las leyes fundamentales de este sistema neoliberal son dictadas y dirigidas por hombres blancos. Nosotras somos las oprimidas, nosotras hemos sufrido la violencia estructural de un modelo patriarcal que habla de conquista, sean los recursos de la naturaleza o la propia mujer, pero que no comparte. Nosotras no necesitamos que nos proteja un hombre porque no somos vulnerables. Eso tiene que cambiar.
¿Qué esperanzas tiene depositadas en la COP25?
Pues ninguna excepcional. Esperamos que establezcan por escrito el mecanismo internacional para pérdidas y daños aprobado en Varsovia en 2013, que básicamente consiste en dar un apoyo financiero solidario a aquellas naciones que empiezan a sufrir las consecuencias del cambio climático pero carecen de los recursos para enfrentarlas. Es el reconocimiento de que la responsabilidad es compartida y de acción diferenciada, es decir, son los países del norte quienes tienen mayor responsabilidad y la mayor cantidad de recursos para invertir en el fondo verde y aliviar lo que ya están viviendo los países más vulnerables. Eso debería quedar clarísimo. Y también esbozar los planes de acción climática que los países del Acuerdo de París tienen que presentar en 2020 y que deben ser consecuentes con los informes del IPCC, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, y nos permita no superar 1,5 grados la temperatura global.
Y, ¿cuáles son sus aspiraciones personales?
Quiero seguir involucrada en el movimiento global que lucha contra la emergencia climática y deseo fomentar un cambio cultural en las personas a través del arte. Las cifras nos apelan a la razón pero hay que estimular la emoción. Los informes de la ciencia son muy claros pero, quizá, a mucha gente aún le falta un último impulso para implicarse porque piensan que es imposible conseguir el cambio. Por eso Greta es tan importante en esta lucha. Ella habla desde el corazón y no tiene vergüenza a la hora de expresar su indignación y su miedo. Y todos nos sentimos identificados con eso. Y eso nos moviliza.
Fuente: Revista CTXT
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