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Plebiscito en Chile: Por un Apruebo desde la Izquierda

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El cuatro de septiembre quince millones de chilenxs decidirán entre  “Apruebo” o “Rechazo” a la Propuesta de Nueva Constitución (PNC)  elaborada por una Convención Constituyente (CC) en un proceso paritario, participativo y democrático.

Fue la movilización social de 2019 la que forzó la puerta de un cambio constitucional, hasta entonces imposible. Exigió igualdad de derechos en uno de los países más desiguales del planeta y cuestionó una organización del poder que implantó una clase política sorda a los clamores de la sociedad. Expresó su fuerza tanto en el “Plebiscito de entrada” de octubre de 2020, como al elegir los miembros de la CC en mayo de 2021. Culminó con el desplome de los partidos de los treinta años y la elección del presidente Gabriel Boric. La redacción de la PNC escapó al control de quienes se oponen a los cambios y los partidarios del “gatopardismo”.

Desesperados por imponer nuevamente su hegemonía en el discurso público es que arrecia una campaña de desinformación con ribetes racistas y clasistas y con mentiras sobre la PNC, de engañosas promesas de “Rechazo para reformar”, difundidos por una prensa escrita, radial y televisiva monopolizada por los partidarios del status quo.

Mientras el “Apruebo” se vuelca al “puerta/puerta” partidos favorables al “Apruebo”, buscando extender el apoyo a la PNC, prometen reformarla desde aunque ella prevé que sus normas serán precisadas por un centenar de leyes y elimina las barreras que impidieron cambiar la actual constitución durante décadas.

Argumentamos que la izquierda debe apoyar el “Apruebo” porque permitirá pasar de una democracia restringida a una democracia participativa, coincidente con las demandas ciudadanas. Con ello creará las condiciones para instaurar un Estado social y democrático de derecho, plurinacional, intercultural, regional y ecológico en el que será deber del Estado, proteger y garantizar los derechos individuales y colectivos.




 

Por Marcelo Solervicens

Las opiniones vertidas en esta sección son responsabilidad del autor y no representan necesariamente el pensamiento del diario El Clarín

 



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  1. Felipe Portales says:

    Tampoco el artículo aborda de manera pertinente una inédita, solapada y escandalosa disposición transitoria aprobada por la CC y que tendrá funestas consecuencias de ganar el Apruebo. Esta es, la prórroga de la vigencia del Congreso actual -¡con mayoría de derecha y originada de una Constitución ya fenecida!- para los efectos de la crucial aprobación de la legislación que aplicará la nueva Constitución a la realidad chilena en los próximos cuatro años. ¡Esto constituye una virtual destrucción de la obra del CC; o, dicho de otro modo, un virtual suicidio de la Convención Constitucional! Es obvio que la derecha usará su mayoría para bloquear TODA legislación concretizadora de la Constitución que no le guste. Y, por tanto, volveremos entonces al mismo esquema de los 30 años, en que todo cambio del modelo económico neoliberal impuesto por la dictadura requería del consenso con la derecha, debido al mismo solapado regalo de la mayoría parlamentaria que en 1989 le hizo el liderazgo de la Concertación a la futura oposición de derecha. Por eso que, pese a haber tenido ¡5 gobiernos de «centro-izquierda»!, se terminó legitimando y consolidando aquel modelo, con sus AFP, Isapres, Plan Laboral, ley minera, privatizaciones, universidades privadas con fines de lucro, la LOCE-LGE, el sistema tributario que permite la evasión o elusión de los más ricos, etc. etc. Es decir, el próximo plebiscito será un verdadero engaño para todos quienes queremos transformar a Chile en un sentido de justicia social y probidad.

  2. Serafín Rodríguez says:

    No es de izquierda una propuesta de nueva Constitución que abre las puertas a la explotación y expoliación privada nacional y extranjera de los recursos naturales no renovables del país, como el cobre y el litio, y declara como inalienables sólo el aire y el agua, condenando al país a la dependencia y el subdesarrollo. Ni siquiera un país monárquico y ultra conservador como Arabia Saudita ha hecho nada parecido con su petroleo, cuya explotación controla con el 98.5% de las acciones de la compañía estatal Aramco. Esto le ha permitido a Arabia Saudita desarrollar y mantener uno de los sistemas de bienestar social más eficientes del mundo, especialmente en cuanto a programas habitacionales, salud y previsión social a pesar de que no es ningún país socialista y las fuertes críticas de que es objeto por las draconianas leyes que lo rigen.

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