Autismo + represión = ¿Acuerdo de paz?
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24 muertos; unos 2000 heridos; 6.000 detenidos. Cifras aproximadas. Sin embargo los “héroes” se pretenden ahora – de la mano de los medios que fabrican todo- ellos, los parlamentarios. Parlamentarios que, en buena medida, han estado descolocados, silentes otros, en estas semanas de rebelión contra el sistema neoliberal. Y, si no hay este triste, doloroso e impune resultado: ¿se habrían avenido los señores parlamentarios –en particular los de la derecha y ex concertacionistas- a sentarse en una mesa y trasnochar para obtener una página y media de acuerdos? Acuerdos claro, que no reconocen a los jóvenes y los movimientos sociales como los principales artífices de los reclamos y demandas. Los jóvenes, en especial, los jóvenes de sectores populares, de liceos, los cuales, deberían tener un protagonismo en todo esto, junto a Unidad Social. Pero no.
Acostumbrados a su poder desde arriba y al lado de la autoridad, ellos intentarán arrebatarle este importante triunfo al pueblo chileno; y en segundo lugar, trabajarán para dividir a ese pueblo y sus expresiones. Trabajarán para que se privatice nuevamente. Como todos estos años abocados a los malls, al endeudamiento, al consumismo. Para que volvamos a ser “ciudadanos siervos”. Es decir, como sostiene un colega español, sujetos de derecho pero sin poder real. Siervos al disolver nuestro poder; por tolerar una falsa democratización que solo alienta el crecimiento del poder privado. Durante todos estos años, el proyecto neoliberal, desde fines de los setentas trabajó para eso: para que nos convenciéramos en delegar nuestro poder social al mercado y el Estado. Para que nos disolviéramos como pueblo autoorganizado, capaz de reconocernos y de actuar en conjunto, de manifestarnos, deliberar y soñar.
Había que privatizar al ciudadano. Que solo fuéramos individuos, cada uno compitiendo con el otro para lograr metas, sea poder, éxito, dinero, sin importar los costes.
Sueña entonces el gobierno de Piñera y los suyos; también los exconcertacionistas, que volvamos a eso, al autismo consumista; cada cual en lo suyo y por lo suyo; a que dejemos todo en manos de ellos, de la elite de poder. Sin embargo, ¿qué pruebas tenemos de que se puede confiar así como así en todos ellos? Lo único que falta es que el Sr. Piñera intente apropiarse de este resultado. Aunque bueno, el caradurismo de la derecha chilena no ha tenido límites. Y, si no volvemos a nuestro autismo zombie, si pretendemos seguir organizados y convocándonos, a la vuelta de la esquina estará la vigilancia, la represión.
Fíjese, lector/lectora. Al costado de Plaza Nuñoa se está estacionando hace varios días una micro de incógnito, ¡llena de Carabineros de Fuerzas Especiales! Algo no visto ha mucho por acá. ¿Por qué? ¿Quién los envía allí? ¿Para qué?. Su presencia nos violenta en el día a día. Eso es violencia. Este tipo de situaciones amenaza la paz diariamente de todos nosotros. No queremos ni necesitamos una paz de los cementerios, como gustaba a la dictadura cívico-militar del Sr. Pinochet y sus seguidores de hoy. No hay paz en un país si no hay justicia social. Una ética de la resistencia continúa siendo necesaria. Las elites de poder quieren que sigamos en estado de servidumbre, y por su intermedio, dejemos de ser personas libres, criticas, para pensar y actuar por nosotros mismos, de manera autónoma; que nos convirtamos otra vez en súbditos o si prefiere, esclavos. Ojalá no lo permitamos.
Por Pablo Salvat