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¿Qué nos deja la tragedia de Ucrania? (Parte I)

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“Las guerras mienten. Ninguna guerra tiene la honestidad para confesar: yo mato para robar. Las guerras invocan nobles motivos, matan en nombre de la paz, en nombre de Dios, en nombre de la civilización, en nombre del progreso, en nombre de la democracia. Y si por las dudas, si tanta mentira no alcanzara, ahí están los grandes medios de comunicación dispuestos a inventar enemigos…”[1]

 

Una introducción necesaria

La guerra comenzó hace ya varios años, el 21 de noviembre del 2013, cuando Ucrania rehusó continuar las negociaciones de asociación con la Unión Europea, y optó por continuar su participación en el Espacio Económico Unificado, formado por Bielorus, Kazajstán y Rusia.

Ese día la oposición inició las protestas en la “Plaza (Maidan) de la Independencia”. Al día siguiente, comenzaron a demandar la renuncia del Gobierno y la firmar una asociación con Europa. Las protestas fueron acompañadas por una enorme presión europea y Estados Unidos para que las autoridades ucranianas retomaran la senda de la asociación con la UE.

El Gobierno de Yanukovich, marcado por la corrupción, nepotismo y nacionalismo que caracterizó a todos los gobiernos de las nuevas repúblicas ex soviéticas en su senda de reconstrucción del capitalismo, hundiendo en miseria extrema a su población, facilitó con su accionar las masivas movilizaciones que en sus inicios demandaban más democracia.

El 22 de diciembre de ese año, los manifestantes de la Plaza (Maidán) adoptaron una organización que sumó a otros partidos de oposición y declararon:  “… quienes estamos en Kiev, permaneceremos en Kiev, nos quedaremos en la Plaza, con métodos de guerrilla bloquearemos los edificios administrativos, y ¡no dejaremos vivir ni dormir tranquilos a las autoridades! ¡Crearemos tal infierno para el Gobierno, que la tierra arderá bajo sus pies!”[2]

Mientras tanto, Rusia adoptó un conjunto de medidas para ayudar a resolver la difícil situación que enfrentaba la economía ucraniana, entre ellas, rebajas en las tarifas del gas y la inversión de recursos financieros. Dirigiéndose a los ciudadanos de Rusia, Putin diría: “… a menudo usamos las frases «país hermano», «pueblo hermano». Y hoy vemos que Ucrania se encuentra en una situación difícil: económica, social y política. Y, si de verdad decimos que este es un pueblo hermano y un país hermano, entonces debemos actuar como parientes cercanos y apoyar al pueblo ucraniano en esta difícil situación.”[3]

Desde enero de 2014 la situación cambió: el control de los manifestantes fue asumido por los grupos más extremistas, incluidos grupos abiertamente neonazis. El 24 de enero comenzó la ocupación de edificios de gobierno: el Ministerio de Políticas Agrarias y Alimentos, el Ministerio de Justicia. Las acciones de protesta adquirieron un carácter cada vez más agresivo, con la clara intención de derrocar al poder establecido.

El 21 de febrero de 2014, el presidente Víktor Yanukovych y los líderes de la oposición, con la mediación de representantes de la UE y Rusia, firmaron un acuerdo «Sobre la solución de la crisis política en Ucrania», que pedía el regreso a la constitución enmendada de 2004, elecciones presidenciales anticipadas y la formación de un «gobierno de confianza nacional», así como la retirada de las fuerzas del orden del centro de Kiev, el fin de la violencia y que la oposición entregara las armas. Ese día se aprobó liberar a los detenidos de las protestas. Esa noche Yanukovych abandonó Kiev y denunció un golpe de estado en su contra.

Casi inmediatamente se iniciaron en toda Ucrania movimientos en oposición a los golpistas de Kiev. Decenas de miles de personas se movilizaron en Donietsk, Járkov, Odessa, Dniepropetrovsk, Lugansk, Melitopol, Eupatoria, Zaporoyie y Kerch, entre otras, declarando ilegal el régimen surgido del Euromaidán, y demandando la federalización de Ucrania, o derechamente la secesión. Esto derivó en la reincorporación de la península de Crimea al territorio ruso, y en la proclamación de las Repúblicas Populares de Lugansk y Donietsk. En Odessa, partidarios del nuevo gobierno de Ucrania acorralan a los opositores en la Casa de los Sindicatos y les prendieron fuego, quemando vivas a 48 personas, y dejando heridos a otros 247. El nuevo gobierno prohibió el uso del idioma ruso, no obstante lo habla el 75% de la población, y declaró a Rusia como país enemigo.

EEUU y los países de la OTAN se concentraron en suministrar a Ucrania gran cantidad de armamentos, utilizado para el ataque permanente en contra de las repúblicas separatistas.

 

¿Por qué la OTAN necesita a Ucrania?

Los medios de comunicación occidentales braman por el ataque ruso, pero irresponsablemente callan que esta guerra fue iniciada justamente por EEUU y la OTAN, con la violación sistemática de todos los acuerdos alcanzados, llevando a un callejón sin salida todas las negociaciones.

Un ejemplo brindó a la comunidad internacional la conferencia de prensa conjunta que, el pasado 10 de febrero, realizaron la Canciller británica Liz Truss y su homólogo Serguei Lavrov. Este último calificó la jornada como la conversación entre un sordo y un mudo, resultante de la demanda británica de retirar las tropas rusas desde sus propias fronteras, mientras las fuerzas de la OTAN se encontraban cada vez más cerca.

Hasta el día previo de la “Operación Militar Especial”, así denominada por Rusia, los ataques de los países de la OTAN, encabezados por EEUU se sucedían uno tras otro. En violación de los acuerdos internacionales suscritos, y que de manera específica indicaban el compromiso de la OTAN de no expandirse hacia el Este, el bloque continuó sus expansiones llegando hasta la frontera con Rusia. Se transgredía así el principio internacional acordado por las partes, según el cual la seguridad de unos no puede ser resultado de la pérdida de seguridad de los otros.

El mundo entero es testigo de la insistencia con que Rusia en vano demandó frenar la ofensiva de la OTAN hacia el Este. EEUU y la OTAN tienen hoy numerosas bases militares apuntando sus misiles hacia territorio ruso. Recién ahora los ucranianos comprendieron el papel de “buffer desechable” que EEUU les asignó en su estrategia de expansión hacia el Este.

La OTAN, junto a la prensa occidental, acusan públicamente a Rusia de “violar los acuerdos de Minsk”. Pero, otra cosa dicen los textos suscritos el 01 de septiembre de 2014, entre Rusia y Ucrania, acompañados por Francia y Alemania. Allí se acordó “Garantizar inmediata y bilateralmente el cese del uso de armamento”; Garantizar el monitoreo y verificación de no uso de armamentos por parte de la OSCE” (Organización para la Seguridad  y Cooperación en Europa); e “Implementar la descentralización del poder, entre otros, vía adopción de la Ley de Ucrania ‘Régimen temporal de administración local en algunas regiones de Donietsk y Lugansk’ (Ley de Régimen Especial)”. En febrero de 2015, las partes firman un “Conjunto de medidas complementarias a los Acuerdos de Minsk” que, en su primer punto dice textual: “1. Inmediato y completo término del fuego en las regiones ucranianas de Donietsk y Lugansk, y su estricto cumplimiento a partir de las 00 horas 00 minutos, hora de Kiev, del 15 de febrero de 2015”[4].

Estos compromisos no fueron cumplidos por Ucrania. Tampoco la OSCE fue capaz de garantizar los monitoreos y verificaciones comprometidas. Mientras tanto, continúa el bombardeo a las regiones mencionadas, registrando más de 14 mil muertos, fundamentalmente población civil. Mientras, EEUU y los miembros de la OTAN, acompañados por los medios de comunicación, no cejan en repetir que es Rusia la que no ha cumplido estos acuerdos.

Con justa razón los representantes del gobierno chino señalan que «la pregunta clave ahora es: ¿qué papel ha desempeñado EE.UU. en la crisis de Ucrania?». «Es irresponsable que alguien acuse a los demás de ser ineficaces en la lucha contra un incendio mientras echa leña al fuego». Y, luego, se preguntan: «Cuando EE.UU. emprendió cinco oleadas de expansión de la OTAN hacia el este hasta llegar a las puertas de Rusia […], ¿pensó alguna vez en las consecuencias de presionar a un gran país contra la pared?».

por Antonio Ramírez

 

 

 

[1]                Galeano, Eduardo – Las Guerras Mienten. https://www.youtube.com/watch?v=mfNuqVWkxws

[2]                Gazeta.ru, 23 diciembre 2013. https://www.gazeta.ru/politics/2013/12/23_a_5816117.shtml

[3]                Zhenmin Zhibao on line, 20 diciembre 2013. http://russian.people.com.cn/31519/8490575.html

[4]                Package of Measures for the Implementation of the Minsk Agreements agreed by the Trilateral Contact Group at the Summit in Minsk on 12 February 2015. (Russian version only). https://www.osce.org/cio/140156

 

Analista de temas internacionales de USACH (Corporación UTE / USACH)

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  1. Gino Vallega says:

    Las guerras son un absurdo en que nadie gana….excepto aquellos que la provocan y buscan con fines de lucro……que no son los pueblos sino sus líderes del momento…..que hacen acuerdos sabiendo que no los cumplirán…..provocando pavor y muerte en su población….mientras ellos se asilan ó refugian en países «amigos».NATO-USA es la mano negra que reemplazó a los países europeos,que ya no existen como tales.
    Putin con su poderío parece ir perdiendo la guerra y con ello, su razón.

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