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El Presidente electo y un gabinete para asegurar la gobernabilidad

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El Presidente electo, Gabriel Boric, ha demostrado capacidad para mantener el equilibrio entre las fuerzas políticas que lo apoyaron, especialmente en la segunda vuelta. En democracia, ningún Mandatario puede realizar cambios estructurales si no tiene mayoría en ambas Cámaras o, al menos, un tercio en una de ellas, y el pacto Apruebo Dignidad no cumple con estas condiciones, por consiguiente, al Presidente elegido no le queda otro camino que apelar a una alianza con sectores más cercanos de la ex Concertación de Partidos por la Democracia, (los Partidos Socialista, Partido por la Democracia y Radical, que se suman a representantes de los Partidos Frente Amplio, Frente Regionalista Verde y Social y el Partido Comunista).

Las disyuntivas: 1) entre gobernabilidad vs testimonial radicalizado 2) entre gobernar y la toma del poder total, o la necesidad imperiosa de avanzar en los cambios, 3) entre socialdemocracia y comunismo, 4) entre gradualidad y revolución permanente, en fin, todos estos clivajes y disyuntivas han centrado el debate en las distintas combinaciones progresistas que prometían cambios estructurales en la sociedad. Ocurrió, en Chile, en la “Revolución Cristiana», prometida por el Presidente Eduardo Frei Montalva, como también en la “Vía Chilena al Socialismo”, del Presidente Salvador Allende; en el primer caso, el Partido Democracia Cristiana optó por el aislamiento y la opción por el Partido único para gobernar; en el segundo, el dilema “gobernar sin transar”, o “consolidar para avanzar”, terminó imposibilitando la política de alianzas, y abriendo el camino el camino al golpe militar de 1973.

El “ultrismo”, el reinado de los cabezas caliente,  no sólo se puede considerar como una enfermedad infantil, sino que también conduce a hacer imposible la gobernabilidad cuando los partidos progresistas logran triunfar en elecciones. El purismo de que “ni esto ni aquello”, sólo puede conducir a un gobierno testimonial que terminará por abrir las puertas a gobiernos de la derecha, (incluso de la extrema derecha).

La derrota de la izquierda, tanto en la  vía foquista guevarista, como en la vía política, debe servir como experiencia y aprendizaje: en el caso del derrocamiento de Salvador Allende, por ejemplo,  la derrota indujo a un largo debate para analizar, entender y asumir las causas de la debacle, y al menos, quedó claro que, en democracia, no se pueden emprender cambios substanciales estructurales si no se cuenta con una mayoría, no sólo en las instituciones del Estado, sino también en la sociedad civil. Este aprendizaje sigue siendo esencial para la conformación de alianzas políticas.




Un gobierno progresista, el caso del recién Presidente electo, Gabriel Boric, debe saber correlacionar la ética de la convicción y de responsabilidad, tarea que, hasta ahora, la está cumpliendo sin reparos.

El Gabinete de ministras  y ministros  recién nominados demuestra la voluntad  transformadora del nuevo Presidente, a fin de optar por el camino de la gobernabilidad, la amplitud de las alianzas y la participación activa de los movimientos sociales: Boric no tenía otra vía que la extensión de la combinación de fuerzas de apoyo hacia los Partidos que antes conformaban la Concertación, en los inicios de la democracia, luego de los largos y penosos 17 años de la dictadura comandada por Augusto Pinochet.

Gabriel Boric ha dado pruebas de mucha astucia política para conformar su primer Gabinete, confiriendo representación a una alianza plural y, a su vez, manteniendo en su Comité Político al círculo de más confianza, que viene desde la rebelión estudiantil de 2011, (el trío, Jackson-Siches-Vallejo) y, a su vez, manteniendo un equilibrio en el área económica con el nuevo ministro de Hacienda, Mario Marcel, y la profesional comunista, Jeannette Jara, en el ministerio del Trabajo, dupla a la cual se agregaría el ministro de Economía, Nicolás Grau, uno de los redactores del programa económica de Boric.

El Presidente electo ha tenido la habilidad de designar a ministros competentes en cada una de las áreas, (entre quienes se cuenta a 14 mujeres y 10 hombres),  provenientes de regiones, así como  independientes,  (de Convergencia Social,  además, representantes del Partido Comunista,  de Revolución Democrática,  del Partido Socialista,  del Frente Regionalista Verde y Social,  de Comunes,  del Partido Radical, y del del PPD, entre otros).

A diferencia del Presidente Sebastián Piñera, cuyos ministros eran ex alumnos de los Colegios Villa María, Verbo Divino…, (colegios privados de élite), y luego profesionales de la Universidad Católica, en el Gabinete de Boric predominan alumnos y alumnas de la Educación Pública y egresados de la Universidad de Chile  y de otras Universidades estatales, en su mayoría. La famosa foto del Gabinete del nuevo gobierno marca muy bien el cambio de mentalidad  y la adaptación al Chile que cambió: la mayoría de los nuevos ministros no usa corbata, ni el siútico traje azul, y las mujeres portan atuendos juveniles, ajenos a todo protocolo.

El Presidente Boric tiene el apoyo de  ministros con alta calidad profesional, intelectual,  humana y de lealtad y compromiso, lo cual permite augurar que, al menos durante el primer año, le permitirá sortear el desafío de la gobernabilidad, además, sentar las bases para la instalación de la agenda de cambios estructurales, prometidos en su programa de gobierno y, sobre todo, cumplir con las enormes expectativas despertadas durante la campaña electoral.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (EL Viejo)

25/01/2022



Historiador y cronista

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