Iluminado el horizonte: encendida la utopía del tiempo presente
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Hermosa luna del domingo 19 de diciembre reflejando la utopía del sur que renace. Todo gran proceso político tiene su gestación, como la cosecha del fruto de la tierra proviene de la semilla puesta en tierra por manos llenas de esperanza. Sin duda, el gran triunfo de Gabriel Boric es parte de un largo proceso de germinación que se sitúa en una herencia política ajena a los partidos políticos de la posdictadura.
La significación histórico-político más relevante es este desplazamiento, aunque los partidos tradicionales seguirán operando al interior del Congreso y seguro que con algún cupo en el gabinete de Gobierno. Así es la política, con reveses siempre. Sería un error confiar en que serán los aliados ideales, sabemos que son los responsables de la crisis democrática. En los análisis televisivos ya vemos a los dirigentes de estos grupos «celebrando» el triunfo de la democracia, la derecha prometiendo una oposición blanda ofreciendo colaboración y los ex concertacionistas aplaudiéndose a sí mismos como grandes protagonistas de este triunfo.
Lo auténtico de la fuerza política de Boric es que arranca de una constitución y fundamentos diferentes a la de los vencidos partidos políticos en esta elección presidencial. La deuda pendiente del Frente Amplio era la de alcanzar el apoyo popular, en las elecciones de alcaldes y concejales, dada la nueva situación política de Chile, habían conseguido algunas victorias. Pero, hoy alcanzaron una gran victoria y gracias al apoyo de la fuerza popular y de la izquierda que decidió ir a las urnas.
Este triunfo constituye una derrota importante a la herencia del pinochetismo, y por lo tanto, una garantía para un proceso de mayor democracia. La trayectoria política del nuevo presidente electo, dejan ver una posible apertura de la política que permita una restauración a favor de la representación popular. Esta representación sólo tendrá sentido si es que los contenidos son instalados desde abajo; si esto sucede este gobierno alcanzará legitimidad y evitará el riesgo de convertirse en un «poder vacío», peligro real que hemos visto en varios movimientos políticos populares en nuestra América.
Hoy tenemos dos grandes promesas, el proyecto político recién elegido y el proceso de la convención constitucional. Ambos son un terreno fértil que nos deberían llenar de optimismo. Pero, también hay cuestiones urgentes pendientes para ambos. El término de la impunidad de los grandes criminales que usurpan los bienes de los cuales todos tendríamos que disfrutar y la liberación del castigo de quienes luchando sufren el encarcelamiento injusto. En la fiesta de anoche no estábamos todos y la luna no brillaba para todos.
El pueblo que voto para este triunfo, el que pudo votar a pesar del vergonzoso sabotaje de la derecha y del gobierno de Piñera, tendrá que asumir no sólo la conciencia sino que también el protagonismo en la defensa de este proceso iniciado, el pueblo unido en las organizaciones territoriales y en los espacios públicos tendrá que definir los temas más urgentes para que aquellos a los que se les ha mandatado con la responsabilidad de la representación hagan la política a favor de quienes tienen que representar.
Por Alex Ibarra Peña
Dr..en Estudios Americanos.