Los embustes marcan a Piñera hasta el final
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De tanto mentir ocultando verdades hay mentiras que se repiten sin pausa y parecen verdades hasta que la dura confrontación con el día a día las pone en su lugar, las descubre ante la realidad y pasan a convertirse en una decepción más de la ciudadanía ya defraudada por la falta de ética y de credibilidad de las autoridades y la casta política.
Por su doble discurso los operadores del modelo neoliberal han agudizado su desprestigio, el que afecta principalmente al propio presidente de la República que encabeza un gobierno basado en las falsificaciones y que ha sido sorprendido por una investigación periodística internacional encubriendo sus enormes riquezas y concretando jugosos negocios medioambientales en paraísos fiscales para evadir el pago de impuestos al Estado chileno.
Este poderoso empresario cuida sus intereses personales y familiares, con gran cantidad de ceros a la derecha, pero la gente despabilada no pasa por alto que en Chile es el mismo que elude su responsabilidad presidencial de mejorar las condiciones de vida de todos y todas sus compatriotas y no solo de sus cercanos ricachones privilegiados.
Aproximándose a las postrimerías de su gobierno y siempre de la mano de los embustes, Sebastián Piñera viene de destacar el crecimiento económico y desarrollo humano (omitió que es solo para algunos) augurando que la economía crecerá cerca de 10%, “lo que ya nos ha permitido crear o recuperar – aseveró – cerca de 1,2 millones de puestos de trabajo”.
Las recientes palabras de Piñera fueron desvirtuadas de inmediato por las multitudes que sufren la realidad de la sociedad chilena. Aquí están los millones de comerciantes ambulantes desplegados en calles, avenidas y plazas de las principales ciudades y las legiones de coleros que han aparecido en los últimos meses, agobiados por la miseria que deriva de la falta de oportunidades.
El aumento de los coleros ha sido impresionante, según lo testimonian los comerciantes de ferias libres donde se ubican sin patente o autorización alguna y con el único propósito de vender lo que encuentran a mano, incluyendo lo que queda en sus propias casas para obtener algunas monedas en un comprensible intento de sobrevivencia. Con seguridad ninguno de ellos imagina el monto de las compraventas que otros pueden hacer en las Islas Vírgenes Británicas.
Por otra parte, acaba la ley de protección al empleo que involucra a 65 mil personas, y a ello se suma la reducción del presupuesto para la estrategia TTA (testeo, trazabilidad y aislamiento) destinada a enfrentar la pandemia del covid, y el fin del contrato de un 50% del personal incorporado para apoyar la labor sanitaria de estos meses. Tras el término del estado de excepción hay una nueva ola de despidos, de unos 10 mil funcionarios, cuando la pandemia sigue aquí y no se descartan más variantes y rebrotes.
La falta de trabajo formal, estable y remunerado con decencia se agrega al cúmulo de calamidades ocasionadas por el modelo, que Piñera y su gobierno persisten en ignorar. En su reciente gira a países europeos y sudamericanos el presidente volvió a mentir por omisión, mostró un Chile de fantasía y evitó referirse a la cesantía y la pobreza, a las ollas comunes, a las zonas de sacrificio y a las 85 mil familias en campamentos de tránsito.
Al regalar en Paraguay una partida de vacunas contra el coronavirus, el jefe de Estado chileno quiso dar la impresión de generosidad que no tiene con su propio pueblo. En Chile anunció un presupuesto nacional austero para la gente de a pie pero pródigo en recursos para modernizar la infraestructura, el equipamiento y la tecnología de Carabineros para fortalecer la represión que él llama “orden público”.
Sin trabajo ni ingresos para las mayorías, sin transparencia ni probidad desde el Ejecutivo, la frustración, el descontento y la delincuencia seguirán su curva ascendente. Puede adelantarse que hasta su último día en La Moneda, Piñera y sus ministros intentarán no asumirlo ni darse cuenta de ello.
La investigación de los Pandora Papers retrató a Piñera de cuerpo entero, lucrando con Dominga en un paraíso fiscal para no pagar impuestos en el país, en su exclusiva dimensión mercantil sin careta ni maquillaje ni autoridad moral, y lo liquidó políticamente. En la práctica, anticipándose algunos meses, puso término a su mandato presidencial.
Ello ha sido corroborado por las bancadas opositoras de la Cámara de Diputados al anunciar una acusación constitucional contra el todavía presidente de la República, por infringir abiertamente el principio de probidad y haber comprometido gravemente el honor de la patria.
Hugo Alcayaga Brisso
Valparaíso
Gino Vallega says:
Está por verse si la rabia por el envilecimiento presidencial produce un efecto judicial que pase de «en la medida de lo posible» y castigue a este sujeto delincuente y malnacido Piñera y asociados civiles (ya hay pacos y milicos reconocidamente ladrones al borde y sólo al borde de la prisión) que han sido tratados con bondad por la justicia , otorgándoles impunidad.