Papeles de Pandora: ola reaccionaria offshore
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Estos espacios de no derecho al servicio de millonarios y multinacionales forman una tupida red de mundos extraterritoriales que no es ni accidental ni excepcional, sino parte consustancial a la propia naturaleza offshore del capitalismo neoliberal realmente existente.
En la taquillera película Avatar, de James Cameron, Pandora era un planeta lejano donde una gran empresa expoliaba recursos y hacía negocio sin leyes ni escrúpulo alguno. Sin embargo, los multimillonarios que se esconden tras los Papeles de Pandora son bien reales y de nuestro mundo. Tienen nombres y apellidos. Esta filtración señala a más de 27 mil compañías y a casi 30 mil de sus beneficiarios, entre los que se encuentran más de 330 políticos y cargos públicos.
Destacan tres jefes de Estado latinoamericanos en activo, que tienen en común ser parte de la ola reaccionaria que azota la región, además de ser empresarios acaudalados: el chileno Sebastián Piñera, el ecuatoriano Guillermo Lasso y el dominicano Luis Abinader. En Brasil, los Papeles de Pandora apuntan a dos de los hombres más poderosos del mundo económico y político del bolsonarismo: el ministro de Economía, Paulo Guedes, y el presidente del Banco Central, Roberto Campos Neto. Hasta 11 ex mandatarios de Colombia, Perú, Honduras, Paraguay o Panamá están en la lista.
Los mismos que se llenan la boca con palabras vacías sobre la patria y los valores, ocultan su fortuna en guaridas fiscales, demostrando otra vez que, en el fondo, no reconocen más nación que su dinero y privilegios. Los Papeles de Pandora vuelven a señalar la connivencia del poder político y económico con la evasión y la elusión fiscal en Latinoamérica y en el mundo. La ofensiva neoliberal global se articula estrechamente con la ola de reacción oligárquica en la región.
Es tan recurrente como erróneo y pretendidamente autoexculpatorio pretender que la evasión y la elusión fiscal son casos aislados. Como escribe el economista y sociólogo John Urry, este proceso de deslocalización de empresas offshore es el medio que usan los ricos para constituirse y desarrollarse como una singular clase internacional que, más que clase en sí misma
, es una clase para sí misma
.
Hablamos de una auténtica economía en la sombra que funciona en la oscura opacidad, que sólo conocemos a golpe de filtraciones y que tiene en las guaridas fiscales el elemento nodal de una estrategia de saqueo continuado a las clases populares y a la capacidad fiscal de los estados. Se estima que cada año se le escapan a las agencias tributarias latinoamericanas unos 40 mil millones de dólares desviados a paraísos fiscales. De esta forma, la evasión y elusión fiscal refuerzan la carestía financiera de los presupuestos nacionales que alimenta el discurso de los recortes, la privatización de los servicios públicos y la austeridad. Un proceso que consolida la captura y perversión de la esfera pública por parte de los poderes privados. Una tendencia donde el aumento de la desigualdad se retroalimenta con el secuestro de los procesos democráticos por parte de las élites. Porque la evasión fiscal es un gran agujero negro que traga no sólo equidad sino también democracia.
En el escenario de pospandemia, tendremos que enfrentar la multiplicación e incremento de desigualdades plurales e interconectadas. La fiscalidad es un terreno de batalla central en esa guerra. Será fundamental plantar cara de forma decidida a la actual revuelta de los privilegiados: ese puñado de multimillonarios y multinacionales que se niega a pagar impuestos, practicando un auténtico terrorismo fiscal con la ayuda cómplice de la mayoría de los gobiernos. Porque la lucha contra la evasión y elusión fiscal y en favor de una fiscalidad realmente progresiva constituye también hoy un cuestionamiento del orden mundial neoliberal imperante. Un cuestionamiento del acaparamiento del conjunto de los recursos del planeta por parte de una minoría peligrosa.
Por eso resulta urgente tirar del hilo de las oscuras prácticas que se esconden en la opaca trastienda de quienes pretenden darnos lecciones de austeridad y rigor fiscal. Y cada vez que nos digan que no hay dinero para políticas públicas en beneficio de las clases populares, recordémosles dónde esconden la plata quienes siempre se lo llevan crudo. Para que, de una vez por todas, paguen los ricos.
Por Miguel Urbán
Fuente: La Jornada