Un cinco de octubre rojinegro: Lanzamiento del libro sobre la vida de Luciano Cruz
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yer martes 05 de octubre, en el marco de la conmemoración de la muerte en combate de Miguel Enríquez, en una de las salas de la ex Cárcel de Valparaíso, hoy Parque Cultural, se realizó el lanzamiento del libro “Luciano Cruz. Como una ola de fuerza de luz”, del joven historiador e integrante de los Grupos de Pensamiento Crítico y Memoria (GPM) Pedro Lovera. Al mismo tiempo se efectuó un homenaje a la memoria de Rigoberto Pizarro, preso político de la dictadura que falleció en este recinto carcelario en el año 1987.
Estos tres hechos, ocurridos en distintos momentos y circunstancias de nuestra historia reciente, que van desde la década del setenta, mediados de los ochenta hasta la época actual con la publicación de este texto biográfico, incluye a dos dirigentes icónicos del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR, como son Miguel Enríquez y Luciano Cruz, pero también a un militante mirista de base proveniente de los sectores poblacionales y marginales, cada uno y todos ellos (como otros miles de compañeros y compañeras miristas) igual de importantes en la construcción de organización popular revolucionaria y en el desarrollo de la concepción política táctica y estratégica de la construcción del Poder Popular.
Cabe destacar en este encuentro presencial que se llevó a cabo en la Sala de Estudio del Parque Cultural de una importante participación de ex militantes del MIR y ex integrantes del Codepu V Región, de las organizaciones y equipos técnicos que formaban parte del Comité de Defensa de los Derechos del Pueblo, pese al reducido aforo permitido permitido por el protocolo sanitario. La sala se llenó así con los colores rojinegro como telón de fondo de esta actividad.
Erick Fuentes, encargado de la oficina de Gestión Patrimonial del Parque Cultural, al dar inicio a esta actividad expresó que la labor que están llevando adelante en el recinto en el ámbito del rescate de la memoria histórica popular y los derechos humanos, se orienta a transformar también este espacio en un sitio de memoria viva que sea un aporte para las luchas populares que se están desarrollando hoy en día en nuestro país.
Como panelistas participaron Gabriela Palleras, ex militante del MIR y ex integrante de la ODEPO, Ángel Moya, ex militante del MIR y ex preso político, Igor Goicovic, historiador, académico, también ex militante del MIR y ex preso político, y Pedro Lovera, historiador y autor del Libro sobre Luciano Cruz.
La compañera Marisa López, ex integrante de la Organización de Defensa de los Derechos Poblacionales, como introducción a este evento hizo la siguiente semblanza de Rigoberto Pizarro Peña:
“Han transcurrido 34 años desde el día en que el compañero “Rigo”, Rigoberto Pizarro, murió. Fue el 20 de agosto de 1987. Ese fue el día más triste que como ODEPO (Organización de Defensa de los Derechos Poblacionales) nos tocó vivir.
Como sabemos, el compañero “Rigo” tomó una drástica decisión al quitarse la vida mientras se encontraba privado de libertad en la Cárcel de Valparaíso. Su único “delito” fue ser parte del pueblo organizado comprometido con el objetivo de lograr el derrocamiento de la dictadura.
Cuando murió tenía 31 años de edad, casado y padre de tres hijos. Fue obrero panificador con una infancia muy triste. Desde pequeño conoció y vivió en carne propia la pobreza, la violencia, la humillación, la discriminación y el abandono. Nunca se contaminó con el entorno en que vivió, muy por el contrario, él era diferente: humilde, sencillo, solidario, amante de su familia.
Hoy, como ex integrantes de la ODEPO reivindicamos y recordamos lo valiente que fue. Al punto de dar su propia vida para no arriesgar y proteger la vida de sus compañeros y su familia.
Hoy recordamos la consecuencia del compañero Rigo al luchar con todas sus fuerzas contra la dictadura. Su compromiso lo llevó primero a luchar desde nuestra Organización de Defensa de los Derechos Poblacionales, ODEPO, para luego asumir un compromiso mayor desde el MIR.
Compañero Rigo, siempre recordaremos tu profunda mirada, tu lealtad con tu pueblo del cual formabas parte, tu consecuencia e infinita lucha revolucionaria. Orgullosos deben sentirse hoy tus hijos de haber tenido un gran hombre como su padre.
Nunca te olvidaremos, seguiremos reivindicando tu memoria.
¡Honor y Gloria!
Posteriormente comenzaron las intervenciones de los panelistas siendo la primera en intervenir, también a nombre de la ODEPO, la compañera Gabriela Palleras, quien manifestó:
“Los primeros pasos que dimos en la ODEPO, junto al CODEPU, fui cuando conocí a estos compañeros en Retamo y fui encargada del trabajo poblacional que en ese tiempo la mayoría de este se efectuaba en Viña. Ahí conocí al compañero Rigo, un joven proletario que trabajaba con la gente pobladora de lo que hoy se llama Glorias Navales y que antiguamente era el Campamento Salvador Allende, que dio muchos héroes populares al Partido y entre ellos estaba Rigo, que venía de Reñaca Alto, en las Tomas que allí se hacían y empezamos a trabajar juntos.
Nosotros trabajábamos en Valparaíso hacía varios años, teníamos nuestra organización, pero creo que los compañeros de Viña tenían una mística muy especial y hasta hoy la tienen. Fue muy educativo para el trabajo que estábamos haciendo nosotros el conocer a estos compañeros que venían de Tomas, de Campamentos y que tenían, por sobre todas las cosas, un clasismo, una posición de clase del pueblo, de luchar, de trabajar, de crear, de ampliar los horizontes, de enfrentarse al poder establecido.
La ODEPO creció en Reñaca Alto, en Glorias Navales, en Achupallas, en Forestal, creo que llegamos a ser la organización más grande de pobladores de Viña y Valparaíso. En Valparaíso se trabajó en cerro Floridas, se trabajó en Placeres, se trabajó en Barón, en Rodelillo y todo eso gracias a los pobladores que se organizaron para luchar.
Quiero reivindicar el trabajo de las mujeres, porque los compañeros estaban cesantes y trabajaban en la organización, entonces las compañeras ponían el hombro para salir adelante y los pobladores ganamos la pelea para salir adelante, con fuerza, con voluntad y creo que este sector en un futuro va a ser la viga maestra de la revolución en Chile, porque yo todavía creo en la revolución, porque sin revolución no hay libertad, aunque digan lo que digan y se tejan los mejores sueños, pero para eso tenemos que pelear contra un poderoso enemigo y tenemos que hacer la revolución para triunfar, y esa pelea no va a ser con algodones.
Eso lo tenía muy claro el Rigo. Nos juntábamos los delegados de distintos lugares, nos obligábamos a tener organización y él formó organización en su lugar, pero después se fue a otras tareas, asumiendo un compromiso mayor. Su trabajo poblacional fue impecable. Si teníamos una actividad en Valparaíso, llegaba antes de la hora y se venía a pie desde Reñaca Alto. Un compromiso que tenía que ver con el sacrificio, con la fortaleza, de pasar por encima de sus propias necesidades. En ese aspecto el Rigo fue un gran militante, un puntal en la ODEPO que abrió distintos lugares, ya que por su trabajo, como era obrero panificador y vendía pan, por lo tanto conocía mucha gente y llevaba y llevaba gente continuamente a la ODEPO. Podemos que el pan que vendía el Rigo iba con un panfleto. Con él crecimos como organización y su pérdida fue irremplazable en ese trabajo poblacional.”
Posteriormente hizo uso de la palabra el ex dirigente y militante del MIR Ángel Moya, quién estuvo detenido en la Cárcel de Valparaíso junto a Rigoberto Pizarro, para expresar lo siguiente:
Al escuchar las palabras de Gabriela y al recordar lo que significa la figura de Rigoberto y su paso por la cárcel, inevitablemente se pone la mirada en lo que era la lucha antidictatorial en la Quinta Región y desde ahí poner la mirada en aquellos que estuvieron en la lucha del día a día, en la lucha de masas, en la lucha clandestina como es la lucha miliciana y la lucha armada. Desde ahí tenemos que concluir que las expresiones de lucha antidictatorial más consecuentes, con una perspectiva revolucionaria, estaban encarnadas en el proyecto mirista, ese proyecto que viene de la década del sesenta, setenta, con un instrumento que se atreve, y que tiene la capacidad de hacer una lectura de la realidad y así generar más capacidades para plantear una estrategia que se plantee cambiar absolutamente la correlación de fuerzas y darle un sentido y orientación claramente revolucionaria a la lucha de clases. Eso es el proyecto mirista.
Quienes encabezan ese proyecto, más allá de la figura, que por un tema generacional en aquella época los mirábamos desde las filas estudiantiles, en el Frente de Estudiantes Revolucionarios (FER), como eran Luciano, Miguel, el Bauchi, obviamente fueron referentes no solamente por sus capacidades de acción, sino que su capacidad de acción tuvo un fundamento claro, contundente, sólido, consistente, que fue el que de alguna manera convocó a los sectores mejor dispuestos, con un alto grado de conciencia, con una mejor disposición incluso para desarrollar una lucha revolucionaria.
La acción revolucionaria en esa época tenía una solidez y una consistencia reflejada en un proyecto revolucionario, y ese proyecto revolucionario en Chile lo encarnó básicamente el MIR. Esa es la vinculación de Luciano y las generaciones anteriores de la cual dan cuenta los historiadores de aquel proceso, pero hay un hilo conductor, que tiene sus fracturas, sin duda, de lo que significan los costos de aquella lucha.
Un día como hoy, un 05 de octubre, caía en combate Miguel. Nos convoca octubre, nos convoca la memoria de los caídos en esta lucha, no solo nos convoca Miguel, nos convoca el CHE, nos convoca Dagoberto Pérez Vargas, muerto un 15 de octubre en un enfrentamiento para proteger a la Dirección Política del MIR. Es un compromiso que se basa en los niveles de conciencia de aquellos personajes que hizo que este proyecto tuviera continuidad hasta hoy día. No solamente se mantiene esa expresión en un trabajo académico, sino que es reconocido en las expresiones de lucha que se dan hoy día.
Cada una de las expresiones de lucha que se logró desarrollar contra la dictadura, en cada una de ellas estuvo presente el MIR, sea en la ODEPO, CODEPU, los CCT, la UNED, el CODEM, en todos estos frentes intermedios. Cada una de ellas es el producto desde un análisis y estrategia de decisiones políticas desde la orgánica mirista. En aquellos momentos y a través de aquellos procesos, se logra hacer la síntesis de la postura revolucionaria y la convocatoria a los mejores hombres y mujeres dispuestos a la lucha. Eso se expresa en cada uno de los hechos donde se plasmó aquella lucha.
Respecto de la muerte de Rigoberto, esta se produce el 20 de agosto, la fuga de 4 compañeros se realiza el 07 de agosto, hay trece días, casi dos semanas entre un hecho y otro. Hay cuatro o cinco días en que Gendarmería no se entera de la fuga, parece un hecho increíble pero Gendarmería no se entera. Los presos que quedamos acá, con el pesar de no haber salido junto con ellos y la alegría de que ellos hubiesen salido, se generó un tremendo debate político ideológico al interior de los presos políticos. Se da un proceso de lucha política muy grande al interior de la cárcel entre quienes sostenían que había que dar cuenta de la fuga para atenuar las consecuencias de la represalia, y quienes sosteníamos que había que encubrir la fuga el máximo posible. En esa disputa nuevamente se expresa la convicción de la política mirista que estaba por ocultar la fuga.
Logramos imponer el criterio de que la fuga se protegía. Tanto así que los presos salimos a la visita con toda normalidad, con todos los controles que tiene un día de visita y la fuga no fue descubierta. A los días siguientes Gendarmería se da cuenta de aquello y hay un hecho que no es casual. Ocurre que desde el recinto en que estábamos había que salir a buscar el pan diariamente. Los presos políticos con las condiciones de encierro casi total que teníamos, no se nos contaba todos los días. Casualmente ese día, después de que alguien sale con el guardia a buscar el pan, el guardia llega directamente a contarnos y recién se da cuenta que le faltan cuatro presos y ahí viene entonces toda una ofensiva represiva. Inicialmente de parte de Gendarmería local, el cuerpo de antimotines local y después literalmente Gendarmería se toma la Cárcel de Valparaíso con todos los antimotines de Santiago y genera una profunda y fuerte represión. Aísla algunos compañeros, genera toda una ola de rumores y en ese contexto entonces Rigoberto toma la determinación de quitarse la vida.
Pero en ese proceso también se expresa que la acción mirista, la acción de lucha mirista tiene un proceso previo de elaborar una opción política tras una mirada que tiene esa perspectiva revolucionaria, no es una lucha por la ganancia o no del Partido, por ganar más o menos posiciones, sino por lo que llamamos convicción. Es importante señalar la necesaria solidez, consistencia y elaboración del compromiso revolucionario. No es solamente un acto de voluntad política, es un acto de conciencia.
Si cada uno de los que estamos acá, sobre todo los más viejos, recordamos cómo nos fuimos vinculando a la lucha revolucionaria, ciertamente tendremos que asumir que nos fuimos convenciendo, nos fuimos interiorizando del sentido que tenía aquella lucha, aquellas propuestas, y las hicimos nuestras, y desde ahí se desarrolló y se asumió el compromiso que nos llevó a la acción que en ese momento nos parecía la correcta.
Este cinco de octubre estamos acá por la muerte de Miguel, el libro de Luciano y la muerte de Rigoberto, que si bien son hechos dispares y momentos distintos, hay un elemento articulador que es fundamental donde cada uno de estos símbolos, que hoy día eso son, y el significado que tienen, está dado porque son expresión de la lucha revolucionaria en el país.”
Pedro Lovera, el autor del libro, fue el siguiente panelista que hizo uso de la palabra para manifestar:
“Me parece muy significativo que hoy cinco de octubre, junto con el lanzamiento del libro de Luciano, se esté rindiendo homenaje a estos otros dos compañeros como son Miguel y Rigoberto. Quienes nos hemos preocupado de escribir la historia de estos grandes dirigentes, como Miguel y Luciano, olvidamos también esa lucha cotidiana que existe en las bases populares y que son las que realmente articula pueblo y Partido y hacen posible la revolución, y en este caso que han relatado ustedes, las resistencias populares a la dictadura cívico-militar, por lo tanto me siento muy contento de participar en el marco de esta conmemoración.
Pasando al tema de Luciano, este es un trabajo que llevó años de imaginarme la figura de Luciano militando con mis compañeras y mis compañeros, años en que el compañero Marcos que está por ahí, que me insistía en que yo desarrollara esta investigación, porque si bien es una biografía, está inserta dentro de un proceso histórico, que es mi militancia política durante la primera década del siglo XXI, donde conozco estas figuras de la historia que causan un atractivo enorme a las nuevas generaciones, pero dentro de un proceso intelectual que hemos desarrollado colectivamente con mis compañeros y compañeras de rescatar las figuras que estaban olvidadas, postergadas por la historia.
Luciano en ese sentido es bien arquetípico porque si bien fue el dirigente más conocido de la época por su vinculación con las masas, justamente por esta vinculación que han rescatado de Rigoberto, esta vinculación Partido-pueblo y no como partidos súper estructurales sin ninguna capacidad de convocatoria o de construcción real, Luciano representaba eso. Nos hicimos parte de rescatar la memoria de aquellos y aquellas que nos habían antecedido en la lucha y que por lo tanto habían encarnado esa construcción de partido, en un contexto además en donde los partidos políticos parecían encarnar todos los males posibles de la sociedad, los partidos del orden, de la institucionalidad, muy distintos a aquellos partidos que articularon, con sus errores y aciertos, pero de manera muy humana, muy comprometida con esta lucha en la que a muchos y a muchas se les fue la vida.
En ese sentido me parecía importante rescatar la imagen de Luciano, que es cierto que era uno de los dirigentes más conocidos del MIR, sin embargo todas las historias que me llegaban de Luciano como el dirigente, con esa distancia en el tema de lo cotidiano, nos llegaron una serie de mitos de Luciano, secuestrando un paco en la Universidad de Concepción, y como cuento en el libro eso no es tan así, porque Luciano al momento del secuestro de ese paco estaba preso y se escapa de la cárcel, y ahí hay otra gran historia; después Luciano asaltando bancos disfrazado de militar o de detective; haciendo de galán en medio de asaltos de bancos. Todo estos relatos de Luciano tan mítico no permitían ver al Luciano de carne y hueso, pero además al hombre que se avocó a la construcción del partido, Luciano pueblo, Luciano dirigente estudiantil, Luciano en un proceso de politización, cuando él provenía de una familia ni siquiera algo cercano a la política, su padre era militar y un poco decepcionado por el camino que tomó su primogénito, entonces me parecía importante rescatar esta imagen más allá de estos mitos que se relataban en torno a Luciano. Contar cómo fue este proceso de politización, porque eso cuenta además la historia de una generación y no es un ejercicio solo para rescatar la imagen de Luciano y ponerla en pedestal.
Creo que la historia, tanto desde lo académico, como de aquellos que decimos que se trata de una historia militante para tomar posición, para tomar partido, tenemos que conocer a las personas con sus defectos, con sus virtudes, no para juzgarlas, sino para entender estos procesos y así nosotros poder recrearlos de manera imaginativa, no mecánica, no dogmática, en nuestro presente de lucha.
Cuando estaba terminando este trabajo sobre Luciano con nuestros compañeros del GPM (Grupo de Pensamiento Crítico y Memoria) nos preguntábamos si el trabajo de esta memoria histórica realmente tiene sentido. Nosotros sabíamos que sí, pero teníamos que ver cuál era el eco que producía afuera de nuestro círculo con nuestro trabajo, y se produce la revuelta popular de octubre de 2019 y entra nuevamente en el centro de la palestra a través de esta categoría o de esta nomenclatura que se usó de la Primera Línea, pero había que preguntarse si es válido que el pueblo pueda utilizar métodos de violencia que le son propios, donde obviamente estamos a la ofensiva, y por qué no más adelante preguntarse si es que el pueblo tiene que usar o no la violencia de manera ofensiva. El MIR en eses sentido, y así lo ha rescatado el profesor Goicovic en sus estudios, tenía como eje articulador de cierta forma el haber puesto dentro de la izquierda el debate sobre la violencia, cuando se miraba como un tema tabú, debate que no existía, y que tenemos que des mistificar para aprenderlo realmente.
Todos estos temas hicieron que el libro cobrara un nuevo ribete al calor del 2019 y la pandemia retrasó el lanzamiento del libro, su estreno digamos. Fue muy esperanzador ver que los debates que nosotros creíamos muertos, suspendidos totalmente tenían nueva vigencia, y hasta el día de hoy nos estamos preguntando también sobre si debemos o no crear nuevas orgánicas políticas para l tiempo político que vivimos.
Creo que Ser mirista o heredero o heredera de la cultura rojinegra hoy en día, no es fundar un partido que también se llame MIR, sino preguntarnos si hoy día necesitamos o no un nuevo instrumento político para el momento político que vivimos. Creo que es fue la gran fortaleza de estos jóvenes y también no tan jóvenes que se articularon en el MIR.
Con este libro, además de reconstruir la historia política de Luciano, en su componente político de masas que yo digo que es fundamental en Luciano y la construcción de partido, esta vinculación partido-pueblo, pero quería expresar esas palabras para tener un tema de actualidad respecto a qué significa leer a Luciano, al MIR y a esa generación, en el contexto de hoy día, porque no es solamente un ejercicio intelectual sino también profundamente político”
La última intervención estuvo a cargo del académico e historiador Igor Goicovic, quien durante su exposición planteó lo siguiente:
“El MIR como proyecto político, en cuanto a su reconstrucción historiográfica, goza de muy buena salud. Probablemente de todos los referentes de la izquierda, y habiendo otros con una trayectoria histórica mucho más dilatada, como el Partido Comunista en 1912 como Partido Obrero Socialista, o el Partido Socialista que se funda en 1933, no tienen necesariamente esa densidad historiográfica que tiene hoy día el MIR en el ámbito académico y en el ámbito de la recopilación de testimonios entorno a la cultura mirista. El MIR ha concitado mayor interés precisamente en historiadores jóvenes como Pedro. Los campos sobre los cuales se ha orientado el estudio de la historia del MIR son muy amplios, muy diversos. No solamente tienen que ver con algo que aparece medio estereotipado sobre las acciones armadas en particular y su grado de incidencia en las acumulaciones de fuerza en un momento histórico determinado, sino que tiene que ver con aspectos que cada vez más interpelan a los movimientos populares para ver cómo se reconstruyen, cómo se rearman en el nuevo escenario en el cual se está desarrollando hoy día la lucha de clases. Ahí aparece con mucha fuerza, por ejemplo, el debate a propósito del MIR y el Poder Popular. Ese ha sido, quizás, uno de los elementos que más ha transversalizado la investigación historiográfica que se ha venido haciendo especialmente en estos últimos diez, quince años, en torno al MIR. Aparecen ahí precisamente las organizaciones democrático-independientes de la década de 1980, aparecen los frentes intermedios de la década de 1970, y cómo todo este tipo de expresiones fueron nucleando a un activo social que estuvo primero disponible para empujar los cambios revolucionarios durante el período de la Unidad Popular, y para empujar la Resistencia contra la dictadura durante la década de 1980.
Está también el trabajo de las mujeres que ha venido siendo cada vez más recuperado por una historiografía que ha colocado el acento en ese tipo de segmento, a propósito también de lo que fue el desarrollo del proyecto del MIR, que dio muchas respuestas relevantes para el contexto histórico en que se construyó como una fuerza política. Uno de esos campos fue el tema de género al interior de la organización y particularmente el rol de las mujeres en especial en el desarrollo de la lucha miliciana o de la lucha armada. También en el caso de las luchas campesinas, particularmente las luchas del pueblo mapuche, donde el MIR entendía en la década de los sesenta y de los setenta, que los mapuche no eran una identidad cultural específica, sino que eran parte de esa amplia franja de campesinos pobres y fue el MCR, a propósito de sus propias experiencias el que fue cambiando, que fue dándole un giro a la política del MIR en torno a las comunidades mapuche.
El MIR fue un proyecto político en construcción que generó una escuela, pero no una escuela donde se recitaba de memoria el decálogo del marxismo leninismo en términos de ortodoxia, sino que se abrió a diferentes campos en ese sentido de aprendizaje, de auto formación, a través del cual todos sus militantes, hombres y mujeres, se fueron construyendo a través del tiempo. No tenía que ver única y exclusivamente con los debates más intelectuales que efectivamente se desarrollaron y quedaron plasmados en importantes documentos que se elaboraron especialmente en torno a los Congresos del Partido, estoy pensando en especial en el Tercer Congreso del MIR que fue uno de los más relevantes desde el punto de vista de las definiciones que se adoptaron, en especial a partir de 1967, sino que tiene que ver con la sistematización de las experiencias en cada uno de los frentes donde había miristas, donde los miristas se apoyaban. En esa franja amplia de trabajadores, de pobladores, de campesinos, de mapuche, de estudiantes, se sistematizaban las experiencias locales, se sistematizaban las experiencias territoriales, y esas experiencias eran las que nutrían el debate, la discusión que daba origen a la línea política del MIR. No era una línea política que se construía de arriba hacia abajo, sino que era una línea política que se articulaba dialécticamente a partir de las experiencias que los militantes desarrollaban en la base, y que se convertían en los instrumentos a partir de los cuales se definía la táctica y la estrategia para el período.
El MIR en ese sentido fue una escuela que formó a hombres y mujeres que se conformaron como sujetos revolucionarios. Pero crecieron también las relaciones de lealtad, de amistad, de fraternidad, aquellas que te indicaban que si en un momento determinado un compañero se encontraba en una situación compleja, necesariamente tenías que asistirlo, acompañarlo, defenderlo, protegerlo, estar con él, éramos parte de una comunidad, de una fraternidad donde nadie era más importante que el otro, donde el sacrificio, el holocausto final en función del proyecto del partido no tenía que ver, en este caso particular, con un texto escrito, sino que tenía que ver con los otros, hombres y mujeres, que estaban junto a ti, desarrollando una lucha común, una lucha compartida.
Comparto la aprehensión, incluso a estas altura de la vida uno ya tiene hasta angustias, de la necesidad de un cambio revolucionario. Del requerimiento inmediato de avanzar de manera sostenida hacia un cambio revolucionario.
El Movimiento Popular en Chile desde el 2006 a la fecha ha venido experimentando un desarrollo sostenido, acelerado y en cierta forma cada vez más radicalizado. Desde la “Revolución Pingüina”, y los protagonistas no han sido exclusivamente los estudiantes, también han sido los trabajadores. Recordemos las movilizaciones de los sub contratistas del año 2007, la movilización de los trabajadores forestales donde es asesinado Rodrigo Cisternas; de los trabajadores de las salmoneras en la zona de Chiloé; las movilizaciones de los trabajadores de las regiones, en Aysén, en Magallanes, en Dichato, en Caldera, Freirina, que en diferentes circunstancias imbricaron las demandas propias de los trabajadores con las demandas regionales y medioambientales; las movilizaciones del Movimiento No+AFP; las movilizaciones estudiantiles a partir del 2011; el Movimiento Feminista. Es decir, estamos en presencia de un ascenso en el desarrollo de la movilización popular que se plantea ya no reivindicaciones específicas al interior del sistema, sino que se plantea demandas que objetan, que cuestionan el sistema. Ese proceso alcanza su punto mayor de movilización el año 2019 con el desarrollo de la revuelta popular.
El gran déficit en ese sentido es el déficit de Programa, es el déficit de organización revolucionaria. No hay un déficit de voluntad revolucionaria, de disposición revolucionaria de cambios, de ánimo para ser partícipes de un movimiento popular amplio, pluralista y orientado hacia la acción directa que esté disponible para llevar a cabo ese cambio revolucionario. Pero a mí me queda la percepción que el déficit fundamental tiene que ver con actualizar el Programa de la Revolución para efectos de determinar cuál es el tipo de sociedad que queremos construir y fundamentalmente el tipo de organización revolucionaria que tenemos que construir a efectos de motorizar o acelerar ese proceso de cambios. Actualizando ese programa, activando el requerimiento de una organización revolucionaria, vamos a estar dando cuenta, a mi juicio, de la continuidad histórica que el proyecto mirista supuso, tanto para la década del setenta como para la década de los 80.
Guillermo Correa Camiroaga, Valparaíso 05 octubre 2021